DIECISEIS

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Jaebum estaba en la barra pidiendo una Guinness cuando oyó que los dos chicos que tenía detrás mencionaban el nombre de Jinyoung y decían que se alegraban de que por fin se hubiese decidido a acompañarlos.

Miró rápidamente por encima del hombro y allí estaba el, precioso, vestido con unos jeans negros y una sencilla camisa blanca.

Iba acompañado por una mujer, cabello anaranjado que parecía una niña en una tienda de golosinas.

No sabía cómo sentirse.

Había ido allí para relajarse con sus amigos después de un duro partido, no para esquivar a aquel chico del demonio.

Esperaba que el se plante dónde estaba y que le diera un descanso de una vez. Tenía que saber que a la mínima mención de sus actividades de relaciones públicas o de FBR, apuraría el trago y se iría de allí.

Esperaba, por lo tanto, que estuviese allí por el mismo motivo que él, relajarse en compañía de los amigos.

Volvió donde estaba sentado previamente, con Kyungsoo y JongIn, mientras Jinyoung paseaba entre las otras mesas, presentando a su amiga a los jugadores.

Sus chicos se mostraban simpáticos, acogedores. Se sentía orgulloso de ellos.

Naturalmente, la amiga era atractiva, de modo que no era necesario ser muy listo para saber cómo iba la cosa.

Pero el Chapter House solía ser un lugar agradable, razón por la cual siempre se dejaban ver por ahí.

El arrugado camarero llevaba toda la vida allí y tenía un repertorio de historias entretenidas de sus días como marino mercante capaz de mantenerte en el local la noche entera.

El ambiente era informal y la clientela gente trabajadora, que dejaban completamente  de lado el hecho de que ellos fueran los Blades.

Era un secreto muy bien guardado, un lugar donde poder beber en paz sus cervezas. De vez en cuando aparecía algún admirador, pero Jaebum
era de la opinión de que si eran lo bastante listos como para imaginarse dónde podía encontrarse el equipo, se merecían tomar un par de copas con ellos.

Jinyoung y su acompañante llegaron por fin a la mesa cuando en la rocola sonaba un viejo éxito de la década de los sesenta.

—JongIn, Kyungsoo, Jaebum...—
Su mirada se clavó en la de él por más tiempo del que a Jaebum le hubiese gustado.
—.Quiero que conozcan a mi amiga, Jisoo.

JongIn, siempre amigable, levantó la copa a modo de saludo.
—Encantado de conocerte.
Jaebum dijo lo mismo, igual que Kyungsoo.
—Igualmente —respondió Jisoo.
—¿Quieren sentarse? — ofreció amablemente Kyungsoo.

Sonriendo, Jinyoung y Jisoo retiraron dos sillas y tomaron asiento. No llevaban ni cinco segundos sentados cuando Kim Hyungwon, el tercer alero del equipo, se acercó a la mesa después de abandonar la que compartía con el defensa de los Blades, Hwang Hyunjin, y el alemán, Bang Chan.

Kim sonrió educadamente y le dijo a Jisoo si queria tomar una copa. Le faltaban dos dientes. Ella le devolvió la sonrisa, pero declinó la invitación.
—Sólo una copa — insistió Kim, con mucha educación —.No mordemos.

—Tal vez éste sea en parte el problema —comentó irónicamente Jaebum en voz baja. ¿Es que no se percataba que aquella tal Jisoo estaba rodeada de hombres que, entre todos, sumaban más piezas dentales falsas que los jubilados de una residencia?

Jinyoung lo miró con mala cara, aunque Jisoo parecía no haber oído el comentario.

Viendo que no iba a cambiar de idea, Kim se encogió de hombros, afablemente, y se fue.

La escena se repitió cuando su compañero de equipo, Hwang Hyunjin, se acercó con la misma pregunta. Jisoo aceptó esta vez, y después de lanzar una rápida mirada a Jinyoung para asegurarse de que no pasaba nada, siguió a Hwang hacia su mesa.

—Bien, eso fue interesante —observó Kyungsoo.
—Es una buena palabra para calificarlo —murmuró Jinyoung, frunciendo el entrecejo cada vez más.

—Me pregunto qué tenía Hwang que no tuviese Kim—reflexionó JongIn en voz alta.
—Dientes —respondió con voz grave Jinyoung, mirando nervioso en dirección hacia donde había ido Jisoo .

«Está preocupado por tener que cuidar de su amiga», pensó Jaebum . Y él estaba ahora preocupado por tener que cuidar de Jinyoung, por tenerlo allí sentado y asegurarse de que lo pasase bien.
« ¿Por qué demonios había tenido que venir?».

—¿Quieres tomar algo? —
Jaebum escuchó a JongIn pronunciar esas palabras y se molestó.

¡Estaba a punto de decir lo mismo y JongIn se había adelantado!

«Decídete, Im. ¿Quieres que se quede a tomar una cerveza contigo o quieres que se largue?»

Jinyoung se mostró agradecido.
—Una Bud, gracias, JongIn.
—Iré a por ella. —Jaebum se levantó de un salto.

Notó que los tres observaban con las cejas levantadas cómo él se retiraba de la mesa y se dirigía a la barra, pero le dio igual.

Mientras pedía la cerveza de Jinyoung tendría tiempo de pensar cómo quería comportarse con el en un encuentro social.

Hasta aquel momento, había conseguido evitarlo a la perfección, expulsarlo de su mente. Y tenía que seguir con la cabeza muy clara.

Pidió la bebida y miró de reojo la mesa, donde Jin seguía charlando con sus amigos.

Cuando estaba feliz, se le iluminaba la cara, sus ojos brillaban. Aquellos ojos recordaban a veces los de un niño abandonado y despertaban en él un sentimiento de protección.

Y ése era el motivo por el que se había abalanzado sobre Bang en el tren. No había tenido nada que ver con querer alejar a Chan de Jinyoung. Había sido una simple cuestión de protección. «Sí, eso era».

Regresó a la mesa con la cerveza y se la pasó a Jinyoung.
—¿Cuánto te debo? —preguntó el.
Jaebum agitó la mano restándole importancia al asunto.
—Invita la casa. — Dio un trago a su Guinness y el sabor con cuerpo de la cerveza le calentó la garganta y el estómago.

Nada mejor que una buena cerveza negra después de partirse la espalda sobre el hielo—.Y bien, ¿qué me perdi?
JongIn se levantó y extendió la mano en dirección a su esposo

—Kyungsoo y yo nos vamos a bailar. Jinyoung te pondrá al tanto.
«Pagarás por esto», le decía la mirada de Jaebum a JongIn, cuya única respuesta fue una gran sonrisa en el momento en que posaba la mano en la cintura de su esposo y lo conducía hacia la pequeña pista de baile improvisada.

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