Uno🔑

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Seúl corea año 2019 en la actualidad

8:00 am, tutelar de menores

Empacaba mis cosas en la pequeña maleta, hoy era mi último día en el tutelar. Acababa de cumplir los 19 años y era hora de salir de estas cuatros paredes en donde crecí, sentía alivio de irme de este infierno vivido pero al igual me invadía el miedo y la tristeza pues dejaría de ver a los pocos amigo que conseguí aquí.

— ¿Tienes que irte?—la tierna voz de mi compañera y amiga de habitación apareció desde la puerta.

—Supongo—me encogí de hombros.

—ahora a quien se supone que le contare de mis pequeños delitos de espiar a Taehyung—dijo en un leve puchero.

—cuéntaselos a Boo.

—Boo no sabe hablar—reprocho.

—pero al menos sabe escuchar y ten por seguro que no encontraras a mejor persona que guarde tus sucios delitos—cerré la maleta.

—No quiero que te vallas, odio que cumplieras 19—los ojos de Mandí empezaban aguarse.

—Mandí no llores, sabes que odio las despedidas y más si lloran—al parecer mis palabras no ayudaron ya que se soltó en llanto. Resople en derrota—ahora tengo que abrazarte ¿cierto?—asintió.

Camine hasta ella dándole mi mejor abrazo o por lo menos el intento de uno. Nos separamos para dedicarnos la mejor sonrisa posible aunque claro la mía era falsa, no por el hecho de no sentirme feliz si no que jamás supe dar una de verdad. Unos golpes no hicieron reaccionar para ver la silueta de la rectora.

—Im Hara, ya es hora—dijo en tono seco. Di mi última despedida a Mandí

—en verdad espero que te valla muy bien. No me olvides porque te juro que yo no lo are, solo un año más y pronto nos volveremos a encontrar—dijo en confidencia.

—eso dalo por echo—afirme—recuerda patearle el trasero a todo aquel que quiera pasarse de listo y otra cosa, si ves el trasero de Taehyung no olvides tomar una foto, dura más.

Me dio su última risa para luego agarrar mi maleta y salir con ella de la habitación, no podía creer que en unos minutos más y seré libre o por lo menos de esta cárcel. Caminamos por los largos pasillos, a lo lejos divise a Taehyung quien al verme me dedico una de sus tantas sonrisas junto con un adiós. En este lugar llegue a vivir lo más oscuro pero también lo más lindo, que me depararía el mundo ahora, la gente me juzgara o solamente me ignorara. Sentí unos retorcijos en mi estómago, billones de emociones cobraban vida pero mi parte mala también. Llegamos a la recepción donde me entregarían las pertenencias con las que llegue hace 7 años.

—Pon tu nombre y firma aquí—me indico la encargada del papeleo—bien, te hago entrega de esto. Buena suerte Hara—asentí tomando la bolsa que me había entregado. Caminamos hasta la puerta de salida—abran las puertas—indico la oficial—bien desde hoy eres libre.

Me quede estática por unos segundos, tomando valentía para poner un pie fuera de aquel lugar, inhale llenado mis pulmones de aire para soltarlo de golpe. Avance unos pasos hasta sentir el calor del sol impactar con mi rostro, tarde en acostumbrarme un poco a la luz. Mire hacia atrás viendo como las puertas se cerraban, observe todo a mi paso y joder se sentía jodidamente bien respirar aire puro, camine un poco más con mi maleta en mano, mire a todas direcciones en busca de mi madre...pero no había nadie.

—disculpe, ¿es usted la señorita Im Hara?—un señor de mediana edad quien vestía con un traje negro y elegante se acercó a mí.

—sí, soy yo. ¿Quién es usted?

—mis disculpas, me llamo Choi para servirle—hizo un reverencia—su madre me envió a buscarla.

—mi madre...

Me sorprendí de manera, aquel anciano camino hasta lo que era un coche grande y caro abrió las puertas para después indicarme que entrara. Con algo de desconfianza camine hasta llegar, mi maleta fue arrebatada para ser llevada a la cajuela donde fue depositada, choi me apresuro a subir dentro. Mire cada detalle del coche sin perderme nada, para mí era muy nuevo.

—disculpe. ¿Por qué mi madre no vino personalmente?

—La señora Yong estaba muy ocupada, por eso me envió a buscarla—asentí.

<<Que podía ser más importante que mi salida>>

Las horas pasaban mientras veía por la ventana observando todo, me sentía pequeña en este mundo que era nuevo para mí, desde pequeña siempre viví en un espacio reducido donde lo más que podías llegar a ver eran unos enormes muros que te separaban de la realidad. Entonces de ver pequeñas casas ahora enormes mansiones empezaban aparecer, jardines de lo más grandes y bien cuidados, coches de lujo, enormes puertas. Todo parecía igual que la casa de Barbie.

—Hemos llegado—hablo choi quien bajo primero invitándome a seguirlo.

Un enorme portón color blanco con decoraciones se abrían poco a poco dejándome ver una enorme casa, las manos de choi se posaron en mi espalda empujándome delicadamente para que caminara, mis nervios estaban a flor de piel pues no sabía dónde estaba y que era todo esto. Entramos adentro donde la sala era mucho más grande que el jardín, los pisos pulcramente pulidos, azulejos de color beige, sofás de cuero negro y blanco, retratos, chimenea, trofeos, jarrones, estatuas y un enorme cuadro donde tres persona aparecían, me acerque sin apartar la vista. Un nudo se instaló en mi garganta al ver el rostro de lo que ahora era mi madre...a su izquierda aparecía un hombre el cual pude recordar bajamente y entre medio de ellos un niño de unos 11 años. Todos sonreían alegremente...Mordí mi lengua para no dejar salir ninguna lagrima.

—¡¿Hara?!—escuche una voz dulce.

—voltee hacia esa voz—mama'...

—Cariño—me envolví en sus brazos—no correspondí, mi cuerpo se tensó ante aquel contacto que llegar a sentirse cálido era frió. Quien era ella, no reconocía ni a mi propia madre—mírate cuanto has crecido—me observo— ¿qué pasa?

—nada...solo que ha pasado tanto tiempo.

—Lo sé, pero ahora ya estás aquí—forzó una sonrisa—choi lleva la maleta de Hara a su habitación—de seguro debes tener hambre, ve a la cocina le dije a la sirvienta que te preparara algo—me indico por dónde.

No dije nada más y camine hasta donde me había indicado. Sentía como si todo esto fuera tan extraño, al voltear atrás pude ver como marcaba un numero con rapidez llevándola hacia su oreja mientras mordía sus uñas con nerviosismo con su pie daba pequeños saltos en el mismo lugar una y otra vez, cuando logre ver que habla se alejó saliendo a lo que parecía era el jardín.



 Sentía como si todo esto fuera tan extraño, al voltear atrás pude ver como marcaba un numero con rapidez llevándola hacia su oreja mientras mordía sus uñas con nerviosismo con su pie daba pequeños saltos en el mismo lugar una y otra vez, cuando l...

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