Me desperté con un ligero dolor de cabeza así que me sumergí directamente bajo la ducha refrescante. Estuve lavándome durante media hora, disfrutando del dulce olor de fresa del gel. Cerré mis ojos antes de salir del baño, y peiné mi cabello con delicadeza. Me vestí tranquilamente y me maquillé para esconder las enormes ojeras que se me habían formado bajo los ojos esos últimos días. Cuando me hallaba cogiendo mi mochila para salir de mi habitación y dirigirme directamente a la preparatoria, alguien entró.
-¿Aria? ¿Estás despierta? - preguntó mi madre avanzando con precaución.
-No. - mentí sabiendo que ella me estaba mirando.
Seguía dolida. Seguía decepcionada. Por su actitud, la de mi padre, y sus decisiones de mierda.
Mi madre resopló agotada y dejó de caminar. Me giré hacia ella alzando ambas cejas, y esperé a que dijera algo más. Como no lo hizo, fui yo quien rompió el hielo.
-¿Qué quieres?
-Tu padre y yo queríamos hablar contigo. - dijo con algo de inseguridad. - Cuanto antes mejor.
-No tengo tiempo para discusiones familiares. - dije pasando por su lado y saliendo de la habitación.
Sentí su presencia siguiéndome hasta la entrada de la casa pero no me giré de nuevo.
-No nos iremos de la ciudad. - puntualizó antes de que me fuera.
Paré en seco al escuchar esas palabras y le miré fijamente.
-Me alegra oír eso. - dije con sinceridad sosteniendo la puerta con mi mano derecha.
-Entonces, ¿cenarás con nosotros esta noche? - preguntó. - Necesitamos hablar de ciertas cosas.
-Veré si puedo.
Dicho así, ella asintió con tristeza y yo me fui dispuesta a llegar a la preparatoria lo antes posible.
Una vez dentro, me dirigí hacia mi taquilla con calma pasando por los pasillos desiertos del establecimiento. Era tarde, y la campana ya había sonado. Todos y cada uno de los alumnos se hallaban en clase escuchando las amargadas y aburridas explicaciones de los profesores de aquel instituto. Por mi parte, me dirigí hacia el aula que me correspondía y abrí la puerta sin más.
La señora Dubois, profesora de Historia, interrumpió su explicación para mirarme fijamente. Me sonrió cálidamente, y se dirigió hacia mí.
-¿Señorita Smith? - preguntó desconcertada con su acento francés ligeramente marcado.
-¿Puedo entrar?
-Llega muy tarde. Tras cinco minutos de atraso, no se me permite aceptar alumnos en clase. - dijo con aire de disculpa.
La verdad, es que su exquisita amabilidad me ponía incómoda. Siempre estaba de buen humor. Nunca se alteraba cuando ciertos alumnos no cumplían las reglas de la educación. Nada parecía afectarle.
-Entiendo.
Cerré la puerta antes de que pudiera decirme nada más y me giré para salir de allí. De pronto, un cuerpo colisionó con el mío, obligando al chico a sostenerme con ambas manos para evitar que me cayera.
-Buenos días, princesa. - dijo penetrándome con sus ojos azules intensamente.
Axel.
El video del día anterior pasó como un enorme flashback por mi cabeza, y tuve el reflejo de alejarme de él a la defensiva.
-Parece que no tan buenos. - comentó riéndose al ver mi cara.
Abrí mi boca dispuesta a decir alguna cosa, pero me quedé sin voz. ¿Como mierdas podía estar tan feliz tras la muerte de Aiden? ¿Como podía fingir tranquilidad después de verle morir?
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ARIA
Action> Tras la muerte de su hermano, Aria queda completamente devastada. Decide alejar a todos sus amigos y odiar todo lo que le rodea. Sin embargo, cuando descubre que el chico no murió accidentalmente, no puede evitar buscar al culpable. De esa forma...