༄ chapter one

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—Un año

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—Un año.

Miré a Loren confundida.

—Un año más de secundaria y ya no estaré aquí. Mi último año—respondió obvia.

—Eso es fabuloso, hermana. Ya puedes ir con tus amigos—dijo una irritada Addison, cansada de escuchar lo mismo una y otra vez.

Loren se fue y yo me quedé con Addison, quien guardaba unas cosas en su casillero. Ella era mi mejor amiga en la escuela, y en toda la ciudad.

—¿No explicarás por qué desapareciste por semanas, Ger?—mi amiga me vió con una ceja alzada.

—Nos... f-fuimos de vacaciones familiares—mentí.

—¿Ese lugar no tenía señal de celular?—volvió a preguntar.

—De hecho, mi mamá nos quitó nuestros celulares para que disfrutemos y esas cosas.

—Me agradan tus mentiras—rodé los ojos. Yo era buena mentirosa, pero ella era buena sabiendo cuando mentía.—No hablaremos del tema si es lo que quieres.

Cerró su casillero y nos encaminamos a nuestra próxima clase; Química. Entramos al salón y nos sentamos atrás de todo. Eramos las mejores de la clase así que si nos distraíamos no era gran importancia.

—Olvidé mencionarte que Bea ya no vendrá... Sabes que se mudó.

—Si...—me sentí mal por no estar en sus últimos días.

—Ahí esta Noah—susurró la rubia a mi lado.

Noah. Si, él era el chico que me gusta, o gustaba. Luego de ese mes sin verlo ni pensar en él, mis sentimientos se esfumaron.

—Ya no—dije.

—¿Cómo? ¿Pero si él...

—Ya no—repetí mas fuerte.

No quería pensar en mis sentimientos, no quería sentirlos. Si lo hacía, no lo soportaría y todos los recuerdos volverían a mi, ahogándome. Tardé semanas en recuperarme de eso.

El timbre tocó y todos ingresaron al salón. Sentía miradas en mi pero las ignoré. El profesor entró sin saludar y en pocos segundos utilizó el gran pizarrón.

Al girarse y notarme, se rió.

—¿Alumna nueva? Bienvenida de vuelta, Graciela.

—Mi nombre es Grace—respondí de mala gana.

—Si, como sea.

Siguió hablando de la materia y demás. Todos anotaban, pero yo no podía. No estaba concentrada. Sin notarlo, la hora había terminado y todos salían hacia el comedor para la hora de almuerzo.

—Te note distraída...—canturreó Addi.

—Demasiado—seguí.

Nos sentamos en el comedor con nuestras bandejas de comida. Con nosotras se sentó Caleb. Él también era muy amigo nuestro, a pesar de ir a un curso más avanzado.

—Grace, volviste—notó un emocionado Caleb.—Adivina... Por fin me declararé a Loren.

—Devuelta con eso...—Addison se tapó la cara con las manos.

Caleb siempre estuvo enamorado de Loren, aunque nunca se lo haya confesado. Addison no quería que nuestro amigo salga con su hermana, por lo cual tenían constantes peleas.

—Supéralo, Loren es popular e inalcanzable.

—¿Y qué si siente lo mismo que yo, Addi? Nunca lo sabremos si no se lo digo.

—¡Nunca saldrá contigo!—exclamó Addison.

—Me hieres, Ziegler—exageró.

Intentando distraerme de una pelea entre los dos; miré a mi alrededor recordando a cada uno de los alumnos de Grey Gables. No eran tantos en Avonlea, pensé.

Avonlea.

Empecé a respirar anormalmente, mi vista se empezó a nublar. Me sentía mal, mi cabeza daba vueltas. De repente, los recuerdos de la misión volvían. Cerré los ojos muy fuerte, intentando reprimir lo que mi mente procesaba.

—¿Estas bien, Grace?—exclamó Addison.

Corrí hacia los baños tan rápido como pude. Me encerré en uno y traté de tranquilizarme. Hace dos días no tenía ataques de pánico.

—Ahora no, ahora no. Tranquila Grace, respira—me dije a mi misma.

Avonlea. La escuela. Anne. Green Gables. Jerry. Ruby. La fiesta. La cafetería. La señorita Stacy, muerta. Gilbert.

Gilbert Blythe. La pistola. Mary Stuart. Disparos. Yo la maté... Gilbert murió... El portal. El briontiz. Culpable. Culpable. Culpable.

Mi ataque se transformó en llanto. Extrañaba todo, tenía una gran herida por dentro. Cada vez que se cerraba, algo la volvía a abrir. Al calmarme, respiré profundo.

Salí del baño, me limpie la cara en los lavabos y suspiré mirándome al espejo.

—¿Estás bien?—dijo Addison entrando.—Gracie...

Asentí y volvimos, la campana sonó indicando ir a clases. No quería contarle que tenía ataques de pánico, no aún.

Al llegar, el salón estaba cerrado, ya habían comenzado la clase de Historia. Entramos con apuro y nos sentamos donde siempre.

Ziegler me agarró la mano—Avísame, si pasa algo.

Sonreí ante el gesto, agradecida. La profesora no se preocupó por nosotras. Era rubia, anotaba sobre la historia de 1800 y... ¿Rubia?

—Es nueva—admitió mi amiga por mi mirada.

La profesora se giró. La reconocí.




No.

SPY LIAR  ⤳  Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora