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Me desperté súbitamente sin tener idea de donde me hallaba. Un olor a combustible, juntamente con la ligera música proviniendo de la radio del vehículo de mi mejor amigo me obligó a orientarme lo más rápido posible. Llevé una mano a mi cuello para asegurarme de que todavía seguía intacto, y noté que ya no me dolía tanto. A mí izquierda, se hallaba Mike conduciendo con algo de prisa, concentrado en la carretera.

-¿Como me encontraste? - pregunté.

Sentí que ya había recuperado prácticamente toda mi voz y eso me alivió bastante.

-Tenías el GPS encendido en tu teléfono. - respondió tranquilamente, ofreciéndome una cálida sonrisa.

-Llévame a casa. Necesito tomarme algo para el dolor de cabeza. - rogué algo desesperada.

-Iremos al hospital. Necesitas atención médica. Esas marcas en el cuello son preocupantes.

De pronto, un aterrorizante miedo me invadió por completo y le miré casi reclamando piedad.

-Porfavor, no me lleves al hospital, Mike. - pedí esperando que me entendiera. - Mi madre está ingresada y mi pequeño insidente tan solo traerá más problemas. Además, ya me siento bien.

El chico pareció considerar mi petición y acabó cediendo. Giró a la derecha reflexionando en si volver a casa era lo correcto y me miró con preocupación.

En cuestión de minutos, llegamos frente a mi morada y salí del coche con algo de dificultad. Abrí la puerta con las llaves que seguía teniendo en el bolsillo y entramos dirigiéndonos directamente a la cocina. Rebusqué entre los medicamentos de mi madre, alguna aspirina para tomarme y me la tragué de golpe junto con un vaso de agua.

Seguido de eso, sentí la necesidad de mojar mi cara con agua fría y maldecirme interiormente.

Mierda. Que tonta había sido.

-Vas a decirme lo que te ha pasado? - preguntó Mike algo inquieto.

Tuve que reflexionar durante algunos segundos, esperando que no me delataran, para buscar la mejor excusa posible.

-Me atracaron. - dije de pronto. - Eran 3 chicos. Tenían las caras tapadas y no pude reconocerlos. Me obligaron a pararme y me pidieron dinero, amenazándome con un cuchillo. Como no llevaba nada encima, uno de ellos me cogió del cuello e intentó estrangularme.

Mike se encontraba pensativo. No sabía si creerme o no, aunque yo hiciera lo posible por verme lo más convincente posible.

-Seguido de eso, dejaron que me fuera ya que confirmaron que no iba a darles nada. Me escapé corriendo y te llamé. - retomé con calma.

-¿Y se puede saber que hacías allí? - preguntó echándome un sermón. - ¿Acaso no tenías clase?

-Quise salir para despejarme un poco. Después de lo de mi madre, sentí la necesidad de desconectar. - mentí nuevamente.

-¿Y fuiste caminando? - insistió.

-En bicicleta.

-No tienes bicicleta. Nunca te han gustado

Me había pillado. Esa conversación me estaba agotando.

-Estuvimos dos semanas sin hablarnos, Mike. Las cosas han cambiado. - respondí fríamente, esperando que cesara su interrogatorio.

El chico asintió dándose por vencido y me miró seriamente.

-Mañana iremos a buscarla. Juntamente con tu coche. - puntualizó.

Me vi obligada a ceder también y dejé la discusión para más tarde. Si iba a improvisar, necesitaba estar en buenas condiciones.

Dicho así, pasé junto a mi mejor amigo, fingiendo una sonrisa de alivio y me dirigí hacia mí habitación. El chico me siguió, como si tuviera miedo de que me derrumbara en cualquier momento y necesitara llevarme en brazos en busca de ayuda.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora