Cielo

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Theseus Scamander x Reader

Los fines de semana solían ser los momentos favoritos de la vida para Theseus. No solo por hecho de que podía dormir más de la cuenta o pasearse por allí en la ropa que quisiera, sino también porque tenía tiempo de estar contigo.

-Creí que estarías en Hogsmade.- dijo con las manos en los bolsillos y una camiseta color vino.

Al escuchar su voz, alzaste la vista para verlo más tímido de lo normal.

-Oh, no.- contestaste, sentándote derecha.- Es mi último fin de semana en Hogwarts y no quiero malgastarlo.

-¿Sentarte bajo un árbol no es malgastar tu último fin de semana?- preguntó, mientras la cálida brisa de junio le despeinaba un poco esos rizos castaños.

-Ah, no.- respondiste.

Él sonrió y te preguntaste como Theseus podía llamarse tu mejor amigo.

El castaño tomó asiento en la manta junto a ti y luego se recargó del tronco del árbol. La sombra de este era un contraste fresco para una tarde de sábado en un mes como junio.

Theseus recordó, de alguna manera, los cientos de fines de semana anteriores que tanto él como tú habían pasado bajo ese mismo árbol.

Por lo general, eran iguales: ambos sobre una manta bajo el árbol, tú leyendo un libro sentada y recargada del tronco y él acostado en la manta o en tu regazo mirando como la luz del sol se colaba entre las hojas.

-Supongo que es una tradición que tenías que llevar hasta el final.- dijo él y tu sonreíste un poco.

-Supongo que sí.- dijiste regresando al libro.

El silencio los invadió y Theseus recordó que bajo aquel mismo árbol hace unos seis años aproximadamente, te había conocido. Para aquel entonces eras pequeña y solitaria (no era que hubieras cambiado mucho desde entonces) y le llamaste la atención por ello.

Al principio hablarte era cuestión de satisfacer la curiosidad, pero mientras más te conocía, más le agradabas y de alguna manera terminaron siendo amigos.

-¿Recuerdas cuando nos conocimos? Fue bajo este árbol.- dijo él de repente.

Lo miraste, luego de alzar la vista de nuevo, pero él se acostó en la manta bocarriba y comenzó a mirar las hojas.

-Sí. Preguntaste si sabía dónde podía encontrar el salón de Herbología.- contestaste, mirando hacía el patio, dónde algunos estudiantes más jóvenes estaban paseando.- La realidad era que estabas súper lejos.

Reíste y por instinto, él sonrió.

Regresaste al libro y él a pensar.

-Este es nuestro último fin de semana. El lunes es la graduación.- comentó con la voz más despreocupada que pudo, pero en realidad, en su interior, tenía miedo.

-Sip. ¿Ya hiciste las maletas?

-No.- contestó con honestidad.

Theseus era de esos que dejaba todo para último, pero en esta ocasión, era porque hacer las maletas significaba decirle adiós a muchas cosas.

-La verdad es que es extraño. Esto de hacer las maletas para no volver al siguiente año. ¿No te parece?

-Quizás sea extraño, pero es parte de la vida.- dijiste mirándolo.- ¿Ya decidiste que vas a hacer una vez te gradúes?

-Creo que me apuntaré para ser auror, aunque no estoy seguro. ¿Qué hay de ti?

-El miércoles iré a los tryouts de mi equipo favorito.- sonrió, orgulloso de ti.

Desde siempre tu sueño había ser jugadora de quidditch.

-Estoy seguro de que lo lograras.

Se quedaron en silencio de nuevo, pero esta vez no regresaste a leer. En cambio, cerraste el libro y te acostaste al lado de Theseus para mirar hacía arriba.

-Wow, ya entiendo porque haz hecho esto durante años.- dijiste con tus manos en tu abdomen. Él sonrió y por minutos lo único que hicieron fue ver como el sol se colaba por entre las hojas y sentir la cálida brisa de verano.

-Aveces me gusta pensar que si el cielo existe, es de esta manera.

-¿De qué manera?- preguntaste curiosa.

-Hermoso, tranquilo y cálido.- contestó y por unos segundos intestaste entenderle, pero la realidad era que era difícil imaginar que el cielo fuera estar bajo la sombra de un árbol en verano.

Era hermoso, sí, pero no siempre era tranquilo y cálido. Los inviernos que pasaron allí sentados solían ser prueba de ello.

-Tienes una manera curiosa de imaginarte el cielo.- dijiste sin poder evitar reirte. Él giró a verte algo ofendido.

-Explícate.

-Bueno, es cierto que esta vista es hermosa por el sol y todo eso, pero este patio no siempre es tranquilo y la brisa no siempre es cálida. Creo que para mi el cielo tiene un aspecto más...sólido.

-Si dices que el cielo para ti es una biblioteca, te juro que no te vuelvo a hablar.- no pudiste evitar sacar una carcajada sonora, pues, la realidad era que eso era lo que ibas a decir.

-Merlín, me conoces demasiado bien.- Theseus rodó los ojos, pero sonrió, pues escucharte reír era quizás, uno de los sonidos más hermosos del mundo.

-Llevo siete años soportándote. No lo he hecho en vano.

El silencio regresó a ustedes y al patio, hasta que escucharon las risas de unos chicos de cuarto año al pasar.

-¿De verdad crees que el cielo exista?- preguntaste al tiempo  que girabas para mirarlo.

-Sería tonto no creerlo.- cuando no dijiste nada, supo que esperabas a que elaborara más la idea.- Si el cielo no existiera, ¿a dónde iríamos al morir?

-¿Al infierno?

-La vida suena más a infierno que al propio infierno, entonces.- contestó y te quedaste unos segundos mirándolo.

Desde dónde estabas podías ver sus pecas, las cuales adorabas  (cosa que nunca le dirías), pero que definitivamente extrañarías.

Regresaste a mirar arriba y pensaste en aquello que había dicho.

-Los muggles piensan que el infierno es para las personas malas.

-¿Y el cielo para las buenas?

-Sí, pero tienes razón. Aveces es mejor pensar que la vida es el infierno y que cuando muramos, iremos al cielo. Aunque espero que tengan buenos libros.

Mientras reías, Theseus sacó un gruñido y rodó los ojos. Merlín, como extrañaría tus tonterías.

-Prefiero creer que el cielo tendrá una linda vista como esta.- dijo él, cuando dejaste de reír.- Esta vista me trae buenos recuerdos. De cuando éramos solo estudiantes en un castillo, sin un mundo lleno de muggles que enfrentar.

-Aún no haz enfrentado al mundo, Theseus. Faltan unos días para eso.

-Tienes razón.- Theseus sonrió y cuando varios segundos regresaron, el castaño se giró y se acostó de costado para mirarte.

Tú simplemente giraste la cabeza para verlo y luego de regalarle una sonrisa te preguntaste si encontrarías otro momento que compartir con él en el futuro.

Él en cambio se preguntó si siempre habías sido tan hermosa. Si siempre habías sido tan atlética y comelibros. Por momentos Theseus creyó que había estado ciego todos estos años. La verdad era que eras hermosa, en cuerpo y alma y que era una pena que no hubiera sido hasta ahora que se daba cuenta de ello.

-Oye, ¿recuerdas aquello que dije de que el cielo debería ser una vista hermosa de este lugar?

Asentiste, mirándolo un poco raro, pero aún con una sonrisa.

-Creo que me equivoqué. Si el cielo existe, debería verse como tú. Como este momento.

Y no creíste haber escuchado algo más hermoso que eso en toda tu vida y después de eso, no pasaba ni un solo día que no te lo recordara.

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