2. Ella es mía...

1K 136 40
                                    

DERECK

-¿Por qué piensas que Raquel es la indicada?
Habla Erick, amigo y compañero de clase; levanto los hombros y le doy una última calada a mi cigarro antes de apagarlo.

— Son parecidas...

Mis ojos siguen clavados en ella, la observó desde la segunda planta de la universidad, desde aquí puedo verla perfectamente; siempre en el receso va con su amiga a la cafetería que está en medio de los planteles, siempre se sientan en la misma mesa, esa que queda prácticamente abajo de mí.

- ¿Y si son familia?
Dejo salir un bufido...

— Raquel nunca habla de su familia, lo único que sé es que su padre es muy estricto...

- Creo que es una tontería, ¡acércate a ella y ya!
Erick tiene razón, pero no puedo, la diferencia de edad es mucha; sus padres podrían denunciarme ya que soy mayor de edad.

- Si quiera sabes cómo se llama la chica?

Una sonrisa se dibuja en mis labios.

— No

Es verdad, llevo un poco más de un año mirándola, observándola, y hasta ahora no sé cuál es su nombre, lo que sí puedo asegurar es que tiene unos ojos color miel preciosos.

- Es una chica muy inusual es diferente a todas las demás...

Prendo otro cigarro, le doy una calada y pienso en las palabras de Erick; tiene razón, es una mujer diferente, su manera de vestir es poco común pero aun así me gusta, tiene una sonrisa perfecta, su color de cabello es castaño y aunque siempre lo tiene alzado en una coleta, apuesto a que es muy suave; el color de su piel es claro, cuánto me encantaría tocarla para comprobar que ha de tener una piel igual de suave; todo en ella se ve suave, delicado, como una rosa, me gusta, me encanta...

- ¿Otra vez observando a esa chica, Dereck?
La voz de Luis se escucha detrás de nosotros.

— Siempre lo haré...

respondo mientras fumo y la observó reír con su amiga, de la cual tampoco sé su nombre.
Me encanta verla feliz, me encanta ver sus blancos dientes cuando sonríe, sus carcajadas son fuertes y puedo escucharla, no puedo evitar sonreír cuando la escucho hasta que uno de sus amigos se le acerca y la abraza por la espalda; en automático mi cuerpo se tensa y siento como la sangre comienza a hervir dentro de mí, lo que más me molesta es ver que a ella no le incómoda, se nota feliz cuando el chico se le acerca y más, en especial, ese chico.

-Oh,oh.
Se burla Erick.

- Tienes que decidirte, hermano; ese chico va tras ella.

— No lo hará...

respondo serio.

Fumo una vez más de mi cigarro para después apagarlo y mirar a mis amigos decidido y seguro.

— ¡Ella es mía!

Sueno posesivo, pero es verdad, aunque ella no lo sepa es mía y de nadie más. Doy media vuelta y comienzo a bajar las escaleras, mi sangre hierve, todavía pienso en ir y golpear su mejilla para así provocar que quite sus sucias manos de mi chica.

Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora