Lo de las relaciones públicas tenía sus compensaciones, y esto era un ejemplo de ello: sentada junto a la pista de hielo, observaba a su hermanita disfrutar del entrenamiento de los Sicheon.
Jimin no despegaba los ojos de Jaebum en ningún momento; todo lo que él hacía era lo mejor, lo más grande, lo más asombroso.
«Eso es lo que tú crees», pensó Jin, sabiendo que después del entrenamiento tendría que dirigirse al vestuario e intentar, una vez más, hablar con el capitán terco para que dedicase un poco de su tiempo a alguna buena causa.
Pero cuando Jaebum pasó volando por su lado y lanzó el disco por encima del Plexiglás en dirección a Jimin, la postura de Jinyoung se suavizó un poco.
Tal vez no quisiera tratar con el, pero era evidente que le importaba hacer feliz a una joven admiradora.
Lo menos que podía hacer era reconocérselo.
Y mientras lo observaba, Jin intentó ver a Jaebum a través de los ojos de su hermana, sus admiradores y sus compañeros de equipo.
Para su hermana, era un dios del deporte cuyo coraje y determinación lo habían ayudado a hacerse un lugar en la historia del deporte.
Sus admiradores lo amaban porque era superior a la vida, un jugador legendario y un ganador acreditado que había conseguido la Stanley Cup para Sicheon y que estaba decidido a conseguirla de nuevo.
Sus compañeros de equipo lo querían por el mismo motivo, y por otros más: era su líder, pero también su amigo, alguien que los apreciaba de verdad a todos ellos a nivel individual.
Wang le había contado una historia sobre un novato que había llegado a los Sicheon a mitad de temporada y que se había instalado temporalmente en un hotel. Im había invitado al joven jugador a instalarse en su casa e incluso le había ayudado a encontrar departamento.
Jinyoung se había quedado boquiabierto al escuchar el relato; le había costado reconciliar el deportista egoísta con el que se había enfrentado, con aquel que supuestamente tenía un corazón. ¿Quién era aquel tipo?
Finalizado el entrenamiento, Jimin se puso los patines, impaciente por la oportunidad que se le brindaba de explicar a sus amigos que las cuchillas de sus Bauer habían tocado el mismo hielo que los patines de Im Jaebum.
El plan de Jinyoung consistía en dejarla dar unas cuantas vueltas a la pista para que disfrutara y luego acompañarla al vestuario y presentarla a los jugadores.
Normalmente, Im era uno de los primeros que abandonaba el hielo y se metía en la ducha. Pero aquel día fue el último y, de hecho, se acercaba patinando a ritmo lento hacia donde estaban Jinyoung y Jimin, haciendo con ello que los ojos de la niña doblaran prácticamente su tamaño y el estómago de Jinyoung quedase hecho un nudo, a la defensiva.
—Hola —le dijo a Jimin desde el otro lado del Plexiglás—.Soy Jaebum.
—Yo... —Jimin se interrumpió, demasiado atónita como para poder hablar. Se volvió hacia su hermano. «¿Es real todo lo que me está sucediendo?», preguntaba su mirada.
—Está bien —susurró Jin, dirigiendo amablemente la mirada a Jaebum, que se mostraba imperturbable ante la repentina mudez de su hermana. De hecho, parecía incluso que entendía su actitud.—Tú debes de ser la hermana de Jinyoung —continuó tranquilamente Jaebum, con una expresión muy amable
—.Veo cierto parecido.Jimin se limitó a tragar saliva.
—Ella es Jimin —dijo cariñosamente Jin, rodeando a su hermana con el brazo y pellizcándole en broma el hombro, para tranquilizarla —.Ayer cumplió doce años.—Feliz cumpleaños— dijo Jaebum.
—Gracias —consiguió murmurar la chica .Jaebum señaló los pies de Jimin, calzados con los patines.
—¿Juegas al hockey?
Jimin movió afirmativamente la cabeza.Y la cabeza de Jaebum se inclinó en señal de aprobación.
—Muy bien. Lo único que importa es el deporte. ¿Te gustaría dar unas cuantas vueltas conmigo, pasarnos el disco?Esta vez fueron tanto Jinyoung como Jimin que abrieron los ojos como platos.
—Jaebum —empezó Jinyoung, intentando contener su asombro —, no tienes por qué hacerlo.—Lo sé. Pero quiero hacerlo. —Lanzó a Jimin una sonrisa de aliento—.¿Juegas?
—Sí —dijo ella, amedrentada.
—Pero con una condición.«Por supuesto, pensó con amargura Jinyoung. Sabía que era demasiado bueno para ser verdad».
—Si fallo un pase, no se lo digas a nadie. Al fin y al cabo, tengo una reputación que mantener.—
Jimin sonrió y mirando a Jinyoung una vez más para adquirir confianza, se unió a su héroe sobre el hielo.Al principio estaba nerviosa, sus pasos inseguros, pero fue soltándose poco a poco.
Jinyoung no podía oír lo que Jaebum le decía pero, fuera lo que fuese, hacía sonreír y reír a su hermana.
Estaba conmovido. ¿Cuándo había sido la última vez que había oído a su hermana pequeña reír de aquella manera, tan despreocupada y feliz?
Siguieron patinando, turnándose en la portería, pasándose una y otra vez el disco.
Jinyoung fue percatándose lentamente de que en aquel momento no estaba viendo a Im Jaebum tal y como lo veían sus admiradores, ni tal y como lo veía su hermana, ni siquiera como lo veían sus compañeros de equipo.
Veía un hombre fuerte, atento, cuyas convicciones estaban tan profundamente enraizadas como sus emociones.
Como alguien dispuesto a dedicar tiempo a hacer feliz a un niño; un hombre del que cualquiera podría estar...
Se detuvo allí. ¿Pero qué estaba pensando?
El hombre que estaba allí enfrente embelesando a su hermana era la perdición de su existencia profesional.
No sólo eso, sino que además era el típico deportista mal educado, egoísta, probablemente sexista, además, con el que no quería tener absolutamente nada que ver.
No. Seguiría con Yugyeom, el cerebral, el pretencioso, el desmotivado Yugyeom. Yugyeom, el seguro.
Al menos, pensando en él, no agitaba en lo más hondo de su ser aquellos sentimientos profundos y aterradores.
Que algún significado debían de tener, eso era evidente. Aunque no estaba muy seguro de querer saber exactamente cuál era.
BAUER: reconocida marca de indumentaria profesional de hockey.
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blAdEs
FanfictionPark Jinyoung es un publicista con la misión de cambiar la imagen de los chicos malos del Hockey: Los Sicheon Blades, campeones de la Stanley Cup. Im Jaebum es un capitán con una misión. Su equipo debe volver a ganar la copa, cueste lo que cueste. °...