Quise apartarme. Quise empujarle. Pero no lo hice. Nuestras lenguas parecían estar hechas la una para la otra. Sus labios encajaban con los míos y su mano debía permanecer en mi mejilla. Se sentía perfecto. Mágico. Como un beso prohibido, el cual no se iba a repetir por el bien de ambos. Era como si nuestras vidas dependieran de ello. Así que tan solo lo disfruté. Por una vez en mucho tiempo, me dejé llevar. A decir verdad, lo que me dio más placer, fue el hecho de que él parecía estar disfrutándolo tanto como yo. Quizás solo era un juego, un reto para el chico. Pero lo cierto, es que me importaba poco.
Tras largos minutos de deseo compartido, ambos nos separamos, con la respiraciones alteradas y los corazones latiendo con fuerza. Estábamos confundidos y sorprendidos. He de decir que él era la última persona que esperaba besar. Sin embargo, allí estábamos. Mirándonos fijamente, como si quisiéramos que el otro diera el primer paso y aclarara las cosas.
Un sonido ensordecedor rompió el hielo avisandonos del principio de las clases. Me mordí el labio inferior algo incómoda y le miré inquieta.
-Tenemos que irnos. - dije carraspeando mi voz.
El chico asintió y recogió su mochila que había tirado mientras me besaba.
-Yo saldré primero. - aclaré. - No quiero que ningún profesor nos encuentre metidos en el baño.
Axel volvió a asentir, como si le faltaran las palabras y hubiera olvidado cómo tener una respuesta para todo.
Finalmente, abrí la puerta mirándolo por última vez, aunque su nuevo agarre en mi brazo me hizo voltearme otra vez. Fue suave, aunque también firme. Me acercó a él y llevó sus manos a mi bufanda. Me preguntó con su mirada si podía quitármela y yo tan solo me limité a no oponer resistencia. El chico me descubrió el cuello y pasó sus dulces dedos por las ahora no tan visibles marcas que él mismo había causado.
-Nunca volveré a ponerte una mano encima, ¿vale? - susurró esperando una respuesta por mi parte. - Ni yo, ni nadie. No pienso permitirlo.
Asentí algo aliviada y Axel volvió a ponerme delicadamente la bufanda. Le sonreí cálidamente como forma de despedida y él me acarició rápidamente la mejilla. Tras cortos segundos de silencio, me alejé de él y volví a dirigirme hacia la puerta.
-Hasta luego, princesa. - dijo en un tono suave.
Decidí no responder y salí de aquel lugar algo nerviosa. No pude evitar suspirar al llegar frente a mi clase de historia y pensar de nuevo en lo dulces que habían sido sus labios. Entré antes de que mi profesora no me permitiera asistir y me senté al fondo de la sala, intentando prestar atención y no culparme a mi misma de haberle correspondido el beso.
Tras largas y aburridas horas de tortura, finalmente llegó mi hora libre. Ya que no tenia hambre, y no pretendía volver a aquella cafetería por un largo tiempo, decidí coger un libro de mi casillero e ir a leerlo a las gradas del gran campo de fútbol americano de nuestro instituto. Lugar en el que, iba a encontrar la paz necesaria para hacerlo, ya que los jugadores solo entrenaban por la mañana.
Sin embargo, estaba equivocada. Todos los miembros del equipo se hallaban presentes, pasándose las pelotas con fuerza y agilidad. Decidí no volver de nuevo hacia el interior y quedarme un momento para observarlos. Desafortunadamente, eso también implicaba ver a Axel musculando su perfecto cuerpo, concentrado por dar lo mejor de si mismo en el campo. Y digo "desafortunadamente", porque eso me impedía parcialmente centrarme en mi lectura.
No obstante, no quise que eso interfiriera entre mi libro y yo, y decidí abrirlo de una vez por todas para sumergirme de nuevo en la historia de la protagonista. A pesar de que no me gustara mucho la actitud de esta, su contenido era casi obsesivo, por lo que quería acabarlo de una forma u otra.

ESTÁS LEYENDO
ARIA
Action> Tras la muerte de su hermano, Aria queda completamente devastada. Decide alejar a todos sus amigos y odiar todo lo que le rodea. Sin embargo, cuando descubre que el chico no murió accidentalmente, no puede evitar buscar al culpable. De esa forma...