TREINTA Y NUEVE🔑

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Algo no me estaba dando buena espina desde hace días, los mensajes de nuevo volvieron a molestarme. No le había dicho a nadie, no quería preocuparles más, y con la llegada de mi madre todo estaba más que de cabeza. No hay solo día donde tengamos roces por cualquier cosa.

En el trabajo tampoco tenía tiempo de descansar, en verdad era una semana ocupada en todo los sentidos. Para mi suerte Jungkook tenía más pendientes de los cuales algunos tenía que ocuparme, poco a poco me acostumbre a todo pero realmente quería un respiro.

Mi celular vibró con la llegada de un mensaje:

Desconocido

Cariño, quiero invitarte a ir de compras conmigo.

Hara

Estoy en el trabajo, ahora no puedo.

Desconocido

Entonces acepta ir conmigo y tu hermano a cenar cuando salgas del trabajo.

¿Qué dices?

Hara

De acuerdo.

Desconocido

Perfecto, pasare por ustedes en la noche.

Guarde el celular.

—Hara, llegó esto para ti—Riu un chico de Japón que se encargaba de entregar la correspondencia llego hasta mi escritorio para darme un sobre color manila.

—Ah, Gracias Riu—espere hasta que él se fuera, mire el sobre con extrañeza, ¿quién podría mandarme esto? estaba por abrirlo cuando la bocina del teléfono sonó.

—Hara, puedes venir un momento.

Deje el sobre aún lado, me levanté para ir a la oficina de Jeon.

— ¿Que se te ofrece?—dije cerrando la puerta.

—Necesito que envíes esto las más pronto posible a nuestros proveedores—tome las hojas—te envié por correo las fotos para la portada de esta semana, seleccionadas por categoría y se las envías al departamento de diseño.

—Enseguida lo hago—me di la vuelta para ir hacer mi trabajo.

—Espera—lo oí decir.

No tardó en abrazar mi cintura y juntar nuestros labios. Se separó juntando nuestras frentes, no podía negar que para mí seguía siendo incómodo actuar de esta forma, pero prometí que pondría de mi parte.

—Te invito ir al cine hoy en la noche—propuso con una sonrisa.

Me aleje un poco—Lo siento pero iré a cenar con mi madre y hermano saliendo de trabajar.

— ¿Cenar? Desde cuándo salen a cenar como familia— dijo irónicamente.

—Ni yo tengo idea, me mandó un mensaje hace rato.

—Pueda que sea tu madre, pero, no me da muy buena espina que de la noche a la mañana le dé por reunirse como la feliz familia que son—rompió el abrazó y se sentó en la esquina del escritorio.

—Yo tampoco, pero que puedo hacer. Si no aceptó no sabré nunca que es lo que trama.

—Tienes razón, solo estate con cuidado—me dio un beso en la frente.



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