Un "me gustas"

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Cedric Diggory x Reader

-Tengo sueño.

-Dime algo que no sepa.

-Le gustas a (Y/N).

Cedric, que en aquel momento estaba bebiendo un sorbo de su jugo de calabaza, no pudo evitar atragantarse y casi escupir la copia de El Profeta que estaba leyendo en aquel momento.

Su amigo, que era con quién estaba hablando, empezó a reírse a carcajadas y a Cedric no le pareció para nada gracioso.

Toció algunas veces y se puso rojo mientras intentaba no llamar más la atención. Cuando logró calmarse, giró mirando con ojos molestos a su amigo.

-¿De qué demonios hablas?- él se rió un poco más antes de contestarle a un Cedric molesto y herido.

-Es lo que escuché.

-No mientas.

-No estoy mintiendo.

-¿Y cómo sabes que es cierto?

-Su mejor amiga, que resulta ser mi novia, me lo dijo.

-No deberías estar diciendo esas cosas por allí. A ti no te gustaría que dijeran tus secretos.

-Ay, era una broma. No te la tomes tan enserio. Dijiste que te dijera algo que no supieras, pues yo te dije. Aunque, pienso que es verdad porque se nota.

-No empieces.

-Cedric, conoces muy bien los efectos que causas en las chicas.- el castaño rodó los ojos y quiso regresar a su copia de El Profeta, ahora media empapada.- (Y/N) lleva algunos meses mirándote de lejos como si no hubiera otro hombre en la faz de la tierra y ya tiene bastante harta a (Y/B/F/N) de lo mucho que habla de ti.

Cedric intentó ignorarlo. Aveces se negaba el hecho de que las chicas estuvieran locas por él. Sinceramente todo lo que quería era terminar los tres años que le quedaban en la escuela, jugar quidditch y hacer que su padre se sintiera orgulloso.

-Además, no puedes negar que a ti también te gusta (Y/N).- Cedric, quitó su vista del periódico de inmediato y miró a su mejor amigo alarmado.

-¿Disculpa?- su compañero Hufflepuff se rió como si la cara del castaño fuera un chiste.

-Cedric, no te mientas. Mentir está en contra de una de las cualidades de nuestra casa. Siempre hay que ser honestos y eso signfica siempre decir la verdad.- dijo su amigo como si fuera un dato científico o algo por el estilo.

Cedric parpadeó varias veces y regresó a su periódico.

-Ay, vamos. Ustedes se gustan mutuamente. ¿Tengo que mencionar momentos en donde me sentí realmente estúpido para hacerte recordar?

Cedric intentó ignorarlo. Énfasis en intentó.

-Está bien. ¿Recuerdas aquella vez en el juego contra Ravenclaw que te tocó jugar contra ella y no podías evitar disimular lo nervioso que estabas por ello?

-No estaba nervioso por ella.- se defendió de inmediato.

-Sí, y Snape no es un amargado.- Cedric volvió a fingir que leía.- También está aquella vez que a (Y/B/F/N) quiso que hicieramos una cita doble y cuando la viste babeaste tanto que pude haber recolectado tus babas en las jarras donde sirven cervezas de mantequilla y estoy seguro que las llenaría.

-No seas dramático.- dijo mientras empezababa a ponerse rojito.

-Tú eres el dramático. Cada vez que la ves te poner rojo, verde, amarillo...de todos colores y me pides que te esconda y la verdad es que eres demasiado grande para ser escondido a simple vista.

Cedric suspiró intentando ignorarlo.

-Y no me hagas recordar aquella vez en donde le tocó jugar contra Gryffindor y te la pasaste hablando todo el partido de ella. Creo que no hay peor tortura que escucharte hablar de ella. No me malinterpretes, (Y/N) es cool y juega bien quidditch, pero...

-Okay, ya entendí.- dijo desesperado, haciendo que su amigo se detuviera con una sonrisa.- Aún así, no me gusta (Y/N). Solo somos buenos amigos.

-Eres el peor mentiroso del mundo.

-Es cierto.

-Mentir es pecado.

-¿Qué rayos tiene...?

-¡Chicos!- gritó alguien y cuando los dos giraron, te encontraron con tu mejor amiga.

Cedric abrió los ojos alarmado y poniéndose rojo, le pidió a su mejor amigo que lo escondiera.

-Después dices que no te gusta.

Ustedes llegaron y se sentaron en la mesa de Hufflepuff como si fuera la de ustedes. Se sonrieron uno a otro y viste como Cedric se ponía algo nervioso y el intercambio de cariños entre sus mejores amigos los hacía sentir algo incómodos.

Tu mejor amiga iba a preguntar como les había ido ayer en la prácticas del equipo a Hufflepuff cuando su novio los interrumpió.

-Rayos, tenemos clase en el séptimo piso. Debemos irnos.- y sin más tomó a tu mejor amiga y se fue, dejando a un pobre Cedric y a una confundida tú solos en la mesa de Hufflepuff cuando faltaba media hora para las clases.

-Eso fue raro.- dijiste girando hacía Cedric.- ¿Estás bien? Estás algo rojo.

Lo miraste preocupada, pero Cedric estaba intentado calmarse. Estaba nervioso. Estar cerca de ti lo ponía así. Al principio no entendía porque, pero luego de escuchar las razones de su mejor amigo creía que este tenía razón. Le gustabas.

Y es que él no entendía como no era posible. Toda tú eras increíbles. Ósea, no lo malinterpreten, pero eras Ravenclaw, jugabas quidditch, tratabas a todos con gentileza y eras hermosa. Para él, eras un ángel desde el primer día que te vió y era un verdadero tonto por no darse cuenta antes.

Intentó calmarse. Le gustabas, era cierto, pero aún había sentimientos que organizar.

-Am, sí.- contestó.- Estoy bien.- lo miraste raro, pero como Cedric siempre fue extraño, lo olvidaste y empezaron a hablar sobre la sección de deportes del periódico que era quizás lo único que tenían en común.

Hablaron y hablaron, hasta que tuvieron que despedirse porque no tenían la primera clase igual. Cedric la vió irse y mientras su corazón se aceleraba pensó en que quizás su mejor amigo tenía razón y conocerte mejor era algo que debía hacer.

Quién diría que años más tarde, luego de ocultar sus sentimientos mutuamente y que por fin Cedric tuviera el valor para decirte, el destino te lo quitara de la manos y esas palabras que tanto había ensayado nunca pudieran salir. Después de todo, un "me gustas" pudo haber cambiado todo, desde el mismo principio.

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