¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Dime que hemos llegado.
—Lo hicimos—contestó Gilbert viendo el gps, algo confundido.
Rose suspiró, cansada de caminar por el largo bosque. Addison estornudaba por milesima vez. Y yo paraba de golpe mi caminata al escuchar algo detrás nuestro.
—¡Al fin los alcanzo!
—Profesora Stacy...—murmuró con sorpresa mi amiga.
Salió detrás de un árbol, con la respiración agitada. Dio un pequeño saludo a todos pero se detuvo al verme de la mano con Gilbert.
—Vaya, pero si son mis pequeños alumnos que no asisten a sus clases particulares. Déjenme decirles que siempre los shippeé.
Nos miramos con Blythe y soltamos una risotada ante aquello, recordando viejos momentos.
—Me alegra que esté devuelta. Ahora... según nuestra investigación deben estar por aquí. Síganme.
Seguimos a mi hermana rápidamente y chocamos con lo que parecía ser una entrada a un sótano. Gilbert soltó mi mano y se dirigió a la puerta, abriéndola al instante.
Ignoramos el hecho de que estuviese abierta y bajamos sigilosamente. Allí abajo estaba oscuro y vacío. Miss Stacy encontró la luz y nos encontramos con dos personas atadas a una sillas.
—Mamá... ¡Papá!—grité.
Corrimos a desatarlos mientras ellos despertaban algo aturdidos. Los abracé a cada uno con fuerza.
—Chicos, ¿qué hacen aquí?—preguntó papá.
—Perdóname por todo. Fue mi culpa, si les hubiese advertido sobre la agencia esto no hubiese pasado.
—No tenían que venir, nos podíamos arreglar por nuestra cuenta. Ahora todos corren peligro—murmuró mi madre.
Nos miramos confundidas con Rose. Escuchamos un quejido detrás nuestro y nos giramos.
Addison y Stacy estaban atrapadas por dos hombres altos y musculosos. Gilbert sostuvo mi mano, como si de alguna manera me protegiera.
—¡Pero si son las Ger y su grupito de espías mentirosos!
Los tres jefes de JEI salieron de las sombras apuntándonos a Rose, Blythe y a mi. Mis padres cayeron al piso, como si hubiesen sufrido de una descarga eléctrica e identifiqué un chip en sus cuellos.
—¿Son tan cobardes que deciden apuntar a un par de adolescentes?—pregunté con rabia—. Mejor resolverlo de manera adecuada para espías, si es que realmente están capacitados como tales.
Se miraron con una ceja alzada y guardaron sus armas, acercándose velozmente hacia nosotros.
Peleamos con cada uno, a mi me tocó el señor barbudo y pelirrojo. Era el que me indicó sobre mi misión a Avonlea. Él que inició todo esto. Esquivaba sus débiles golpes y cuando se distrajo un poco, lo pateé tirándolo al piso.
Rose estaba con una señora rubia que apenas caminaba por aquellos altos tacones de aguja. Realizó la misma maniobra que ocupe alguna vez con Billy Andrews y la dejó en el piso, adolorida.
Al ver a Miss Stacy y Adds, me di cuenta que ya se habían librado de los fortachones y ahora estaban ayudando a mis padres.
Me fijé en Gilbert, quien parecía entrar en desventaja con el señor calvo. Lo encerró con un brazo en su cuello haciendo que al adolescente se le dificulte respirar, pero antes de que lo defienda, el jefe cayó al piso.
Miré sorprendida la mancha de sangre en el suelo que salía de él. Levanté la vista y me encontré con Mary Stuart, quien sostenía una navaja.
Ella me reconoció y me apuntó con aquel objeto filoso. Me acerqué cuidadosamente y vi su nerviosismo. Le saqué el arma y la tiré a un costado.
—Estamos en el mismo lado—Mary me miró algo asustada, pero luego ablandó la mirada.
Vió a su alrededor y se tapó la boca.
—Ellos... me habían obligado. Me obligaron a hacerles daño a ustedes, yo jamás quise...—comenzó a hablar con desesperación, como si lo que estuviera diciendo estuvo guardado por mucho tiempo—¡Son niños, por dios! ...Vine a terminar con ellos. Ger, lo lamento tanto—se echó a llorar.
Miré al chico a mi lado y asintió con la cabeza. La abracé y lloré junto a ella.
