¿Qué es el amor para ti?

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George Weasley x Lupin Reader

-¿Qué es el amor para ti?- preguntaste en un susurro al pelirrojo que estaba sentado al otro lado de la mesa.

-Si hablas del ensayo de Snape, no lo he hecho.

-¿Por qué no me sorprende?- dijiste más para ti, que para él. Rodaste los ojos y regresaste al pergamino en blanco que te esperaba para ser llenado.

George sonrió sin enseñar los dientes luego de darte una ojeada. Parecía ocupado con algo, que definitivamente no era de la escuela, pero te alegraba que estuviera contigo en la biblioteca. Era raro verlo allí, pero si se lo pedías te acompañaba.

-Sinceramente, no entiendo porque Snape pediría un ensayo sobre el amor. No creo que él sea capaz de amar de todas maneras.- dijiste cruzándote de brazos luego de soltar la pluma.

-¿No puedes escribir que el amor es simplemente querer a alguien demasiado?

-No, eso es algo muy breve. Creo que el amor es algo más grande, más eterno, más complejo.- George te miró algo confundido. Tu poetiza interior acababa de salir.- No creo que el amor sea sencillo, simple o fácil.

-¿Lo consultaste con los libros?- asentiste y luego le señalaste la pila que tenías al lado derecho.- ¿De verdad ninguno dice nada?

-Nada imteresante. Solo dicen que el amor es una fuerza incomprensible y complicada.

Suspiraste frustrada.

-¿Qué tal si escribes sobre tus experiencias en el amor?

-No tengo ninguna.- George te miró sin poderlo creer.

Sabía que nunca habías tenido novio y que tus amigos se limitaban a la gata que tenías de mascota y la lechuza que te traía cartas de tu padre adoptivo y quizás él también contaba, pero todos teníamos experiencias en el amor. Algunas eran malas, otras regulares y otras buenas, pero siempre conocíamos el amor en un momento dado.

-Tu padre te quiere, ¿no? Eso es amor.

-Sí, pero no creo que sea mi definición de amor. Mi padre me adoptó porque soy igual a él en muchos sentidos.

-(Y/N), de todas maneras te quiere, sino no te hubiera acogido y no te estuvise pagando el colegio o los libros que necesitas.- quizás el pelirrojo tuviera razón, pero para ti aquello no era suficiente.

El pelirrojo conocia la razón por la cual tu apellido era Lupin y porque Remus te había adoptado cuando tenías cinco años de un orfanato muggle en Londres. Solo muy pocos, como George lo sabían y quizás solo unos pocos menos lo entendían.

Era cierto que Remus te amaba como una hija, te había dado un hogar y eras su familia, pero la mayoría del tiempo creías que solo era porque eras una mujer lobo como él. Sí, habías sido mordida por uno hacía un tiempo y no lo recordabas muy bien. Ese secreto solo lo sabía George, porque se enteró sin querer. También, probablemente Dubledore, porque ese viejo lo sabía todo, pero nadie más lo sabía y no querías que lo supieran. Tu "condición" era muy grave y no te perdonarías jamás herir a otra persona.

-Quizás sea amor, pero no creo que él haya hecho lo mismo si fuera una simple bruja. Él siempre quiso una vida solitaria, antes de que entrara a Hogwarts eramos nómadas y muchas veces me pedía que me mantuviera alejada esas noches en donde le pasaban cosas malas.

-Insisto en que los padres aman a sus hijos. De diferentes maneras, pero sigue siendo amor.- dijo él antes de seguir haciendo lo que hacía.

Nunca habías escuchado a George hablar sobre el amor. Él nunca pareció importarle el hecho de tener novia, pues tenía a Fred con él todo el tiempo y eran inseparables, pero te sorprendió la ferocidad con la que había defendido el amor de los padres. Quizás él sabía que sus padres le amaban, aunque el ochenta porciento del tiempo los regañansen a él y a Fred por sus travesuras.

-¿Qué me dices de los amigos?- preguntó él de repente. Lo miraste como si la pregunta estuviese demás.

-Sabes que solo Artemisa, Apollo y tú son mis amigos.- contestaste.

-Sí, pero las mascotas dan amor y se lo devuelves cuando los acaricias o les das comida.

-Yo no te acaricio ni te doy comida.- dijiste y él rió un poco, aún escribiendo sin mirarte.

-Tienes razón, pero conmigo hablas, haces locuras y a cambio te cuido y me das consejos.- George te miró unos segundos, orgulloso de poder ser tu amigo, lo cual te pareció extraño.

-Creí que la amistad y el amor eran cosas distintas.

-Se parecen, pero no son lo mismo. Aún así, los amigos se quieren. Algunas veces el amor es lo que mantiene las amistades.- George siguió escribiendo lo que veía de un libro mientras lo observabas en silencio.

Era cierto, que las amistades y el amor no eran lo mismo, pero George siempre fue tu único amigo. No sabías como, pero Fred no formaba parte de tu círculo exclusivo de amistades, a pesar de que eran casi iguales en muchas cosas. Siempre te agradó más George, quizás porque era más tranquilo que Fred o quizá porque no había expuesto a los demás que eras una mujer lobo cuando lo descubrió sin querer. Quizás porque fue quién te ayudó a superar la soledad, quién te enseñó que hacer algo malo de vez en cuando no era siempre incorrecto, que jugar Quidditch era un reto, pues estaban en equipos distintos y que cada amistad es especial y diferente.

George te había enseñado lo que era el amor en estos últimos seis años de tu vida y habías sido demasiado ciega para verlo. George te había enseñado que las amistades se sostenían del amor que cada uno tuviera en el otro. Te había enseñado que te amaba, aunque fueras de otra casa, aunque te gustara la biblioteca y él la odiara, aunque se enojaran porque no querías participar en su broma.

Allí te diste cuenta que amor no era algo, sino demasiadas cosas. El amor eran sentimientos puros. Era proteger a tu mejor amiga de la idiota del salón, era ayudarla con una tarea, era advertirle a tu mejor amigo que no se vengase de nadie, era apoyarse uno al otro aún cuando estaban en equipos rivales.

Eso era amor y lo habías encontrado en tu mejor amigo.

George se extrañó de que estuvieras callada por demasiado tiempo, así que levantó la vista para verte, pero al hacerlo, encontró que te habías levantado y estabas de camino hacia él.

Sin previo aviso lo abrazaste por el cuello, él abrió los ojos como platos sorprendido y confundido. Esto no era normal en ti, no cuando eras una mujer lobo y tenías miedo de mostrar afecto porque podías lastimar a alguien.

-Eres el mejor.- le dijiste escondiendo tu cara en su cuello.

-Por supu...- sus palabras fueron interrumpidas por tus labios chocando contra su mejilla derecha. Sin poderlo evitar, George se sonrojó. Comenzaba a asustarse.

Había tragado saliva e iba a decirte algo nuevamente cuando pronunciaste algo que solo le habías dicho a tu padre antes.

-Te amo.- el corazón casi se le sale del pecho de la emoción y fue incapaz de pronunciar palabra por un tiempo.

Se sonrojó como un tomate y luego de que le dieras otro beso y regresaras a tu lugar, supo que quizás no solo tu pensamiento había cambiado, sino también tus sentimientos.

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