Montserrat se encontraba con un short y una camiseta de tirantes, era una noche calurosa y no quería despertar sudada. Cuando estaba llegando a su cama vio en el suelo un anillo, definitivamente era el anillo que siempre usaba, por eso le extrañó verlo en el suelo, pues eran contadas las veces que ella solía quitarse ese anillo. No le dio más importancia y se agachó a levantar su anillo. Con las piernas rectas, sin flexionar, Montse se dobló un poco para poder tomar el anillo.
Memosferatu había decidido que esa noche haría suya a Montserrat, quería hacer una entrada triunfal, no sólo eso, quería impresionar a esa humana que lo había vuelto loco. Pero se llevó una sorpresa cuando al aparecerse en la habitación de la mujer, se encontró con una vista espectacular. Si, el culo de Montserrat lo recibió y a Memosferatu le encantó esa bienvenida.
En silencio, se acercó y cuando estuvo cerca, tomó la cintura de Montse con ambas manos y la atrajo hacia él, de manera brusca. Montserrat se paró firme al sentir como alguien la jalaba, no sólo eso, sentir el calor corporal de alguien atrás de ella las asustó. Pero algo pasaba, nuevamente Montserrat se sentía utilizada ya que no podía moverse, gritar o alejarse.
—Tranquila. —Memosferatu habló en el oído de la mujer que tenía entre sus brazos. Aspiró el aroma corporal de Montserrat y aprovechando que ella no podía moverse, puso sus manos en el vientre de la pequeña mujer que lo volvía loco. —Yo he venido a complacerte; ni un humano ha podido elevarte, extasiarte; yo he venido para que disfrutes lo que un ser del inframundo puede hacerte. No te llevaré al cielo, iremos al infierno y nunca olvidarás el éxtasis que las llamas de mi infierno te provocará.
Mientras decía esto, él bajaba con lentitud sus manos, recorriendo el cuerpo de su humana. Quedó asombrado al percibir en ella el aroma de la excitación. Lentamente, para que ella no lo notara, dejó de manipular el cuerpo de Montserrat, el resultado maravilló al rey de las tinieblas, quién excitado, acercó más el cuerpo de la humana hacia él y cuando él pudo sentir el calor que el cuerpo de Montserrat transmitía, bajó sus manos lentamente, acariciando su ombligo, sus caderas, acarició el cuerpo de la mujer hasta llegar a su entrepierna.
Ese pequeño short lo estaba volviendo loco de deseo; con una mano en su entrepierna, subió la otra hasta llegar a sus pechos. Los acarició, apretó, los quería morder, besar. Quería probar cada parte del cuerpo de Montserrat, hasta volverla loca de pasión, para que ella no pudiera olvidarse nunca de él.
—Esta noche serás mía, Montserrat, tu cuerpo será solo mío. Y te gustará tanto tenerme adentro de ti que, a partir de hoy, todas las noches me recordarás y querrás que venga a poseerte de nuevo.
Montserrat sonrió, perversa, tomó la mano que estaba en su entrepierna y cuando pudo, dio media vuelta, para que éste ser le viera el rostro cuando ella hablara. Montserrat soltó la mano de Memosferatu y él no perdió tiempo y la llevó al culo de ella. Él tenía unos deseos infernales de penetrar a su humana por ese culo y partirla en dos. Quería que al terminar, ella sintiera sus piernas temblar, que sintiera el vacío que su miembro dejaría.
—¿Crees que puedes complacerme? ¿Podrás hacerme temblar? —Dándose la vuelta, quedando frente a frente con Memosferatu, sonrió de nuevo y acercándose al rey, besó la comisura de sus labios. —Ya no quiero jugar con niños.
Memosferatu se vio ligeramente ofendido porque su humana, indirectamente, le estaba confirmando que él no podría complacerla. Así que sin perder tiempo, tomó con ambas manos el trasero de Montserrat y la obligó a enrollar las piernas en su cadera. Montserrat sonrió encantada y pegó sus pechos al cuerpo de Memosferatu. Él rey cada vez se sentía más perdido, sentir el calor de la entrepierna de Montse lo estaba volviendo loco.
—Ve a la cama, está vez lo haremos a mi manera.
La voz de Montserrat lo hechizó más, pues sin replicar hizo lo que ella le pidió. Cuando el se quedó sentado, Montse empujó el pecho del Rey hasta acostarlo en la cama, cuando él estuvo totalmente en la cama, ella empezó a moverse, sugerente, sobre el miembro que erecto, se escondía bajo capas de ropa. Memosferatu no quería parecer un principiante en esto, pero por primera vez una humana lo tenía cautivado.
Él no se quedó quieto, tener a Montserrat encima de él lo estaba enloqueciendo de placer, ver en el rostro de ella, lo excitada que estaba. No sólo eso, los gemidos que escapaban de la boca de la humana. Mmmm él quería que esa boquita besara cada parte de su cuerpo, él quería una felación, una mamada, quería un oral. Quería poseer la boca de esa mujer, no sólo la boca, quería poseer todo el cuerpo de Montserrat.
Los gemidos se hicieron más fuertes cuando Memosferatu empezó a masajear el culo de Montserrat, no sólo lo masajeaba, también le indicaba a Montse el ritmo con el que quería que ella se moviera. El miembro de Memosferatu empezó a derramar un poco de líquido preseminal, estaba excitado, demasiado para estar empezando.
—Cierra los ojos y te llevaré al cielo, para luego regresarte a tu lugar de origen, al infierno. Y todo eso sólo con mi cuerpo.
Extasiado, Memosferatu aceptó y cerró los ojos, las manos de Montserrat fueron a las de él y las tomó hasta posarlas encima de la cabeza del Rey. Mientras estiraba los brazos del monarca, fue dejando besos por el rostro del ser del inframundo. Memosferatu estaba hirviendo de pasión, por eso soltó un gruñido cuando sintió como Montserrat se alejaba de él.
—Si abres los ojos, si te mueves, perderás el privilegio que te he dado.
—¿Qué privilegio? —Sonrió Memosferatu, queriendo tener el cuerpo de la humana encima de él. Obviamente el rey sabía que ella estaba hablando de tener sexo con ella, pero le pareció divertido jugar un poco. —Soy un rey, el rey del infierno, ¿acaso crees que no puedo obligarte y hacerte mía?
Una carcajada salió de la boca de Montserrat y aunque el rey quería verla reír, ahora prefería penetrarla. Memosferatu empezó a alarmarse cuando ya no escuchó a la humana, quizá fue muy pesado y la había asustado. Pero no, definitivamente Montserrat estaba decidida a sorprender al rey. Memosferatu sintió como Montse, a gatas, subía por la cama hasta volver a la misma posición de antes, encima de él.
—El privilegio de tenerme dispuesta a ti y a tu cuerpo. —Respondió Monserrat, sonriente —¿Crees que si me obligas a estar contigo, podrías sentir esto? —Cuando Montserrat terminó de hablar, volvió a moverse sugerente sobre el miembro erecto de Memosferatu.
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Aquellos días
FanfictionHay muchas historias por contar, vidas que narrar y amores por prolongar. No puedes enfocarte sólo en una historia, cuando hay miles que merecen salir a la luz. Historias con brillo propio, historias como luceros. Y eso lo saben ellas muy bien, un...