••• « Dublín, Irlanda » •••
Aquella mujer de cabellos rojos se dirigía en su vehículo hacia la gobernación,-"Esto me pasa por llevar este horrible disfraz"-, tras ese pensamiento, cerró sus ojos cuando su visión se tornó borrosa y de ese modo, concentrando el mínimo de su poder en sanar aquella herida que hubiese sido fatal sino hubiese usado todo su poder para acabar con aquellos demonios.
-Lástima, me gustaban esos guardaespaldas-, suspiró acongojada, mientras aumentaba la velocidad hacia su oficina. Cuando ya había llegado, la herida se había cerrado por completo con la cantidad maánica necesaria, pero aún faltaba por sanar, de ese modo, bajó del auto caminando rápidamente hacia su oficina aguantando el dolor punzante que sentía cada paso que daba, y de esa forma, mantener su apariencia actual y no levantar sospechas en ese lugar, no debía abusar de sus poderes mágicos.
Caminaba a paso raudo, nadie de ese sector podía creer lo rápido que caminaba para su edad, la secretaria del lugar la miró sorprendida por esa energía y horrorizada por aquella mancha de sangre en su pecho
-Tranquila no es mi sangre, Lily-. Al escuchar aquello, la secretaria suspira aliviada, y extrañada por su llegada, frunce el ceño.
-Señora Cooper, ¿Dónde están los demás?-, al escuchar eso, la aludida prefirió ignorar aquel mensaje, no quería que su empleada sufriera de más y con esa sensación se subió al ascensor
-"Vamos Zayda, ¿Cómo explicarás lo que sucedió en aquella mansión? Hey, buenos días señor, pero debo informarle que un grupo de demonios mató a toda su división y me intentaron hacerlo conmigo, pero como soy lo que soy, les fue imposible y aquí estoy"-, se rascó la cabeza tras ese pensamiento, suspiró acongojada, a su temprana edad ya le habían sucedido varias cosas y respirando acongojada por ello, entra a su oficina donde ese gato la miraba fijamente
-¿Qué miras Jun? Si quieres volver a ser como antes, olvídalo...-, el aludido bufó al escuchar esto, Zayda estando en confianza en su escritorio, detiene el hechizo de envejecimiento y cuando eso ocurre, su cabello vuelve a tener un brillo hermoso, su color rojizo parecía de un fuego vivo, sus ojos volvieron a ser cobrizos como antes y su piel estaba tan lisa que impresionaba la juventud que emanaba,-, ¿Qué? ¿Te sorprende lo joven que realmente soy? Tengo alrededor de 12 mil años mocoso, y de esta forma, mis heridas sanarán completamente, mientras protejo este lugar...
Jun se sobresaltó al sentir el cerrojo cerrar tras de si, sin embargo, se estira en el escritorio para tomar una siesta mientras veía a esa mujer cerrar sus ojos como si estuviese meditando-"Si tan solo pudiese usar sus poderes..."-, pensaba aquel felino ofuscado por aquella situación, al enterarse de su edad se había dado por vencido, él tenía 520 años y ella le doblaba la edad, sobre todo su especie era mucho más poderosa que la de él y resignado, apoyó su mentón sobre sus pequeñas manos.
-Protejo este lugar de los malos espíritus de mi pasado, también de los que vienen a atacarle en un futuro, protege a quienes están en este edificio expulsando a quienes tienen malas intenciones y no permitas la entrada de seres malignos a este lugar-, murmuró esta oración Zayda con los ojos cerrados, y tras terminar se vio como un hilo blanco cubrió todo ese edificio, y al mismo tiempo que humos negros eran expulsados de aquel lugar, y sintiendo una fuerte punzada en el pecho se sienta derrotada en el asiento.
Jun la miró preocupado, se acercó donde estaba ella y vio que la herida se había abierto-"Pero que idiota, ¿Qué le servía proteger al resto si ella moría en el proceso?"- y él tratando de hacerle reaccionar, dió un respingo cuando ella abre sus ojos emitiendo un fuerte brillo, Zayda dio un grito bestial y Jun miró sorprendido como el cuerpo de ella se llenaba de escamas tratando de sanar aquella herida.
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Crónicas Guardianas: "La mujer bajo el cerezo" [Eldarya]
FanfictionPrimer libro de Crónicas Guardianas. Sinposis: "No pido que me perdones, ni que me comprendas, pero no puedo quedarme por más tiempo en este lugar... Te ruego que me olvides, pero protege nuestro tesoro y dale el amor que yo nunca pude entregar" M. ...