ARIA

3

Volver a casa me resultó más fácil de lo que pensaba. Entré tranquilamente, como si no acabara de fugarme por unas horas, y subí rápidamente las escaleras para entrar en mi habitación. No recibí ningún reproche por parte de mis padres, ni queja por mi actitud. Supise que debían estar más ocupados en lamentarse de lo horrendas que eran sus vidas.

Dejé mi chaqueta sobre la cama, y me dispuse a desnudarme lo antes posible para sumergirme en la bañera que preparé rápidamente. Necesitaba estar sobria y poder pensar con claridad. Si lo que aquellas chicas habían dicho en el la discoteca era cierto, entonces tenía un gran problema. Un atraco bastaba para hacer que mis padres cogieran sus maletas y me llevaran lo más lejos posible de aquel pequeño pueblo. A decir verdad, me importaba una mierda ese video, yo misma lo entregaría, pero necesitaba obtenerlo antes que ellos para evitar un drama. Ya que, si de verdad pertenecía a mi hermano, supuse que no tardarían mucho en venir a por él teniendo en cuenta que parecía muy importante para ellas.

Dejé el agua caliente chorreando progresivamente mientras me observaba por última vez en el espejo, y me hacía un moño algo deshecho. Me desmaquillé con cura, y introducí el gel en la bañera para crear la espuma que a mí tanto me gustaba. Por último, puse la música a fondo sin importar que fueran las 2 de la mañana, y me metí dentro del agua.

La sensación de calidez, y el dulce olor que desprendía sabía como calmarme en tan solo unos instantes. No pude evitar acordarme de mi hermano, y de como odiaba que me pasara tanto tiempo en el baño. Solía entrar para fastidiar, e irse con una sonrisa macabra en la cara.

Tras largos minutos de relajación, decidí alfin salir y ponerme algo cómodo. Me estiré en la cama, y me dediqué a tan solo mirar el techo con indiferencia. Solía hacerlo cuando algo me tenía inquieta, y ese era el caso.

La verdad es que tenia miedo de buscar el video, verlo, y hundirme en la profunda tristeza que tanto intentaba evitar. Por otra parte, tan solo deseaba deshacerme con todo lo que pertenecía a Aiden y seguir nuevamente como si nada.

Necesitaba hacerlo. Necesitaba desprenderme de todos sus recuerdos.

Salté de mi cama con rapidez, y salí con ambos pies descalzos. Observé el pasillo con discreción para asegurarme que a nadie se le había ocurrido rondar por allí, y salí ágilmente. Paré frente a la puerta de su intacta habitación y la abrí con cuidado. Todo seguía igual.

Un extraño escalofrío recorrió toda mi nuca y no supe si volver corriendo por donde había venido, o entrar con valentía. Había evitado aquel lugar durante mucho tiempo, y volver tan solo me provocaba náuseas.

-Vamos. Tú puedes. - me susurré débilmente, en un intento de animarme.

Dí un tímido paso al frente, y quedé pasmada al reconocer su olor. Aquel aroma que solía transmitirme seguridad y ayudarme en cualquier problema.

Decidí ignorar la agria sensación de impotencia que acababa de notar, y seguir con mi objetivo.

Empecé por abrir todo tipo de cajones que contenía su escritorio. Algunas hojas del instituto se hallaban sin completar,y distintos bolígrafos esparcidos por el simple mueble. Seguí buscando con desespero, esperando encontrar algún tipo de USB escondida, o tarjeta de memoria.

Decidí abandonar la pequeña mesa de escritorio y buscar en el armario. Se encontraba repleto de ropa suya y zapatos deportivos de todo tipo. Lo desordené todo al querer revisar los bolsillos de cada prenda y me limité a cerrar la puerta de nuevo como si nada.

Al quedarme sin opciones, me arrodillé junto a la cama, y analicé el suelo. Distintas medias sucias parecían estar ahí desde hacía más de dos años, y una horrenda caja de condones me obligó a echarme para atrás. La mesita de noche también se encontraba vacía y repleta de pañuelos usados en cosas que prefierí no averiguar.