25

2.1K 132 27
                                    

Una pequeña sorpresa me esperaba en la entrada de mi casa tras haber dejado el coche en su lugar. Mike, el que solía considerar como mi mejor amigo, se hallaba de pie, esperando impacientemente y llamando a alguien desesperado. Al verme, tan solo colgó, corrió hacia mí y me abrazó fuertemente.

-¿Ha pasado algo? - pregunté.

-No te he visto en la preparatoria esta mañana y he pensado que te había pasado algo. Ryan me dijo que el sábado no volviste con él.

-No había planeado nada con ese chico, Mike. Tan solo volví a casa cuando la alarma de incendios empezó a sonar. - mentí.

Él asintió dejándome nuevamente con mi propio espacio personal y calmó su respiración acelerada.

-Me has dado un buen susto. No me has cogido el móvil durante estos días. ¿Estás bien?

-No tengo que darte explicaciones sobre todo lo que hago. Creí que eso había quedado más que claro, Mike.

Dicho así, abrí la puerta de mi casa y me apresuré a entrar. No obstante, un pie me impidió que la cerrara tal y como tenía planeado.

-Me rindo.

-¿Qué?

-Que me rindo, joder. Lo he intentado todo. He insistido en que me dejes volver a entrar en tu vida demasiadas vueltas. Incluso te he dado un poco de espacio últimamente, ya que creí que te estaba sofocando. - soltó. - Pero no puedo más. No quiero seguir arrastrándome por alguien que tan solo se preocupa por su propio trasero. Así que has perdido tu oportunidad.

-No tengo tiempo para discutir. - dije evitando perder los papeles.

-Entonces cuéntame lo que te está pasando. - puntualizó. - Y si no lo haces, olvídate de mí.

-Entra.

Lo cierto es que tras la discusión con mi padre, no quería estar sola. No quería encerrarme en mi casa hasta el próximo día de preparatoria. Necesitaba hablar con alguien. Por una vez, necesitaba el apoyo de alguien.

Mike, sin dudarlo dos veces, atravesó la puerta y entró como si acabara de conseguir algo que llevaba mucho tiempo esperando. Como si hubiera visto la oportunidad de poder confiar en mí nuevamente. Pero la verdad es que yo no quería hablar. No quería hundirme más en mis penas. Tan solo necesitaba reírme un poco con alguien. Pero al parecer, necesitaba hacerlo si no quería perderlo completamente.

-Adelante. - comentó él invitándome a contarle todos mis secretos.

-Mi madre ha intentado suicidarse. Está enferma y van a trasladarla a otra ciudad para tener un seguimiento profesional. - resumí. - Además de eso, mi padre me ha obligado a mantenerme fuera de este asunto y me ha prohibido verla hasta que haya mejorado.

-¿Que ha hecho qué? - preguntó incrédulo.

Me encogí de hombros sacándole importancia al ver su reacción y él decidió pasearse por mi habitación con rapidez, frotándose la cara con ambas manos y murmurando cosas que no entendí.

-Me estás mareando, Mike. - confesé después de unos minutos.

-¿Puedo saber porque no me lo has contado antes? - preguntó evadiendo mi comentario.

-No puedes ayudarme con esto. Simplemente pasó. Así que decidí guardarlo para mí.

-Es cierto. Quizás no pueda hacer nada al respecto, pero soy tu amigo y quiero apoyarte. Así que a partir de ahora, no quiero más secretos, Aria. Y esta vez, es en serio. - aclaró.

Asentí tragando saliva, siendo perfectamente consciente de que eso no iba a ser posible. Era algo que ya estaba incumpliendo, y que seguiría saltándome hasta descubrir el asesino de Aiden.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora