36. La sorpresa

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Dereck

Nunca antes había sentido tanto dolor como el que siento en estos momentos, duele más que una herida superficial, ¿cómo lograr apaciguar el dolor que tengo por dentro? Al menos el dolor de una cortada, una fractura, hasta el simple dolor de cabeza lo minimizamos con analgésicos, pero el dolor que sentía por dentro nada lo calmaba, mi pecho dolía todos los días a cada momento, me sentía débil y sin ganas de hacer que la luna de miel fuera maravillosa he inolvidable, lo que más deseaba era hundirme en mi dolor, jamás creí llegar a amar tanto a una persona, me costaba demasiado hacerme a la idea de que había perdido quizás a la mujer de mi vida y todo por no ser cuidadoso a la hora de tener relaciones con una mujer que solamente era mi novia para intentar olvidar un pasado que creía había sido el más doloroso de mi vida, pero que estúpido he imbécil fui.

Ahora estaba pagando las consecuencias de mis estúpidos actos, y Raquel no paraba de llorar todos los días, eso me frustraba más. En nuestra primera noche la deje sola en la habitación y me fui a beber a un bar cerca de la playa, aún no me creía que ya era un hombre casado y con una responsabilidad, esa primera noche no llegue a dormir hasta a otro día. Llegue en malas condiciones, arrastraba los pies y no me importo el dolor y la decepción que le había causado, aun así, fue muy comprensiva. Lo último que recuerdo fue que me ayudo a recostarme y después dormí prácticamente todo el día.

Cuando desperté entendí mi realidad, aun así, no podía corresponder a sus sentimientos, cada que buscaba un beso se lo aceptaba sin sentimientos, o se lo desviaba.

Se distraía cuando íbamos a la playa, cuando la llevaba a comer, Raquel siempre estaba con su sonrisa, pero yo no podía seguirla, el dolor seguía fresco dentro de mí y no creía ser capaz de sanar pronto. Pero mi actitud me llevo a tener problemas a los siguientes días, ya que Raquel no soporto más mi indiferencia, pero sobre todo mi rechazo.

No fui capaz de hacer el amor o si quiera tener sexo.

Recuerdo una noche que la vi salir del baño, vestía una bata de color negro de seda, la vi caminar al costado de la cama donde me encontraba recostado, sabía lo que estaba intentando hacer y en lugar de sentir atracción o alguna sensación positiva me dio vergüenza y no por ella, si no por mí.

Cuando estuvo frente a mí con una sonrisa coqueta, abrió su bata y la dejo deslizar por el suelo dejándome ver su cuerpo desnudo, sus pechos estaban ligeramente más grandes y sus pezones eran más oscuros, su vientre ya no era plano pues un pequeño bulto comenzaba a notarse, no voy a decir que no era bonita o que su cuerpo ya no era atractivo, simplemente ya no la deseaba como mujer, ya no despertaba ningún tipo de atracción en mí.

Esa noche me puse de pie y cogí la bata para después cubrirla por los hombros.

- no lo hagas...

Le susurré por detrás de su oído y después me alejé un poco para tomar asiento en la pequeña estancia.

- ¿ya no te gusto?

Su voz se quebró y después se giró para mirarme con los ojos rojos.

Sobe de mis sienes, ¿cómo diablos le decía que simplemente no me apetecía tocarla como mujer, ya no era capaz de tomarla por gusto o satisfacción.

- no es eso...

Susurré dejando salir un suspiro.

- ¿qué es entonces Dereck?, no puedo soportar que me ignores, que ya no me digas palabras bonitas como antes, que ya ni si quiera me abraces o cojas de mi mano cuando vamos en la calle, no puedo más, ya no puedo más con tu rechazo...

Sus lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas.

- sé que hice mal al quedar embarazada sin tu consentimiento...

Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora