Besos que definen el futuro.

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Nadie esperaba ver a Montserrat tan aferrada al cariño que Ozpin le profesaba; noches en vela, tardes de conversaciones, ratos de silencios... Cómo esa noche, que habían decidido ver una película nueva: Fragmentado. Una película que le había llamado la atención a ambos y que no habían podido ver aún.

Estaban en casa de Montse, pues ella se había animado a cocinar para ambos y así cenar mientras veían la película. Ozpin estaba hambriento pues sus estudios le arrebataban todas sus energías y tiempo. Tiempo que él utilizaría para comer ahora lo utilizaba para estudiar. Montse también se sentía agotada, pues estudiaba enfermería y sí, si es complicado y agotador.

Y ambos descubrieron que estaban en ramas similares cuando en el hospital donde Ozpin estaba de prácticas, ambos se encontraron. Ahora había una tensión sexual muy fuerte entre ambos,  porque en ese mismo encuentro del hospital pasó algo que nadie se esperaba.

¿Qué pasó en el hospital? Pues les diré que, en resumen, escondidos en el pequeño cuarto de limpieza, un beso arrebatador y lleno de furia fue dado. Lleno de furia porque Ozpin se sentía furioso de no tener el corazón de Montse, arrebatador porque la emociones y sentimientos fueron arrebatados por el otro y no quedó nada. Desde ese día empezaron a hablarse más pero, no había  un solo segundo en el que no desearan volver a probar sus labios.

Montserrat terminó de cocinar con la ayuda de Ozpin. Se sentaron en el sofá y le dieron marcha a la película, cada quien con el plato de comida en las piernas, dándose miradas de reojo y sin prestar atención a lo que en la televisión salía, fueron acercándose, mientras fingían estar atentos a la película y estar comiendo.

Todo se detuvo alrededor de ellos cuando sintieron la colisión que sus cuerpos provocaron al sentirse. No existía nada más, sólo estaban ellos dos, no importaba nada más. Ella volteó a verle y su mirada cayó en la boca de él. Deseando ser besada, alzó la mirada para reencontrarse con los ojos que la tenían cautivada. Pero ni siquiera pudo detallar los ojos que observaban fijamente sus labios porque Ozpin se abalanzó sobre ella, haciendo que toda la comida, que estaba en sus piernas, cayera al suelo con un estrepitoso golpe.

Ninguno de los dos le dio  importancia, a Montse incluso le fascinó ver como Ozpin tiraba el plato que ella aún tenía en sus piernas, pero no la besó, Ozpin sólo acercó su cuerpo al de Montserrat y cuando ella intentó acercarse y besarle, él se hizo para atrás.

—¿Serás mía, Montserrat? Si aceptas, te advierto que no te dejaré ir, serás mi mujer, no habrá otro hombre en tu vida.  —Montserrat empezó asentir con la cabeza y a repetir varias veces un sí lleno de necesidad, Ozpin supo que no le estaba prestando atención y acercó su rostro más al de ella y susurró, convencido y lleno de valentía. —¿Serás mi esposa, Montserrat? ¿Irás conmigo al altar y dirás qué sí?

Esas palabras sacaron a Montserrat de su ensoñación, ella sabía lo mucho que Ozpin repelía todo lo relacionado con bodas y esos temas, y eso le confirmó lo que llevaba pensando en todo el tiempo que llevaban conviviendo más. Él la amaba.

Montserrat susurró un sí, un sí que fue suficiente para Ozpin. Quién al escuchar la respuesta, tomó la boca de su futura mujer y abrazó el cuerpo que sería suyo. Montserrat no dudó al abrir los labios y recibir la juguetona lengua de Ozpin. Se entregó al beso que estaba definiendo su futuro, se entregó a Ozpin. Y si no les cuento que más pasó es porque sé que hay niños leyendo esto.

Aquellos díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora