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Abrí la puerta de casa girando la llave cuidadosamente y respiré hondo antes de entrar. Hice un paso hacia el frente y mi padre apareció junto a mí mirándome seriamente.

-¿Porque has tardado tanto? - preguntó juntando ambas cejas enfadado.

-He querido volver andando. ¿Hay algún problema con eso?

-No me hables así, Aria. Sabes que si  me preocupo es por tu bien.

-¿Por el mío o por el tuyo, papá? - pregunté irónicamente

-Por el de ambos.

Cerré los ojos cansada y pasé por su lado ignorando sus quejas. Le di la espalda en cuestión de segundos, y caminé hacia mi habitación hasta cerrar la puerta de golpe. Me tumbé sobre mi cama, y cerré los ojos agotada.

Seguía sin asimilar que todo aquello me estaba pasando. No era posible que Aiden hubiera sido asesinado. No era posible que hiciera parte de una pandilla completamente desconocida para mí. No era posible que mis padres tan solo empeoraran las cosas, y que me viera en la obligación de fingir normalidad, y asistir a una cena familiar sin tener ningún tipo de sentido. Porque, joder, ¡no éramos una familia sin él! ¡No para mí!

Además, el hecho de que estuviera prácticamente obligada a alejarme de Mike y Kate para no arrastrarlos junto a mí me ponía enferma. Necesitaba desahogarme con alguien. Quería parar el tiempo por unos segundos y volver a respirar con tranquilidad. Quería morir para poder renacer en otra vida. Quería vengar la muerte de Aiden, para poder olvidarme definitivamente de él.

-¡Mierda! - grité sin poder contenerme.

Segundos después escuché pasos rápidos provenientes del pasillo, y vi como mi madre entraba apresuradamente con el corazón alterado, y la respiración a mil por hora.

-¿Estás bien? - preguntó acercándose preocupada, y abriendo los ojos exageradamente.

-Sí, mamá, estoy bien. - respondí alejándome.

Me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana para darle la espalda.

-Me has dado un buen susto. Pensaba que... - quiso decir.

-¿Qué, qué? - interrumpí. - ¿Cuando dejaréis de ser tan controladores conmigo? ¿Cuando entenderéis que la muerte de Aiden solo fue un accidente?

Estaba mintiendo. Sabía que no estaba haciendo lo correcto. Pero también sabía que lo hacía por su bien. Que mi madre no estaba lista para asimilar una verdad como esa. Que no era razonable hablar sobre todo aquello sin antes obtener más información.

-No puedo. No puedo discutir de esto ahora.

-¿Entonces cuando? - pregunté sin poder creérmelo.

Sus ojos se humedecieron rápidamente, y apretó sus finos labios con fuerza, mientras su barbilla empezaba a temblar reteniendo sus ganas de llorar.

-La cena está lista. - dijo girando sobre su eje.

La observé alejándose de mí, y no pude evitar negar con la cabeza haciendo lo posible por no decir lo mucho que me dolía verla así.

Tras cortos minutos de soledad decidí bajar para reunirme con mis padres y sentarme en una de las sillas de nuestro perfecto comedor. Sobre la mesa tan solo había un diminuto pavo completamente negro y quemado. Al lado, se encontraban unas aceitosas verduras crudas.

-Se que no parece ser muy apetitoso, pero como sabéis, últimamente he perdido mi afición por la cocina. - se disculpó mi madre, sentándose junto a mí.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora