¿Rosas y chocolates? no.

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Katy estaba pálida del miedo, nerviosa; ya sabía el secreto de Schakal y no le gustó nada, al contrario, le dio terror saber la verdad. ¿Cómo pasó de estar enamorada a aterrada? Ese eres el efecto que causaba saber la verdad. Y lo supo de la peor manera, por eso, con lágrimas en los ojos, repitiendo en su mente todo lo que había pasado esa madrugada, aferrada al recuerdo de un hombre que le enviaba mensajes de Buenos días, que le preguntaba a diario como había estado su día, aferrada al Schakal del ayer. Y es que nadie le había advertido que los demonios no venían mostrando su verdadero ser, nunca le dijeron que los demonios venían con rosas y chocolates.

Una lágrima resbaló por su mejilla al recordar todas las madrugadas en las que él, fingiendo amarla, le daba chocolates para que ella pudiera escribir los libros que quisiera sin pasar hambre; como, sentada sobre su regazo, con la espalda pegada al pecho de él, escribía inspirada en un amor que sólo ella sentía.

Tantas letras plasmadas, dedicadas a un ser que sólo jugaba con ella; Katy lloró más al recordar lo que el demonio había buscado en ella desde el principio. Utilizada, insegura, desolada... Un sollozo salió de su garganta al entender que nada de lo que habían vivido había sido real. Acurrucada en su cama, sólo con la camisa de él puesta, cerró sus ojos y lloró en silencio, los recuerdos venían uno tras otro, sin darle un descanso a su débil mente.

Pero pudo sentir su presencia antes de que él hablara, abrazó sus rodillas y cerró con fuerza sus ojos, creyendo que se iría al verla ahí, sin fuerza ni esperanza. Pero nuevamente se equivocaba, él fue hasta su cama y se acostó ahí, pegando au pecho a la espalda de Katy. Susurrando algo que terminó de romper todos los sueños, ilusiones, fantasías; susurrando algo que partió en dos su corazón.

Mientras tanto, Rubi, Rafelina y Aliz, estaban pensando en la propuesta que aquel demonio les había hecho, querían aceptar y lo que obtendrían de él era algo que deseaban de una manera enfermiza. ¿Cómo negarse? Y aunque sabían que terminarían mal, eso no las frenó cuando de sus bocas, un sí apenas audible salió.

Rubi quería algo que él no podía darle pero Schakal jugó bien sus cartas y ahora tenía en sus manos a las tres chicas, Rubi había dudado pero al final la ambición en ella la llevó a aceptar; Rafelina no había dudado nada, pero había fingido pensarlo, Aliz, ella había aceptado desde el primer momento, en ella no habían dudas.

Habían aceptado y no hay marcha atrás, el dolor o felicidad que viniera ahora sólo dependía de ellas. No les importaba pisotear a alguien más, que alguien se hundiera por obtener lo que querían y deseaban.

Aquellos díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora