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—No me digas que te vas a creer lo que una tonta nota que encontraste en la calle te dice.
—Son las coordenadas de un lugar y dice "para volver a aquel que no pertenece aquí". Algo sospechoso dado que apareció de la nada junto a nosotros—alzó las cejas él.
—¡Gilbert nos podrían secuestrar! Nos estamos metiendo en algo muy... No lo sé, pero las cosas se ponen cada vez peor.
—Una vez encontraste una nota en Avonlea y le hiciste caso, ¿por qué no ahora?
—¡PORQUE NO RECUERDO! No recuerdo ni un maldito segundo del siglo pasado, no te recuerdo a ti ni a ninguno de los chicos, estoy comenzando a creer que me estoy volviendo loca cuando quizás ustedes son los locos. No los conozco de nada, y aun así los ayude, pero me harté. Mi amiga no me habla, mi novio... terminó conmigo. Mis calificaciones bajaron, casi no veo a mi familia. Estoy comenzando a tener miedo, Gilbert, ya no quiero seguir así.
Grace no mentía. La situación no le estaba empezando a caer bien. Habían pasado semanas y semanas en lo mismo, no encontraban nada que los devuelva al pasado. Ella perdió la fe que ni siquiera supo que tenía. No recordaba nada, quería recordar, y a la vez se decía que no era más que una historia falsa.
Gilbert se agachó a su lado y le acarició el brazo. Secó las pequeñas lágrimas que caían en sus mejillas.
—Los chicos volverán de mi casa en cualquier momento, iremos a aquel lugar y si no encontramos nada, dejaremos de presionarte. Podrás ser libre y no debes ayudarnos. Pero haz un ultimo intento, te juro que estaré ahí contigo en todo instante.
Grace negó con la cabeza, sin creer lo que diría —Bien, iré.
Gilbert le sonrió.
—Después de esto no hace falta que nos vuelvas a ver, podrás regresar a tu vida normal.
¿Pero es eso lo que quería ella? No sabia si quería alejarse de ellos. Se había encariñado con los chicos, eran sus amigos. ¿Dejar de ver a Gilbert? Eso sería algo que le dolería demasiado. No, no podría.
Porque tampoco podía ocultar sus sentimientos.
Los chicos llegaron y se situaron al lado de ambos y ellos se levantaron con rapidez, como si nada hubiese pasado.
—¡Encontramos unas coordenadas en la calle! ¡Debemos ir!—dijeron desesperados.
Gilbert tomó la nota y la comparó con la suya un par de veces con la mirada. Miró a los chicos y finalmente a Grace. Asintió con la cabeza.
Eran las mismas coordenadas. Grace suspiró inconscientemente. Pero no podía evitar pensar que ahora si significaba algo.
Ya en camino, el grupo de chicos estaba bastante callado. No sabían que decir. Las palabras de Grace retumbaban en cada uno. ¿Y si en verdad los secuestraban? Sabían que tomaban todas la precauciones necesarias pero, ¿y si no era suficiente?
Llegaron a un lugar algo oscuro. Pero decidieron no temer a aquello, ya habían pasado por muchas cosas, aún peores, ¿no? Solo esperaban que no fuese una señal. Estaba abierto así que decidieron entrar sin más.
Buscaron el interrumptor y cuando finalmente prendieron la luz se encontraron con un salón vacío y una puerta cerrada. No había mucho que hacer, todos tomaron valor y la abrieron lentamente. No se esperaron ver a nadie allí.
Mucho menos a aquellas personas.
—¿¡Rose!?—exclamó preocupada al verla, Grace.
—¿Mary Stuart?—preguntó esta vez Gilbert.
Un silencio incómodo se produjo mientras las dos chicas volteaban a ver, el cual fue interrumpido por la risa de Blythe.
—Lo sabía, lo sospechaba —rió—. Nunca borraron su memoria.
