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Era temprano cuando escuché la puerta de mi casa cerrarse de golpe. Ese ruido, desafortunadamente, supo como quitarme el sueño de inmediato y me obligó a bajar para ver de quien se trataba. Al encontrarme con la casa a oscuras supuse que mi padre había salido, y decidí no darle más importancia.

Dicho así, tras largos minutos intentando reconciliar mi sueño, me levanté nuevamente y me dirigí a la habitación de mi hermano. Sentía la necesidad de buscar algo más. Cualquier cosa que me fuera útil para conocer los puntos débiles de los miembros del Clan. Algo que me indicara como ganarme sus confianzas.

Volví a buscar por toda la habitación, aunque sin mucho éxito. Me senté en el que solía ser el escritorio de Aiden y me recosté vagamente en la silla de este. Resoplé dándome por vencida, ya que volver a inspeccionar toda la habitación de nuevo iba a ser un auténtica perdida de tiempo, por lo que decidí ojear el ordenador que seguía estando sobre la mesa. Sin embargo, la pequeña carpeta, la cual solía contener el video de la muerte de mi hermano, se hallaba completamente vacía.

No había nada.

Absolutamente nada.

Y entonces, entendí que alguien había entrado durante la noche para borrar la copia del video.

Dejando que la rabia se apoderara de mis sentidos, golpee el muro con fuerza hasta dejar una pequeña marca en esta.

Estaba frustrada. Acababa de perder lo único que me mantenía con vida. Lo único que me garantizaba una segunda salida, en caso de que las cosas fueran de mal en peor.

En cuestión de segundos, salí de mi casa y recorrí el perímetro en vano. Se había ido. El jodido idiota que me había robado había huido.

Por mi parte, tan solo estaba segura de una cosa. Iba a hacer lo posible por descubrir de quien se trataba.

***

Esa noche, no volví a cerrar los ojos por si alguien más intentaba entrar en casa, por lo que, cuando mi alarma sonó, indicándome que tan solo tenía veinte minutos para prepararme e ir al instituto, unas grandes ojeras se hacían presentes bajo mis cansados ojos.

Me duché, me vestí, e incluso preparé un pequeño bocadillo con el pan que mi padre había comprado el día anterior. Obviamente, minutos después de haberme despertado a causa del ladrón, escuché como él entraba y abandonaba la casa para dirigirse hacia el hospital nuevamente. Supongo que se había convertido en su rutina diaria. Había dejado su trabajo, sus amigos, e incluso a mí atrás. Tan solo pasaba por casa de vez en cuando, para dormir cuando no aguantaba estar más tiempo despierto. En eso se había convertido y sabía perfectamente que no iba a cambiar por una larga temporada. Al menos, hasta que mi madre se recuperara del todo.

Tras conducir largos minutos en los que el tráfico había sido bastante pesado por alguna razón que desconocía, estacioné mi coche en el parking de la preparatoria. Me dirigí hacia mí primera clase y esperé a que el profesor llegara. Me tocaba literatura a primera hora, por lo que también esperaba ver a Axel sentado frente a mí, lanzándome miradas perversas como de costumbre. Sin embargo, no apareció, aunque eso no me sorprendió.

Las horas fueron pasando, y tan solo escuchaba comentarios sobre los asesinatos del vestuario por los pasillos. Los estudiantes estaban tremendamente curiosos por saber lo que había pasado realmente, y algunos aprovechaban la situación para inventarse sus propias historias de ficción.

Es por eso, que tras haber comido y dirigido hacia mi taquilla para recoger algunos libros, no pude evitar escuchar la versión de una chica. Una versión que no era totalmente incorrecta.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora