26.- Batalla del Campo de Laplaya: 1

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Leila Nilli

—No puedo creer que en serio lo lográramos —dije viendo a través de esos binoculares

—Creí que veías el futuro —se burló.

—No lo veo todo y además solo puedo ver el futuro de las cosas que están al alcance de mi vista, sabía que continuaríamos, no si llegaríamos a algún lado —expliqué volteando hacia él, estaba vestido con su cota de malla, y en su cinturón estaba enfundada su espada, pero traía otra en su mano.

—Es para ti, la necesitarás ahí abajo —explicó.

—Se defenderme sin necesidad de un arma —respondí poniendo mi mano en medio rechazándola.

—Ya lo se, eres buena peleando, pero no sabemos con que nos toparemos al desembarcar, tal vez terminemos accidentalmente en medio entre 2 grandes ejércitos, no podemos correr riesgos, la armadura no te protegerá siempre —indicó obligándome a sujetar la espada—. A y ya está libre el cambiador, ve y ponte tu armadura o no te dejaré bajar de la nave.

—Ni siquiera eres el líder de esta misión.

—Pero te apuesto a que si le doy la oportunidad de dejarte, él no rechazará esa opción.

Asentí y corrí al interior lo más rápido que pude, con la nave que no dejaba de sacudirse era algo difícil, hace 2 meses que no habíamos encontrado ni una isla, si no pisaba tierra firme me iba a volver loca, claro si es que no lo estaba todavía.

Finalmente volví a subir a cubierta, cuándo ya habíamos soltado las anclas, todos estaban ahí sacando a los caballos, para subirlos a los botes y el capitán Loyei, estaba frente al borde de la nave observando la costa frente a nosotros, caminé hacia donde el se encontraba.

—Es increíble verdad después de tan largo viaje al fin llegamos —me dijo cuándo llegue a su lado y apoyé mis manos en el barandal de la nave—. La verdad no creí que fuera posible, cuántas posibilidades había de que en serio hubiera otro continente al darle la vuelta al planeta.

—No creó que fuesen muchas —al frente se veían 2 altas colinas llenas de vegetación y en medio de ellas apenas un poco más arriba que estás se encontraba Hari iluminando la mañana.

—¿Qué es lo que más extrañas de casa? —lo mire extrañada por la pregunta—. Lo pregunto porque eres la más joven de la tripulación, la única que nunca viajó una gran distancia —explicó.

—Supongo que ver a Istri en el cielo, es raro ver un cielo que no será eclipsado al medio día —indique.

—Supongo que si, ahora ve con el equipo de desembarque, tengo el presentimiento de que te necesitarán —ordenó.

—Como usted ordene, capitán —volví y me subí a la última de las balsas, he iniciamos a remar.

Por suerte las aguas estaban tranquilas, así que no hubo demasiado problema para llegar a la orilla, ayude a bajar a Luani, pues los otros caballos me tenían miedo.

—Vas a tener que montarla a ella —me dijo Masiel.

—Pero Luani es tu yegua, no la mía —le respondí queriendo entregarle las riendas de esta.

—No me parece que seas alguien muy caminadora, y si llegamos a necesitarte será necesario que estes en buenas condiciones, así que no repliques y sube —me respondió, mire el lomo de Launi, no era tan alta, un poco menos de metro y medio, pero nunca antes había montado sola —¿Necesitas ayuda para subir?

—Si —dije algo avergonzada.

—Bueno estate lista, será a la cuenta de tres —indicó tomándome de la cintura—. Uno —inicio la cuenta acunclillándose atrás mío—. Dos —continuó y preparé mis brazos para hacerlo, mis ojos me dejaban ver lo que estaba por pasar—. Tres —completó y me elevó con fuerza, yo ayudándole con mis brazos me logré subir.

—Bueno, supongo que yo la guiare —comentó sujetando las riendas

—Linci, ¿hacia donde? —cuestionó al mencionado.

—Supongo que lo mejor será adentrarnos entre las colinas —mencionó volteando hacia nosotros y soltó un risa—. ¿Cuándo te volviste un caballero? —preguntó al verme a mi sobre la yegua de Masiel

—Siempre lo he sido Linci —respondió el con obviedad y sarcasmo a la vez, yo solo volteé mi cara, en parte me daba vergüenza ser la única acá que no sabía montar.

La travesía duró hasta la tarde, cuándo vimos lo que parecían ser algunos Nimenos arriba de otra colina—. Parece que no somos los únicos Nimenos acá —dije emocionada.

—No son Nimenos —respondió Masiel que observaba con su binoculares.

—¡Masiel la bandera blanca ahora!

No importaba lo que esos seres fueran, estaba corriendo hacia nosotros y bien armados, sus armaduras estaban formadas por placas metálicas moldeadas al cuerpo, Masiel agitaba nuestra bandera de paz tan alto como podía, eran casi un centenar de guerreros que venían a nosotros, y eso hizo que Launi se asustara he inicio a agitarse, intenté controlarla pero entonces se alzó en 2 patas por unos instantes haciéndome caer.

Magia RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora