ONCE

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Fuera lo que fuese, sus palabras de despedida lo habían enfurecido.
Naturalmente, tenía que admitir que había sido él quien había empezado.

Había tenido que salir con aquel comentario sobre las eliminatorias.

Podía haberse mordido la lengua. ¿Qué había conseguido? Nada, con la posible excepción de un enemigo para toda la vida.

Se acercó a la mesa, agarro una resplandeciente manzana roja y la mordió, con fuerza.

Se acabó la dulzura y la suavidad. Im Jaebum le había tirado el guante.
Pues el lo levantaría.

La batalla acababa de empezar oficialmente.

Tal vez él se hubiera llevado las dos primeras peleas pero, al final, la victoria acabaría siendo suya.

FBR esperaba que ganase. Le pagaban para ganar. Pelearía con Im Jaebum hasta el final.

No porque quisiese, sino porque tenía que hacerlo.

°°°


—Jaaaeeebuuum . Vamos, despierta.

Jaebum abrió a penas el párpado por el que apareció un ojo cansado e irritado.

La estupenda morocha que se había llevado a casa la noche anterior estaba cabalgándolo como si fuese un caballito de juguete.

—¿Podrías por favor bajarte de aquí? —murmuró educadamente, la punzante migraña que sentía detrás de los ojos lo taladraba cada vez que ella saltaba.

—Eso no es lo que decías anoche —
bromeó ella, inclinándose hacia delante de modo que sus pechos rozaran el torso de él.
—Ya no es anoche —
replicó él, cerrando el ojo.

El dolor era tan fuerte e intenso que derrumbó la cabeza sobre la almohada.

«Tanto juego y demasiado alcohol convierten a Jaebum en un resacoso».

La mujer que había conducido hasta el éxtasis la noche anterior  *.¿Lucy? ¿Lari? ¿Luli?* dejó de dar saltos pero no hizo ningún amago de descabalgarlo.

De hecho, acababa de enterrar el rostro en el cuello de él para mordisquearlo, con la esperanza de revivirlo y realizar de nuevo una regia actuación. Pero no sería así.

—Hablo en serio —. dijo amablemente Jaebum—.Necesito que bajes. No me encuentro muy bien.—
La mujer chasqueó la lengua decepcionada y se hizo a un lado, permitiéndole volver a respirar con normalidad.

Consiguió abrir los dos ojos y, con lo que al parecer era la poca fuerza que le quedaba, volvió lentamente la cabeza hacia la mesita de noche para ver qué hora era.

Las diez y media de la mañana. «Oh, mier... no espera, espera. Las diez y media de la mañana... domingo. Uf».

Por un segundo, el pánico se había apoderado de él al pensar que se había dormido y se había perdido el entrenamiento.

Pero entonces lo recordó: anoche era sábado, y había salido con un par de amigos, habían ido al York Club, un privado de la zona del centro.

El propietario del club, claramente emocionado por tener en su casa a una estrella del deporte, le había dicho a Jaebum que tenía barra libre.

Y él había aceptado la invitación, de modo que los recuerdos de la noche se habían vuelto más confusos a medida que más alcohol iba bebiendo.

Recordaba haber subido a un taxi en compañía de la morocha que ahora tenía a su lado, y lograba recordar también las acrobacias que habían practicado después.

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