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Después de largos minutos de trayecto, los cuales fueron suficientes para llenar la camiseta de Milo y la tapicería del coche de sangre, Axel aparcó el coche frente a un edificio repleto de pequeñas y estrechas ventanas. Todos salieron del vehículo y Liam se ofreció para llevar a Sarah en brazos. Por mi parte, no dejé en ningún momento de presionar la herida repleta de miedo a que se desangrara por mi culpa. El rubio sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta tras subir una infinidad de escaleras. Un modesto apartamento se presentó frente a mí, aunque a decir verdad, ni siquiera tuve el tiempo suficiente para observar mi alrededor. Dejamos a la chica sobre un pequeño sofá que se encontraba en medio del salón, y Axel empezó a buscar en todos los cajones. Sacó unas pinzas y vendajes. Obtuvo también algo de alcohol y papel para limpiar toda la sangre acumulada.

-Hay que llevarla al hospital. - dije esperando que no la curaran allí mismo.

-No podemos. - respondió Milo. - Harían demasiadas preguntas.

-¿Y que? ¿Pretendéis curar una herida de bala con un par de pinzas y alcohol? - insistí asustada.

-No sería la primera vez. - respondió Liam con una media sonrisa. 

-¿Te parece gracioso? - pregunté incrédula. - Sarah puede morir en cuestión de minutos, y tú te las apañas para seguir siendo un arrogante fingiendo no importarle nada.

El chico se acercó dando grandes zancadas hasta quedar a tan solo unos pocos centímetros de mí. Algo nerviosa, no pude evitar dar un paso atrás, chocando mi espalda contra la pared. De esta forma, Liam cogió la parte inferior de mi cara con una mano y apretó obligándome a mirarle fijamente a los ojos. No le demostré lo asustada que estaba y me resistí ligeramente a su agarre.

-No vuelvas a hablar sobre algo que no tienes ni la mínima idea, ¿está claro? - preguntó él en un tono amenazador.

-¿O qué? - respondí provocandólo.

Si esperaba a que me rindiera ante sus ridículas amenazas, podía coger una silla y sentarse hasta que el momento llegara.

-No me retes, niña. No sabes de lo que soy capaz. - continuó.

Sus ojos negros me inspeccionaron toda la cara y podía notar una ligera tensión en los dientes. Sin embargo, seguía manteniendo en su cara esa asquerosa expresión de: "Sé que tienes miedo, así que arrodíllate y cierra la boca." Esa forma de ser tan peculiar, que te agotaba interiormente con tan solo verla.

-Suéltala, Liam. - pidió Axel tranquilamente.

El chico no le hizo caso, y yo decidí no romper el contacto visual que se había instalado entre nosotros dos. Si él quería ganar, tenía que luchar por ello. No era propio de mí bajar la cabeza y asentir asustada.

-He dicho que la sueltes. - repitió.

Liam apretó más su agarre y quise patearle el trasero a causa del dolor que me estaba causando. Ambas mejillas me ardían con fuerza y creí que el cuello se me iba a romper de la presión que estaba ejerciendo para que le mirara directamente.

-¡Ya basta! - gritó Axel empujando con fuerza a Liam para separarlo de mí.

Sus ojos negros dejaron de hacer contacto con los míos, y sus manos corpulentas me soltaron al instante. Dio unos pasos hacia atrás para alejarse del chico de ojos azules que se hallaba algo alterado por la situación y aceleró su respiración.

-Es hora de que te vayas. - dijo Axel seriamente. - Si no sabes controlarte, no puedes estar aquí.

-No pienso irme. - respondió enfurecido. - Ella es la que ha causado todo esto.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora