VEINTIUNO

201 50 6
                                    

Estaba a medio camino del despacho de Wang cuando recordó de repente una reseña que había leído en la página de chusmerios del Post la mañana del día anterior: Lee Taeyong y Han Jhonny estaban en Goyang, durante toda la semana visitando a sus amistades.

-¡Idiota! -se dijo, mientras corría hacia el ascensor y sin parar de reír.

Llegó a su escritorio jadeando y buscó enseguida la agenda electrónica donde guardaba todos los números de teléfono que sabía o creía podía necesitar en algún momento.

El y Han Jhonny eran conocidos. Habían asistido juntos a clases de kickboxing en el Centre place & Racquet Club cuando los Reynolds vivían aún en Goyang.

Jinyoung le había conseguido un pequeño papel en una serie. «Si algún día necesitas ayuda en cualquier cosa, le había dicho Han, no dudes en llamar a nuestro relaciones públicas».

Pues había llegado el momento de reclamar ese favor.

Encontró el teléfono y, cruzando los dedos, marcó el número que le había dado la esposa del Grande.

Después de colgar el teléfono, nada en el mundo le importaba menos que Im Jaebum y su estúpida negativa a ayudarlo en las obras benéficas.

Nadando en la sensación de ser invencible, bajó rápidamente a la calle para encontrar un taxi que lo llevara a casa.

« ¡Soy bueno, maldita sea!», se dijo para sus adentros, sentado en el asiento trasero del taxi.

Y por primera vez en mucho tiempo, lo creyó de verdad.

°°°

La cena se celebraba en el Tavern on the Green, en la zona oeste de de la ciudad.

De noche, aquel restaurante era absolutamente mágico, con las lucecitas blancas que adornaban los árboles que lo rodeaban iluminando de forma tenue las limusinas, taxis y coches particulares que iban deteniéndose de uno en uno y descargando a unos invitados que se habían vestido como si fueran a asistir a un baile.

Jinyoung estaba encantado, sobre todo cuando entró en el salón de banquetes donde iba a celebrarse la fiesta.

Con sus paredes de cristal, el techo alto abovedado y sus relucientes arañas de cristal de Baccarat, era un salón que siempre le hacía pensar en un pastel de bodas: ligero, etéreo, delicado.

Se concedió un par de minutos para disfrutar de todo lo que le rodeaba y para escuchar la música de jazz que tocaba un joven sentado a un piano blanco situado en una de las esquinas.

Se sirvió una copa de Champagne de una bandeja que le acercó un camarero y se dispuso a dar una ronda por el salón.

Gracias a su anterior trabajo, conocía a muchos de los asistentes y tenía siempre por norma reconectar con todos ellos, especialmente con los editores de revistas, a quienes descaradamente daba ideas para artículos sobre los jóvenes y atractivos jugadores.

Una editora de la revista Seventeen se mostró especialmente interesada por un posible posado fotográfico con Bang o con Hyungwon.

Jinyoung guardó su tarjeta y le prometió llamarla el lunes.

Aprovechó un momento de pausa entre tanta acción para acercarse a Wang, que estaba haciendo un trabajo estupendo rondando también por el salón, eso sí, sin dejar de estirar el brazo siempre que se acercaba un camarero con una bandeja de canapés.

-¿Feliz? -le preguntó Jin.
-¿Feliz? ¡Si tenemos aquí al estrafalario Lee Taeyong! De estar seguro de poder levantarme de nuevo, me arrodillaría en el suelo y te besaría los piececitos.

Él le apretó el brazo.
-Mi objetivo es satisfacerte.
Jinyoung siguió cuarenta minutos más dando vueltas, francamente confiado.

Era una cosa que sabía hacer muy bien, sabía hablar, cómo vender los Blades como una fuerza potencialmente activa para la comunidad pero sin forzarlo.

Como resultado de ello, dos personas de dos programas sociales distintos habían accedido ya a trabajar con el despacho de relaciones públicas para celebrar un acto benéfico.

Como si no hubiese bastantes motivos para alegrarse, la gente se estaba volviendo loca con la presencia de los Reynolds, y Wang no se había manchado aún el smoking.

El único problemita era su empalagoso compañero de trabajo, Kim Junmyeon, que se le había pegado como una sombra desde que había llegado.

Hasta el momento, Jin había conseguido ir siempre por delante de él y evitar el contacto.

Pero cuando tanto Bang como el tipo de Hockey on the Hudson con el que estaba charlando se disculparon para ir al servicio, se quedó indefenso y Kim le entró directo.

-Jinyoung. -Incluso la forma de pronunciar su nombre le ponía los pelos de punta-.Eres un caballerito con el que es muy difícil conseguir una cita.

-Estoy trabajando, Jun. Tú también deberías hacerlo.

Soltó una carcajada más falsa que un encuentro de lucha libre.

Haciendo caso omiso a la indirecta, deslizó lentamente la mirada por su cuerpo, haciéndole desear haberse vestido con un bolsa de papas en lugar del traje ajustado de color azul noche en el que siempre confiaba cuando tenía que ponerse elegante de verdad.

-Míra- murmuró Junmyeon.
-.Siempre he dicho que en los envases pequeños estaba lo mejor.
-¿Como en el caso del veneno? -replicó Jinyoung.
-Y también con una apuesta secreta como ésta -
dijo él, arrastrando las palabras.

-No te entiendo.
-Diciéndonos que podías conseguir a Lee, pero no a Im y luego presentándolos a los dos. Una sorpresa muy agradable, Jinyoung. A Wang le encantará.

Jinyoung volvió la cabeza, siguiendo la mirada de Junmyeon en dirección a la entrada al salón de banquetes.

Allí, guapísimo, vestido de esmoquin y con el aspecto de ser el propietario del lugar, estaba Im Jaebeom .

Y agarrado de su brazo una modelo, su hermana, Jennie.

blAdEsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora