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Abrí mis ojos con dificultad y noté un fuerte dolor de cabeza golpeándome sin piedad. Miré lentamente hacia el frente y sentí un arma posándose en mi pecho. Hice mi mayor esfuerzo por no vomitar sobre el sujeto que me apuntaba firmemente y le observé detalladamente. Cabello castaño, ojos negros, mandíbula cuadrada y nariz puntiaguda.

Liam.

-Dame una razón para no matarte ahora mismo. - dijo el chico.

Parecía tranquilo e indiferente, aunque en el fondo sabía perfectamente que hacía su mayor esfuerzo por no perder los papeles y plantarme una bala en el corazón.

Definitivamente, si Axel necesitaba unas clases de autocontrol, Liam necesitaba un curso intensivo.

-Deja de ser tan dramático, Liam. - pidió Milo a su lado, mirando el arma con desdén.

-¿Dramático? - preguntó sorprendido. - Todos nosotros sabemos que si otra persona se hubiera colado en una de nuestras reuniones, ninguno se hallaría tan compasivo.

-Por esa misma razón tienes que dejar de apuntarle con un arma, idiota. - intervino Sarah furiosa. - La mayoría sabemos quién es.

-Al contrario, preciosa. - comentó Rose a su lado, acercándose a mí con un aire amenazador. - Ninguno de nosotros sabe quién es ella realmente.

Tenía razón. Tenía toda la jodida razón. No podía pedirles que me creyeran, y mucho menos que me soltaran. Muchas cosas podrían estar en riesgo, y algo me decía que ellos no estaban dispuestos a ser descubiertos.

El caso es que me encontraba totalmente aterrada, paralizada e inmóvil. Mis manos estaban atadas a una incómoda silla, la cual también sostenía mi trasero.

-Te lo pediré una vez más, niña. - aclaró Liam cargando su arma. - Danos una razón para no matarte ahora mismo.

-He informado mi paradero a la policía. Estarán aquí en cinco minutos. - inventé rápidamente, evitando que me temblara la voz.

-Ambos sabemos que eso es mentira. - rió divertido el chico, pasando la pistola por mi mentón. - Última oportunidad.

-No tenemos porque hacerlo. - opinó Milo, algo preocupado.

-Deja que la niña hable. - pidió Rose burlonamente.

Todos me miraron atentamente, esperando a que encontrara la forma de salvarme el jodido trasero por mí misma. Axel, por su parte, parecía indiferente a toda esta situación. Estaba sentado en una butaca, saboreando el amargo sabor de su bebida y mirándome como si no estuviera a dos minutos de morir.

-Mátala. No va decir nada. - comentó Rose aburrida.

Liam sonrió satánicamente y dejó su pistola sobre mi cabeza.

-Saluda a los muertos de mi parte. - dijo el chico con diversión.

-¡No! - gritaron Sarah y Milo al unísono.

-Espera. - pedí buscando en lo más profundo de mi ser algo que me permitiera vivir unos días más. - Puedo conseguiros algo que necesitáis. Algo que os destruirá si cae en manos equivocadas.

-Explícate. - ordenó Liam reforzando el agarre de su pistola.

-Un video. - confesé.

Todos supieron de inmediato de que estaba hablando, por lo que empezaron a susurrar cosas que tan solo me hicieron marearme todavía más.

-¿Como sabes que lo necesitamos? - preguntó Milo con curiosidad.

-Digamos que el baño de un pub no es el lugar más adecuado para hablar de cosas importantes.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora