Capítulo Veintiuno - Princesa.

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Después de arrancar, ya estaba muchísimo más relajada. Noah me preguntó qué tenía ganas de comer y la respuesta simplemente fue que no tenía ganas de cocinar. El día ya había sido bastante movido emocionalmente, solo quería descansar. Decidimos, entonces, ir a comprar comida. Llegamos a mi habitación luego de comprar una pizza para llevar. Nos sentamos y nuestro almuerzo fue una de esos en las que la sobremesa es mucho mejor que la comida en sí. Nos reímos de cualquier cosa de la que decíamos. Después decidimos ver una de las películas que Noah me había traído.

Estuvimos en el sillón ahí tirados durante más o menos dos horas, comiendo pochoclos. Los habíamos hecho antes de mirar la película no sin pasar por la tragedia de que algunos se quemaran. En el sillón, después, con la tele ya encendida, yo estaba recostada sobre sus brazos y él jugaba con mi pelo. Hubiera deseado que este momento fuera para siempre. No quería que las cosas cambien, ya no me importaba si solo podíamos vernos en secreto, solo necesitaba estar con él. Y tenía mucho miedo de qué pasaría cuando tuviera que volver a mi país.

- ¿Sabés qué? Me di cuenta de algo... - Empecé yo a decirle - Siempre terminamos haciendo lo mismo. Este sillón es como nuestro lugar preferido pero todavía no nos habíamos dado cuenta. Es como si fuera nuestro pequeño nido, acá estamos bien. Estamos protegidos.  

Noah primero se rió y después me abrazó.

- Tenés mucha razón, princesa.

Y en ese momento me quedé helada de vuelta. "Princesa". Él tiene esa capacidad de hacerme reír o dejarme helada con sus palabras. Me había llamado "princesa". Yo sabía lo que esa palabra significaba para él. Él estaba esperando a su princesa, pero lo más extraño de todo era que esa princesa era yo. Yo, que había nacido al otro lado del mundo y hablaba otro idioma. Yo, que hasta hace poco tiempo simplemente era una fanática más. Yo, entre un mar de personas. 

Se dio cuenta de que no hablé más y se me quedó mirando. A los segundos, se le formó una sonrisa.

- ¿Qué pasó? - me preguntó -  ¿De qué otra cosa increíble te diste cuenta ahora?

Reí y me senté para mirarlo a los ojos. Ya habíamos dejado la película en el olvido. 

- Me llamaste "princesa". - le dije, con un poco de vergüenza. 

- Lo sé,  princesa.

Exhalé todo el aire que estaba conteniendo. Sonreí y lo besé. Sus labios se juntaron con los míos en un beso cálido. Pasó sus brazos por mi cintura y yo me senté en su regazo.

- Es porque sos mi princesa, ¿no?

Seguí besándolo y jugando con su pelo.

- Y me encanta serlo. - Le dije.

 Pasamos el resto del día recostados en ese sillón que parecía tanto gustarnos. Noah después se dio una ducha y mientras tanto yo hice mi tarea del instituto. Estaba avanzando muy bien: mis clases eran divertidas, mis compañeros también. Sentía que, además, estaba aprendiendo. Si bien mi relación con el idioma siempre había sido buena, ahora estaba mucho mejor. Claro que también tenía que ver con Noah y con que ahora estaba hablando en inglés todo el tiempo. Pero, por fuera de eso, también me gustaba pensar que había algo de mí que había cambiado: ahora todo ese aprendizaje podía ponerlo en práctica. Y podía ponerlo en práctica de la mejor manera. 

Cuando terminó de bañarse tomé yo una ducha rápida y después fuimos lo más escondidos posible hasta su casa. Fue toda una aventura, Noah tenía razón. 

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora