Capítulo Treinta y Ocho - Nada más importa.

962 39 0
                                    

La saludé y me senté frente a ella. Parecía enojada. Pero yo no iba a dejar que ese enojo me quebrara. Ya habían sido muchas veces que ella se había enojado conmigo y siempre todo había terminado resolviéndose, ¿por qué no podía ser este uno de esos casos?

- Por qué te fuiste así de repente anoche? - Me dijo con frialdad.

Tomé aire y le dije lo que pensaba.

- Y, básicamente, porque me dijiste que la persona que amo no se preocupa por mí y que me va a olvidar en cuanto le sea posible. 

- Es que de verdad temo que va a ser así. Los chicos con dinero no se fijan en chicas como vos Brianna. - me dijo - Pueden tener a cualquier chica que quieran, tienen millones de fans, ¿por qué se quedaría acá con vos más de un tiempo corto?  No tiene sentido. 

- ¿Querés que me vaya otra vez? Porque estoy a punto de hacerlo.

- No, por supuesto que no quiero, pero quiero que te des cuenta de como son las cosas.

- Estoy harta de que quieras decirme cómo son las cosas. Las cosas no son, mamá. Cada uno tiene su forma de verlas. Lo que a vos te molesta es que la manera en la que yo veo esto no sea la forma en la que vos lo ves, y eso me cansa, mamá. Estoy harta de que quieras imponerme tu punto de vista. 

Me paré y me dirigí a la puerta. Mi mamá me detuvo antes de que pudiera abrirla.

- ¿A dónde vas?

- A cualquier lugar en el que no me tiren los sueños abajo.

Cerré la puerta detrás de mí con lágrimas corriendo por mis mejillas. Tenía la pequeña esperanza de que iba a llegar y me iba a pedir perdón por decir lo que dijo y iba a terminar todo con un abrazo y una película mientras cenábamos. Sé que su intención es ayudarme pero no puede ser tan dura, me lastiman mucho sus palabras, siento que está decepcionada de mí pero yo no quiero cambiarlo. Estoy bien como estoy. Y la verdad es que decirle las cosas que pensaba me hizo muy bien, ya no me siento tan aturdida como antes.

Fui de nuevo al hotel en el que estaba Noah. Entré a su habitación pero él no estaba, seguramente tenía una reunión para acordar los temas de la semana próxima con los chicos.
Me recosté en el sillón a mirar la tele. Me levanté al escuchar el sonido de la puerta.

- Hola amor.

Noah se sobresalto tirando todo al piso con un pequeño grito. Me reí a carcajadas.

- Wow, no esperaba una sorpresa tan linda después del trabajo. 

Me acerqué y lo abracé. Sin sacar las manos de mi cintura me miró a los ojos y me preguntó:

- ¿Cómo estuvo tu día princesa? ¿Pudiste arreglar las cosas con tu mamá? 

- No realmente. Sigue pensando lo mismo y no creo que cambie de opinión. Siento como que la decepcioné pero no quiero hacer nada para que no piense eso. Al menos pude decirle lo que pensaba, eso me deja un poco más tranquila la verdad. 

Noah me abrazó fuerte y me besó en los labios.

- ¿Sabés qué? Nunca cambies nada. No importa lo que piense nadie, no importa lo que piense tu mamá. ¿Sos feliz conmigo?

- Muchísimo. Soy muy feliz con vos. 

- Entonces nada más importa.

Lo besé otra vez pasando mis manos alrededor de su cuello.

Después levantamos todo lo que Noah había tirado del piso y preparamos el almuerzo. Después hicimos lo mismo de siempre, recostarnos en el sillón a hablar de la vida. 

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora