La parca.

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Soy uno de los demonios con el rango más alto en la escala jerárquica demoníaca. Pero fui expulsado del infierno por haber traicionado al mandamás. Pero eso no tiene importancia; es muy fácil encontrar a personas dispuestas a todo por tenerme, me quieren más que a cualquier otra adicción, ellos creen que quiero cumplir sus sueños y ambiciones, pero realmente sólo busco humanos que estén dispuestos a entregarme su alma a cambio de algún deseo. Como Rubi, Aliz y Rafe, quiénes se entregaron a mi, creyendo que los deseos que voy a cumplirles serán eternos y que el tiempo no pasará.

Eso es lo que pasa cuando la ambición es tan grande que se niega a escuchar, o como Aliz, el amor es inmortal que es capaz de entregarse por volver a ver a su amor perdido. ¿Pero quién es su amor perdido? Eso lo veremos después de que  haya jugado con Montserrat y la haya manipulado. Los humanos son mis títeres y yo soy el ventrílocuo.

Ahora tengo a los humanos en mi poder; ellos se venden al mejor postor y ese soy yo. Estoy renovando mi poder, todo aquel poder que había perdido ahora se encuentra en mi de nuevo, pero quiero más.

Katy tiene el alma perfecta para ganar más poder, toda esa inocencia y transparencia me harían un demonio más fuerte que Ave María y Niji. Y ahora que Katy se niega a darme su alma, descubro que Eze, el ángel guardián de Katy, está de regreso. ¡Carajo! Aún necesito más poder, puedo vencer a esos tres pues no son rivales para mí, pero debo recordar que Ave María tiene a su escuadrón y que Eze puede convencer a Katy de alimentarle con su energía.

Pero una sonrisa perversa se formó en mi rostro cuando recordé a Heidy, ese demonio que con su cuerpo podía ganarse el alma de todos esos mortales. Entonces, un plan empezó a formarse en mi mente, este día que locutaba en la radio, me alimentaría de todos los radioescuchas y con esa energía ganada, iría de nuevo tras Katy, está vez nada me detendría. O Katy me daba su alma o pudriría toda esa inocencia para que Eze no pudiera tener más energía y poder.

...

Katy se encontraba sentada en el sillón del sofá, con la mirada perdida. En su postura y en su semblante podía verse la derrota, estaba sin fuerzas y es que él se había vuelto su adicción, se había convertido en su sueño y realidad; ¿qué haría ahora que ya no tiene su dosis diaria? Y es que eso era él, su dosis de calmantes, dosis de felicidad, lo que él fue ahora sólo era un puñado de mentiras y juegos.

Le había dado todo a él, pero era tan ciego que no había notado que ella le había entregado cada parte de su ser, hasta esa parte que él tanto deseaba.

Nadie podía saber que él era un demonio y ella lo sabía bien, la persona que se enterará terminaba entregándole su alma o con una maldición sobre su vida. Por eso Katy se había alejado de sus amigos, familiares, se había alejado de todos procurando que su desgracia no cayera sobre las personas que ella quería.

Pero hay cosas que no podemos evitar y situaciones que se dan para empeorar, como cuando Katy escuchó como la puerta de su casa era abierta y por ella entraba Diego, su mejor amigo. Katy se levantó de un salto, asustada pero no de ver a su amigo ahí sino de sentir como la habitación se enfriaba súbitamente, advirtiéndole sobre la presencia de ese demonio sin corazón. Ella corrió hacia su amigo con el terror desbordando por sus poros.

—¡Vete Diego, vamos, debes irte! —Katy habló, casi gritando, empezó a empujar a su amigo por el pecho, intentando empujarlo y alejarlo de lo que tanto temía. Schakal había regresado de nuevo y la última vez la había dejado bajo una amenaza que no dudaría en cumplir, a ella no le importaba morir en manos de su amado, pero haría cualquier cosa por salvar a su amigo.

Diego no entendía porque su amiga actuaba tan erráticamente. Pero sintió como todo el cuerpo de ella se tensaba y le extrañó cuando ella después de haber estado gritando que se fuera ahora se encontraba quieta y sin emitir sonidos alguno. Diego cada vez entendía menos, ahora un hombre se encontraba en la misma habitación que ellos pero él no lo había escuchado llegar

—Pero ¿qué tenemos aquí? ¿es tu amigo Katy, le has hablado de mí?

Diego fue testigo de como la voz del hombre se volvía más terrorífica, la mirada del hombre, hombre que tenía los brazos descubiertos haciendo sobresalir  unos tatuajes, Diego no le prestó atención a eso, toda su atención estaba en el odio que el hombre tenía en la mirada, mirada que iba dirigida a Katy.

Katy lentamente se separó de su amigo y dando media vuelta, enfrentó al demonio.

—Déjalo en paz, a él no le harás nada.

Una risa maquiavélica salió de la boca del demonio, pues nuevamente, encontraba una brecha en la determinación de Katy.

—¿Qué te parece si dejo libre a tu amigo, pero a cambio me das lo que tanto quiero? Es un trato justo, tu amigo se salva y yo tengo lo que quiero.

Katy estaba a punto de aceptar cuando su amigo habló, empeorando la situación.

—¿Eres un demonio, cierto? He leído bastante sobre los de tu clase y tú mirada y tatuajes son la marca de los demonios.

La sonrisa desapareció del rostro de Schakal, siendo suplantada por una mueca de asco.

—¿Quién te ha hablado de mí? ¿Quién eres?

Diego caminó unos pasos para proteger a Katy con su cuerpo, sin temor le habló al demonio, pues sabía cuál era la debilidad de los demonios de su jerarquía.

—¿Por quién estás aquí? Sé que los demonios de tu rango no son expulsados hasta que se enamoran de sus contrarios y son condenados a vivir eternamente en la tierra, con los humanos.

Katy entendió entonces, porque él siempre le decía que ya no tenía corazón. Schakal en cambio, supo que el amigo de Katy sería un problema para él y sus planes.

—¡Humano entrometido! ¿Crees que puedes hablar de mí sin pagar las consecuencias? Mi vida, mi nombre no pueden salir de los labios de los mortales.

Katy pudo escuchar furia en la voz de Schakal, eso la paralizó, un escalofrío recorrió su columna vertebral y pudo sentir como la habitación lentamente iba tornándose menos fría y eso la confundió. Pero salió de su aturdimiento cuando escuchó las siguientes palabras del demonio.

—Desde hoy y para toda tu vida, cargarás con el peso de mis palabras, una maldición he puesto sobre tu cabeza y nadie podrá romperla. Te condenó a ti a un mundo de locura y perdición, te condenó a vagar por la tierra como un muerto en vida. Y te condenó a sentir el dolor de la muerte todas las noches de tu vida. Con mi poder invoco a la parca, para que entre en tu cuerpo; la sentirás recorrer tus huesos para que al amanecer no recuerdes nada pero el dolor siga presente.

La habitación se oscureció abruptamente y un frío sobrenatural se hizo sentir por todo el lugar. La luz volvió y un ser oculto en un manto negro hizo aparición por lo alto, emitiendo una risa tenebrosa bajó en picada hacia Diego, quién estaba paralizado por el miedo.

Katy no lo pensó cuando de un empujón quitó a Diego de su lugar y sin dudarlo, tomó su lugar. La parca entró en el cuerpo de Katy y un grito lleno de agonía salió de su garganta. Katy sintió el dolor de sus huesos al  romperse, sintió como cada parte de su cuerpo era masacrada pero desde afuera, los que observaban la escena sólo veían a una mujer retorciéndose de dolor pero que no tenía ningún daño físico.

Schakal emitió un grito lleno de frustración, la maldición era para ese humano que veía a su amiga sufrir pero que no podía hacer nada por ayudar. Ahora todo el poder que el alma de Katy podía brindarle sería absorbido por la parca.

Aquellos díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora