Capítulo Treinta y Dos - No puedo esperar.

1K 38 0
                                    

Este era el plan: Noah y yo viajaríamos a Argentina en el vuelo de mañana que mi madre había ya reservado. Creo que el se ocuparía (o ya se había ocupado) de reservar un asiento en el mismo avión. Al llegar, él se quedaría en un hotel y yo en mi casa. Los chicos llegarían una semana después que nosotros para hacer dos conciertos y Noah se quedaría con ellos en el hotel. Después de eso veríamos que pasaba. 

La verdad es que yo no podía creer que Noah estuviera  a punto de viajar conmigo. Toda la situación era impensada para mí: el hecho de que hubiera decidido venir conmigo a mi país, que esté dispuesto a pasar por la situación incómoda de conocer a mi familia, especialmente a mi madre, que él ya sabía cómo era porque yo le había contado. Y, en ese sentido, nunca creí que yo pudiera ser tan importante para alguien, y menos para alguien como él, que es prácticamente perfecto.

El sábado a la tarde hicimos nuestras valijas. Yo volví a empacar toda mi ropa. Me dio bastante pena porque, a pesar de la buena noticia del viaje de Noah, mi sueño realmente se estaba suspendiendo por este capricho de mi madre. Noah también armó su equipaje, eligió bastante de su armario. Ambas valijas estuvieron listas en una hora.

Todo estaba sucediendo muy rápido. Los pensamientos se generaban solos en mi cabeza. Me dolía volver, claro que me hacía enojar. En el fondo, sin embargo, lo único por lo que me costaba volver era el Instituto, me había esforzado mucho para ganar ese curso, pero las condiciones en las que estaba volviendo a mi país me hacían plenamente feliz, sin importar lo que perdiera.

El domingo a la mañana nos  esperaba un auto afuera para llevarnos al aeropuerto. Antes de cruzar la puerta de la habitación Noah me tomó de la cintura y me miró a los ojos muy profundamente.

- No puedo esperar para viajar con vos. - me dijo con voz suave, y con el dibujo de  una pequeña sonrisa. 

Puse mis manos alrededor de su cuello.

- Yo tampoco. Gracias, en serio, gracias Noah. - le dije - Me hace muy feliz todo lo que lograste, todo esto de que vengas conmigo. 

Me besó y apoyó su cabeza en mi hombro.

- No hay nada que agradecer.

- Si lo hay, estás dejando tu casa, tu lugar, para venir conmigo. Eso es lo más lindo que alguien hizo por mí. 

Me miró de nuevo.

- Te mereces mucho más que eso. Te amo princesa.

- Te amo Noah.

Lo besé y después tomé su mano para irnos juntos al aeropuerto. Esa era la segunda vez en mi vida que yo hacía todo esto. Nunca antes había salido del país, y la primera vez que salí fue para venir acá, para venir a Londres. Mis amigas me decían que estaba loca, que se notaba que tenía muchas ganas de hacer ese viaje. 

Ahora, segunda vez en un aeropuerto, podía ver todo con más nitidez. Ya no tenía esos nervios de la primera vez, el miedo de todo este sistema muy desconocido para mí, completamente ajeno. Y además, ahora estaba Noah conmigo, que obviamente entendía muchísimo más de viajes y de aeropuertos que yo, porque había viajado incontables veces con los chicos en sus tours. Así que ahora no solo no tenía miedo porque ya conocía cómo funcionaba sino porque estaba muy bien acompañada.

Tenía la mejor compañía que habría podido tener. Lo miré de reojo mientras caminábamos. Nos iríamos juntos. Nada nos iba a separar. 

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora