"La libertad está en ser dueños de nuestra propia vida".
(Platón)
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••• «Hace 20 años atrás » •••
Dublín siempre fue una ciudad llena de misterios, pero las fiestas siempre abundaban, aquel día se celebraba como todos los años el día de San Pedro, donde ningún irlandés era ajeno a cada broma que los duendes le brindaban aquel día, objetos perdidos como también extraños sucesos que ocurrían sino le dejabas una moneda de oro en la ventana.
Eso sabía Dory Dickens, una mujer de rubia cabellera y azulada mirada, cuyo rostro estaba marcado por las ojeras, aquel día era el cumpleaños de su querido nieto, y tomando el bolso y aquel presente que aquel niño tanto había pedido, miró hacia atrás donde se supone que estaba su marido
—Harry... ¿Estás listo?—, preguntó finalmente aquella mujer, frunciendo el ceño por un leve dolor de cabeza, aquella sensación la invadía nuevamente, su vista se nubló sintiendo aquellas voces de ultratumba, miró a la ventana y vio aquella moneda de oro ahí, intacta, eso no era obra de los duendes, era aquello que en su juventud siempre la hostigó y ahora, volvía nuevamente.
Esas pequeñas voces molestas, diciendo ese nombre que ella no quería escuchar, se colocó ambas manos en sus orejas buscando la paz que tanto añoraba, y cuando su marido bajó las escaleras viendo como su mujer miraba a un punto fijo, mordiéndose los labios y sus ojos tan rojos como la sangre, finalmente, cuando vio que ella cerró los ojos, la tomó de los hombros cuando ella gritó su nombre...
—¿Qué? ¡Estoy aquí cariño! ¡Contigo!—, respondió el señor Dickens extrañado a su mujer, aquello no pasaba hace mucho tiempo, y besando aquella frente, exclama—¿Estás segura que quieres ir? Podemos ir más tarde cuando te sientas mejor, querida...
Dory aún no respondía, veía a su marido como si esa vez fuese la última vez que le viese con vida, y él asintiendo, toma el teléfono que estaba en la cercanía de su mansión, pero antes de que pudiese marcar hacia el hogar de su hija, empezó a toser y su brazo izquierdo dolía
—¿Qué...? ¿Qué me sucede...?—, y sin poder hacer nada al respecto, su corazón se detuvo, Dory mirando como su marido estaba desplomado en el suelo, se acerca al teléfono y marca el número de emergencias, y se sienta en aquel lugar, sintiendo su corazón doler... desfallecer...
—Ni siquiera pude despedirme...—, y tomando el regalo de su querido nieto, solloza hasta más no poder, había predicho la muerte del hombre que más amó en su vida, algo que no quería darle a nadie. Lo vio con vida sabiendo que la muerte tocaba su puerta sin poder hacer nada al respecto, y con aquel mismo impacto, sintió las bocinas de la ambulancia acercarse y ella poniéndose de pie, abre la puerta viendo como los paramédicos llegaban con una camilla.
Se hincaron donde Harry estaba, trataron de reanimarlo en vano, y ella miraba todo aquello como si fuera una película frente a ella, suspiró, aquellas maniobras eran en vano, su alma ya había abandonado ese cuerpo e ido al más allá... y así fue como a las 19:30 pm aquellos paramédicos dieron la mala noticia... Harry Johnathan Dickens, había fallecido por un ataque cardíaco.
Al poco tiempo, que ellos se fueron con el cuerpo para hacerle una autopsia en el hospital, Dory marcó a la casa de su hija, quien le respondió de la otra línea.
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Crónicas Guardianas: "La mujer bajo el cerezo" [Eldarya]
FanfictionPrimer libro de Crónicas Guardianas. Sinposis: "No pido que me perdones, ni que me comprendas, pero no puedo quedarme por más tiempo en este lugar... Te ruego que me olvides, pero protege nuestro tesoro y dale el amor que yo nunca pude entregar" M. ...