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No había ido al cementerio desde el día de la muerte de Aiden. Me atormentaba. Me hacía recordar lo jodida que era mi vida y que estaba sola. Muy sola. Pero después de alejarme del pabellón y asimilar toda la información que había obtenido, necesitaba despejarme. Pasé por todas las tumbas hasta dar con la de mi hermano y observé la lápida que mis propios padres habían comprado.

"Siempre en nuestros corazones" decía.

Relamí mis labios algo inquieta y caí de rodillas para estar a la altura de la pequeña estructura que tenía delante.

-Sé que nunca he sido la mejor hermana del mundo. - dije. - Sé que no tenía idea de lo mucho que sufrías y de toda la mierda que tenías encima. Sé que te estoy decepcionando. Si estuvieras aquí, me gritarías y me obligarías a estar con mamá. Me dirías que lo primero es la familia y me pedirías que no me metiera en el mismo agujero que tú. Pero no puedo. Nunca he sido buena para recibir consejos, y tú lo sabías mejor que nadie.

>> Y te pido perdón, Aiden. Por lo jodidamente ciega que he estado. Por burlarme de ti cuando venías a casa borracho. Por no darme cuenta de que tan solo necesitabas el apoyo de tu hermana. Y lo cierto es que, no puedo quitarme de la cabeza que tu muerte ha sido por mi culpa. Yo podría haberla evitado. Podría haberte ayudado.

>> Solías decirme que "de los errores se aprende", aunque por ese entonces no lo entendía. Y ahora, estoy sola. No me atrevo a acercarme a nuestros padres. Y sí, sé que los estoy dejando de lado otra vez. Pero es que todo parece destruirse a mí alrededor. Todas la personas a las que quiero, se alejan o sufren por mi culpa.

>>Supongo que ese es mi destino. Joder hasta morir. - reí amargamente y me senté en el suelo. - Incluso creo que podría escribir un libro.

Respiré hondo y seguí mirando la lápida con seriedad.

-Creo que me veo algo loca hablando sola. No es como si de la nada aparecieras y me dieras uno de tus maravillosos sermones. Supongo que no tenía a nadie más a quien acudir. - arranqué un trozo de hierba que se hallaba en el suelo y jugueteé con él. - Quisiera decir que te odio, ¿sabes? Quisiera tener el valor suficiente para hacerte entender que ya no te necesito. Que soy madura, y que puedo seguir con mi vida. Al parecer, no estoy hecha para estas cosas.

>>Pero algo que nunca he roto, ha sido una promesa. Así que, querido hermano, juro vengar tu muerte. Juro dedicar mi tiempo a destruir esos hijos de puta. Y juro también, vivir una vida por los dos. - mordí mi labio inferior y me acerqué a la tumba como si realmente fuera un persona. - No voy a rendirme. No ahora. Ya he empezado con todo esto y no quiero echarme para atrás. Voy a entrar en el clan y descubrir quién te ha matado. Y cuando lo haga, los otros no serán más que simples peones.

Finalmente, me levanté y dejé caer una lágrima, quien resbaló por mi mejilla lentamente. Era silenciosa y contenía todo el dolor que había acumulado estos últimos tiempos. Sí. Estaba cansada. Y es por eso, que debía seguir luchando.

-Te echo mucho de menos, Aiden. Prometo seguir queriéndote hasta mi último suspiro.

Dicho así, besé mi mano y la posé sobre la tumba. Sacudí mi ropa, queriendo limpiar la suciedad del suelo y revisé todo mi alrededor. Un extraño ruido me llamó la atención a lo lejos, y no pude evitar mantener mi mirada hacia esa dirección.

Alguien me había estado espiando.

Caminé con algo de prisa hacia donde se hallaba esa persona, pasando por tumbas más grandes y árboles de todo tipo. Era un terreno denso y bueno para esconderse. Sin embargo, cuando creí que le había perdido de vista, salió de la nada y empezó a correr hacia la entrada del cementerio. Hice lo mismo que él aunque no tuviera opción, ya que corría mucho más rápido que yo.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora