— Las estadísticas este año se han elevado en un 5% — escucho que dicen —. Estamos muy orgullosos de ti, Bárbara...
Mi celular suena dentro de mi bolso, siento que mi corazón se acelera por la emoción de tener un nuevo juego y hago algo que jamás había hecho en mi vida: quito uno de mis tacones para introducir mi pie, totalmente descalzo, dentro de mi bolso, el cual se encuentra en el piso, justamente a un lado de mí.
Mi dedo gordo, junto al siguiente dedo, abre el cierre metálico hasta la mitad y no pierdo el tiempo en introducir mi pie, todo mientras intento no alejar la vista de mi tío. Busco desesperadamente el aparato, se supone que lo había colocado dentro de uno de los depósitos de la cartera.
En un milisegundo despego la vista de mi tío, ese mismo que está hablando entusiasmadamente sobre la mejora que le he proporcionado a la empresa luego de varios proyectos en apoyo a los jóvenes y más pequeños que han deseado desempeñarse en el arte. Bajo mi mano y pego mi rostro al vidrio en cuando me doy cuenta de que mi pie no es suficiente, pero no lo encuentro y me desespero más de lo que ya estaba.
Mi tío está hablándoles a los socios menores y yo decido alejar un poco la silla para ver los espacios de mi bolso. Abro cada uno de los depósitos, no hay nada. Tengo la esperanzada de haber visto mal y vuelvo a cerrarlos, para luego abrirlos nuevamente. Termino tirándome al piso de rodillas y sin un tacón, mis manos están abriendo cada una de los espacios hasta que, por fin, lo encuentro al fondo.
Un pequeño grito de alegría sale de mi boca cuando lo sostengo entre mis manos. Veo que una luz en verde parpadea paulatinamente y mi corazón da un brinquito interno al saber que es él.
— ¿Bárbara? — pregunta alguien.
La realidad me golpea al ver a varios rostros fijos en el vidrio de la mesa, entonces me doy cuenta de que estoy arrodillada apreciando un aparato a como lo haría Gollum en el señor de los anillos.
Intento levantarme, pero mi cabeza da un fuerte golpe en la mesa, sacando suspiros de impresión a más de un viejo regordete. No me queda más que gatear hasta volver a empujar la silla, subirme perezosamente y acomodarme como si nada pasó.
Todavía me encuentro sin un tacón y bajo la mirada intensa de mi tío. Él eleva una de sus pesadas cejas para preguntarme, sin palabra alguna, si todo se encuentra bien el día de hoy. Asiento en silencio cuando veo a otro rostro preocupado, viendo en mi dirección. Corrijo mi postura y y me enfoco en el expositor.
La reunión continúa su curso, pero mi mente está muy lejos de este salón.
Mis dedos pican por deslizarse sobre la pantalla y ver su mensaje. Siento que mi pierna, involuntariamente, ha comenzado a moverse de arriba hacia abajo. Veo a todos los viejos, no sabría decir cuál es el más barrigón, y aprovecho otro momento de distracción para pasar mi dedo hasta por la pantalla hasta desbloquearle. Ahí está la burbuja con su rostro y un numerito en la parte superior.
— Buenos días, chamita, espero que estés teniendo un gran día. Mira que no he dejado de pensar en ti. Cada vez pienso que eres más hermosa.
Quiero saltar en mi asiento aferrando el aparato a mi pecho y cerrando mis ojos por la emoción de saber que no he tenido que hacer gran cosa para tenerlo así de bobo.
Han pasado dos días desde que comenzamos a hablar. Él es un tipo caballeroso, educado y muy preparado profesionalmente, al menos eso es lo que me ha dicho. Me sorprende la cantidad de información que puede manejar y la manera en la que me habla, es un tipo que, definitivamente, ha dejado su etapa de imbécil. Cada vez me emocionan más sus mensajes, sus palabras adorables y, por su puesto, su físico. Aunque bueno nunca ha dejado de estar. Posee unos ojos extremadamente hermosos y unos labios que te provocan deseos, cero controlables, de lanzarte sobre él y arrancarme al menos un beso.

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Punta, tacón
Любовные романыBárbara es una mujer que creció bajo la presión de ser fuerte, majestuosa y perfecta para el mundo exterior. Ella tiene bases muy claras de lo que quiere y de lo que debe hacer, si llegar al éxito ella se propone. Pero se ha olvidado de lo más impor...