OCHO

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—Hola.—
Jinyoung acababa de servirse el contenido de la botella de agua en una copa de vino. En alguna parte había leído que utilizar copas lujosas para bebidas normales subía los ánimos a cualquiera, aunque dudaba que fuera cierto y se dirigía al salón cuando Jisoo salió corriendo del baño con una bata y una toalla envuelta en la cabeza como un turbante, lo que le daba cierto aire de exótica princesa italiana.

—¿Qué tal te fue ? —preguntó Jinyoung, quitándose sus zapatos de una patada.
—Calor. Deberían matar a quien quiera que tuviera la brillante idea de hacer una sesión de búsqueda de localizaciones a primeros de septiembre. —

Jisoo lanzó un profundo suspiro y se derrumbó en el sofá al lado de Tyler
—.Eso de que no estuvieras allí fue un terrible. No tenía nada con quien reír cuando apareció Lee Shindong con uno de esos minibañadores Speedo.—

Jinyoung se estremeció. Lee Shindong era uno de los actores de más edad; llevaba años peleándose con el Padre Tiempo en un encuentro lleno de amargura que estaba perdiendo de muy mala gana.

—Debió de ser desgarrador.—
—No, lo que fue desgarrador fue ser llamada a su habitación para que le ayudara a aplicarse Just for Men al vello de las piernas.
Jinyoung se detuvo a medio sorbo de agua.
—Es una broma cierto?—.

—Ojalá fuera así. Pero te lo digo de verdad, la cadena no me paga suficiente dinero para hacer esas cosas.—
—Sí, pero piensa en todo el material estupendo que estás recopilando para cuando hagas ese libro en el que vas a contarlo todo — bromeó Jinyoung
—.Un bestseller garantizado, lo sabes de sobras.—

—Excepto que tendré que cambiar todos los nombres ó esperar a que estén todos muertos para escribirlo —
se quejó Jisoo, sirviéndose en la misma copa que Jin y bebiendo hasta apurar su contenido
—.Mmm, eso es lo que necesitaba. —

Devolvió la copa a Jinyoung con cara de impaciencia
—.Ya basta de hablar de mí. Ahora quiero oírlo todo sobre estos machos gigantescos sobre patines con los que te pagan por estar.

—¿Qué quieres saber?—
—¿Cuántos hay solteros?—
—Jisoo — le dijo Jinyoung con reprobación.

Sabía que llegaría. En el mismo instante en que Jinyoung le explicó a su amiga que había aceptado el puesto, Jisoo se le había echado encima para conocer los detalles sobre los chicos que estuvieran disponibles.
—¿Y bien? — insistió ella —.¿Alguna posibilidad?—
—Todavía no lo sé —le dijo Jinyoung, andándose con rodeos, aunque era verdad
—Deja que los conozca mejor y te diré alguna cosa.—

—El capitán está muy bueno —
comentó Jisoo en voz alta.
Deshizo el turbante de toalla y empezó a frotar con fuerza su melena anaranjada y lisa

—.¿Cómo se llama? ¿Im Jaeseon?
—Im Jaebum—la corrigió Jinyoung. Se quedó tenso —.¿Crees que está bueno?—

—¿Por qué? ¿Tú no?— Dijo Jisoo mirándolo pícaramente.
—La verdad es que no me he dado cuenta.—
—Entonces abre los ojos, chico; está buenísimo.—
—Me imagino —respondió Jinyoung distraídamente.

Por supuesto que se había dado cuenta, pero había estado intentando no pensar en ello. Para empezar, Im Jaebum no era de su estilo.

A el le gustaban los hombres un poco más cerebrales. Además, sabía que con él no tenía la mínima oportunidad. Ni medía un metro ochenta, ni había aparecido nunca en la portada de una revista, ni subsistía a base de aire y agua, y sus tetas, no tiene un par de esas.

Así que Im no lo miraría ni en un millón de años.

Jisoo, mientras, se había quedado con una mirada soñadora perdida en la nada.
—¿Y qué me dices del australiano ese nuevo?
—¿Bang? Lo he conocido hoy.
—¿Y...?
—Y es muy joven y apenas habla inglés, ni hablar el coreano.
—¿Y qué? Es guapísimo.
Jinyoung miró a Jisoo con malicia.
—¿Cómo lo sabes?
Ella se levantó, sintiéndose insultada.

—Resulta que no vivo bajo tierra, ¿sabes? Hoy aparecía en el Sentinel un artículo muy largo hablando de él. Le llamaban «el expreso de australia». —
La mirada perdida volvió a sus ojos
—.Seguro que su acento le hace parecer uno de esos espías sexy que aparecían en las antiguas películas de James Bond.

—De hecho, recuerda más a Alexandr Ovechkin*—
—Eres un demonio, ¿lo sabías? —
La mirada ensoñadora dio paso a una leve desesperación. —.¡Ayúdame, Jin! Hace tres meses que no salgo con nadie.—

—Eso no es cierto. Cenaste hace nada con ese productor de «Men on a Mission».
—Ése no cuenta. Lo único que hizo fue hablar sobre cómo su ex novia lo dejó por otra mujer. Acabada la cena, incluso yo estaba dispuesta a convertirme en lesbiana, ¿entendido? Fue una pesadilla. Mira, estoy cansada de pasarme las noches de los sábados sola, enroscada en el sofá y mirando el canal de las películas.
O peor, quedarme con Yugyeom y contigo.—

Jinyoung dio un brinco en el sofá.
—¡Yugyeom! Mierda, hoy tenía que llamarlo a la hora de almorzar.—

—Tranquilo, seguramente no estaba ni en casa —
murmuró Jisoo, examinándose las uñas—.Seguramente estaría recitándole sus poesías malas a algún pobre que no tuvo forma de huir de él.

A Jinyoung no le hizo gracia.
—¿Has terminado ya?—
—No. ¿Por qué no lo dejas de una vez, Jin? Sabes que quieres hacerlo. ¡Es un soberbio pretencioso! ¡Podrías estar con alguien mucho mejor que un tipo que fuma apestosos cigarrillos franceses y que piensa que eso le da derecho a aplicar una pronunciación francesa a su nombre! ¡Poggg favoggg!—

—¿Pero por qué piensas eso? —Jinyoung se mantenía impasible.—
—¡Ese tipo se instaló aquí seis semanas mientras no encontró apartamento y jamás se ofreció a pagar por nada! —
Jisoo estaba furiosa —.¡No sólo eso, sino que tuvo el coraje de decir que la única mujer italiana del mundo merecedora de adoración es Sofía Loren! ¿Se supone que con eso pretendía ganarse mi cariño?—

—Podría haber sido peor. Podría haber dicho Madonna. Lo dijo en plan poético.—
—Lo dijo en plan imbécil.—
—Afloja un poco con él, linda. Lo pasó mal. Su padre abandonó la familia cuando él tenía diez años y su madre no está muy cuerda, ¿me entiendes?—

—Estoy de acuerdo en eso, es muy triste —admitió ella.  —.Pero sigo pensando que podrías encontrar algo mejor.

Jinyoung puso los ojos en blanco. Era una conversación que habían mantenido ya muchas veces. Pero su amiga no lo entendía.

Él no quería nada mejor que Yugyeom, al menos por ahora. Después de tres años, la relación era cómoda e informal, algo que ambos podían mantener en funcionamiento poniendo el piloto automático.

Una cita prefabricada para el fin de semana si no había nada más interesante en perspectiva, un cuerpo caliente en la cama para aquellas noches en las que uno, o los dos, deseaban cariño.

Aquello no llegaría a ninguna parte, y así era cómo ambos querían que siguiese. Y eso era lo que Jisoo no comprendía. Para ella, todos los chicos eran potencialmente «EL CHICO», un concepto que Jinyoung se negaba a comprar.

—No te preocupes por mí. Cuando llegue el momento, despacharé a Yugyeom y me arrojaré en brazos de mi amor verdadero.—

Jisoo puso mala cara.
—No es necesario que seas tan sarcástico—
—¡No lo soy! Lo sabré cuando llegue el momento. Pero por ahora, esto con Yugyeom y me va bien.—
—Lo que tú digas. —

Agarro de nuevo la copa de Jinyoung.
—.Ahora explícame tu primer día de trabajo.—

El le contó un poco lo que había sucedido en el vestuario con Im.
—Me parece que es un puesto hecho a tu medida, cariño.— dijo Jinyoung soltando una risita.
—Oh, sí — Jinyoung estaba francamente de acuerdo
—.El no se ha dado cuenta aún de con quién está tratando.— respondió Jin entrecerrando los ojos.

—La piraña de las relaciones públicas.—
—Exactamente. — Bebió toda el agua de la copa y se levantó
—.Mañana intentaré utilizar la dulzura y la suavidad para enseñarle quién lleva los pantalones puestos.—
—Y quien se los puede quitar, si se da el caso.—
Se echaron los dos a reír.

—Toma nota de mis palabras —
dijo Jinyoung por encima del hombro mientras se acercaba a la cocina para llenar de nuevo su copa.
—.Para cuando haya terminado la temporada, el capitán estará considerado como uno de los ciudadanos más bondadosos, involucrados y respetables del planeta.

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