Complicado (II)

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Oliver Wood x Reader Profesora (Parte II)

Oliver estaba pensando en lo cansado que se sentía cuando escuchó que alguien lo llamada a gritos. Respiró hondo para llenarse de paciencia y no poner mala cara ante los gemelos.

Se volteó sonriendo, sin enseñar los dientes y los gemelos se detuvieron frente a él casi sin aire.

-¿Por qué corrían?

-La profesora de Pociones...- empezó Fred.

-...se está yendo...- continuó el otro.

-...para siempre.- Oliver no pudo evitar sentirse alarmado.

-¿Cómo que se va?

-En el desayuno que te saltaste...

-...el profesor Dumbledore dijo que...

-...su contrato...

-...había terminado y...

-...debía irse.- Oliver realmente odiaba cuando los gemelos hablaban así, pero en aquel momento no le importó.

-¿Saben donde está?

-Angelina dijo...

-...que estaba empacando...

-...en las mazmorras.

Oliver, sin perder tiempo y dejando a los fatigados gemelos, salió corriendo y se maldijo por no ir a desayunar.

Corrió y no se detuvo hasta llegar a las mazmorras. Algunos le gritaron por ir sin cuidado, pero al castaño no le importó. Tenía que verte antes de que te fueras.

Llegó al que había sido tu despacho por aquellos pocos meses y se detuvo de repente frente a la puerta. El corazón le latía fuerte y el pecho le subía y bajaba furiosamente. Oliver no sabía que hacer o decir cuando estuviera frente a ti. La verdad era que siempre lo ponías nervioso y si llegaba a decir algo, sonaba muy inseguro y tonto.

Oliver tocó a la puerta y respiró hondo, tratando de ser un Gryffindor por lo menos una vez en su vida.

-Pase.- dijiste desde el otro lado y Oliver abrió la puerta.

Se asomó un poco para encontrarte con una pila de libros en las manos y un baúl flotando cerca de ti mientras se acomodaba solo.

Cuando lo viste sonreiste.

-Oh, hola, Oliver.- dijiste haciendo que las entrañas del pobre chico se estremecieran.

Nunca lo habías llamado Oliver, siempre había sido señor Wood o Wood y si era sincero, le gustaba como sonaba su nombre cuando lo decías.

-¿Pasó algo malo? No te vi en el comedor esta mañana.- dijiste colocando los libros en el escritorio para ver cuales eran tuyos y cuales no.- Pareces cansado. ¿Haz dormido bien?

Oliver quiso decirte que contigo en la cabeza, nadie podía dormir, pero obviamente no lo dijo.

-Me enteré que se va.- dijo y tu sonrisa se esfumó de tu rostro mientras separabas los libros.

-Sí, mi contrato terminó y el profesor ha llegado de su descanso.- contestaste colocando algunos libros en el baúl y otros de nuevo en los libreros de la oficina.

Oliver por momentos quiso creer que te quedarías para siempre. Sería una tortura, pero al menos podría observarte todos los días en clase.

-Usted es mejor profesora que Snape.- reiste sacando tu varita para qué el baúl dejara de acomodarse.

-Muchos me han dicho eso, pero la verdad es que no hay mejores profesores. Cada uno tiene una forma única de enseñar. Quizás la de Snape sea extraña, pero es especial.

Oliver te miró unos instantes. Quizás este sería el último instante. El último momento juntos.

-Profesora, ¿recuerda lo que me dijo sobre que si necesitaba hablar con alguien podía contar con usted?- asentiste lista para irte.- Resulta que he estado sintiendo algo...por una chica.

-Todos nos enamoramos en la escuela, Oliver. Es normal.

-Sí, pero ¿y si la chica es mayor?- te detuviste y lo miraste. Trataste de buscar algo sospechoso, pero Oliver seguía igual de raro que siempre.

-Oliver, no tiene nada de malo enamorarse de una chica mayor. Hay un dicho muggle que dice que el amor no tiene edad.

-Entonces, ¿quiere decir que quizás tenga oportunidad con ella?

-Si te lo propones sí.- contestaste y miraste tu reloj de muñeca.- Lo siento, pero tengo que irme.- te acercaste a una percha cerca de Oliver y la puerta y tomaste tu abrigo. Luego de ponértelo, suspiraste.- Fue un gusto conocerte Oliver e intercambiar pensamientos sobre quidditch. Te deseo lo mejor en un futuro y espero verte algún día en la Liga Nacional.- le ofreciste la mano con una sonrisa sincera.

Oliver miró tu mano y quiso besarte en vez de tomártela. No quería despedirse, no luego de que lo llamaras Oliver con esa dulzura que solo tú tenías, no luego de que le desearas suerte en el futuro, no luego de que le ofrecieras la mano para despedirte.

Oliver estrechó tu mano y a ambos les recorrió electricidad, pero él pensó que solo lo había sentido él.

Le sonreíste, de manera extraña, como una mezcla de tristeza y felicidad.

Abriste la puerta luego de ponerte el abrigo y tomar la maleta y justo antes de dejar a Oliver solo, escuchaste su voz por última vez en muchos años.

-Espero verla pronto, profesora.- sonreíste sin enseñar los dientes, deseando lo mismo en tus adentros.

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