Capítulo 18: "El sello de tu alma"

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Esta noche era bastante especial para aquel miembro de la guardia brillante, y como todas esas noches, él mostraba su verdadera forma en aquella desolada pradera, en donde con sus negras alas emprendía el vuelo hacia aquel templo alejado de Eel.

Su corazón se oprimía al pensar en ella, odiaba tenerla a su lado y no poder hacer nada por quien siempre ha amado, a pesar de que ella nunca se diera cuenta de ello, a pesar de saber que ella era feliz con otro, él no se imponía, él la amaba tanto que deseaba que ella fuese feliz, a pesar de que no fuese con él.

Aunque debía admitir que se sintió feliz al ver que ella llegó cuando él la llamó cuando aquel oscuro ser atacó Eel, suspiraba acongojado, ¿Era muy egoísta de su parte? En el fondo, aquella acción alimentó sus esperanzas, pero miraba con remordimiento haberlo hecho-"Quizás si no hubiese hecho eso, ella estaría feliz en los brazos de él y Blake hubiese crecido con su madre, la hubiese conocido y sabido lo maravillosa que era..."-, suspiró al pensar en aquello, y sintió como las lágrimas caían por su rostro al sentir la culpa de que todo lo que le sucedió a la mujer que amaba, ocurrió por su egoísmo, por su culpa.

Finalmente cuando descendió al suelo el sol amenazó con salir en el horizonte, ocultó sus alas para no ser descubierto por los transeúntes del sector, suspiró para armarse de valor y tocar la mano de aquella que dormía en un eterno sueño, y cuando llegó a la cima, abrió los ojos aterrado por aquel escenario que se le presentó.

-"¿Sombras?"-, pensó aquel rubio mirando el escenario al frente de él, aquellas horribles criaturas resguardando el templo de Mizuki, su pecho dolió por ello, en cambio, cuando ellas le vieron, chillaron y volaron en todas las direcciones dirigiéndose donde él estaba, y él al ver esto, protegiéndose con sus alas de aquellos reiterados golpes hasta que al tener otra opción, liberó su poder de luz, ahuyentando de esa forma a algunas que se fueron hacia el horizonte al ver que desintegró a la mayoría de ellas en un canto como sacado del infierno y así poder avisarle a su ama de lo que había sucedido en aquella colina. Y es ahí cuando aquel ser, se viéndose libre al fin, corrió hacia el templo, viendo a Mizuki aterrado, dándose cuenta que desde su ausencia, su estado había empeorado.

-Mizuki... lo siento tanto... no pude protegerte... debí haber venido antes... ¡Demonios! ¿¡Cómo pude ser tan estúpido!?-, gritó en el interior de aquel lugar arrodillándose cerca de ella, y finalmente, sintiendo su corazón palpitar fuertemente, toma aquella mujer en sus brazos, y sale con ella como tal princesa que él leía cuando era pequeño y emprendiendo el vuelo, la lleva al CG.

Ya finalmente después de varios descansos entre kilómetros recorridos, baja por aquella pradera tan conocida por ambos, entrando en la cueva que usaba con ella para entrar al CG sin ser vistos cada vez que se escapaban a ver las estrellas, y al hacerlo, siente una pizca de nostalgia al ver que ella estaba a su lado nuevamente, y uniendo sus labios en una fina línea al ser de la manera que él no quería, y procurando ser fuerte, entró rogando que nadie los viese en el CG, él debía por lo menos, mantener aquella promesa que hizo con ella.

••• « 30 minutos después » •••

Sentía el frío de la cueva y los pasos al otro lado de la muralla, apretaba a aquella mujer contra sí para que no sintiera frío alguno y cuando sintió que no habían moros en la costa, abrió aquella muralla que daba al pasillo de las habitaciones y apurando el paso, se dirige hacia su habitación y cuando finalmente se encuentra en ella, suspira aliviado

-Amaya... compórtate, Mizuki estará en esta habitación hasta que despierte...-, Leiftan miró a su panalulu que observaba a aquella kitsune con recelo, y ladeando la cabeza preocupada al ver que no respondía a sus miradas-Creo que debo asumir que te agrada un poco...

Crónicas Guardianas: "La mujer bajo el cerezo" [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora