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Se vio a sí mismo reflejado en aquellos ojos de tonalidades cafés que le miraban tan fijamente, el lobo de gran estatura que se encontraba frente a él respiraba casi pesadamente, sangre manchaba su pelaje blanquecino en zonas cercanas a su hocico. Por todo eso solo podía pensar en que ese alfa podía acabar con su vida en solo segundos.

Rendido se dejó caer al suelo de rodillas, sintiendo como las ramas y las rocas lastimaban su piel ante el brusco contacto. Sin tomarle mucha importancia a su propio dolor ladeó la cabeza dejando expuesto su cuello como un gesto de sumisión, esperando que aquel gran lobo le perdonara la vida.

Podía percibir a su alrededor una enorme cantidad de aromas desconocidos: las plantas, los animales, las construcciones o cultivos, y lo más importante, el aroma de otros lobos; sobre todos aquellos aromas había algunos en específico que predominaban, entre esos el aroma de un alfa que se trataba de algo parecido a la tierra mojada y a la madera recién talada.

Más por miedo que por respeto evitó levantar la mirada hacia el alfa frente a sí, su cuerpo se sacudió iniciando a temblar cuando escuchó como otros dos lobos se acercaban, por sus aromas pudo asegurarse a sí mismo que se trataba de otras dos alfas. Un gruñido resonó por el bosque, el gruñido del gran alfa hacia sus acompañantes.

Aun con la mirada nublada pudo ver como las patas del lobo que se encontraba frente a él se transformaban en pies humanos, dando a entender que había vuelto a su forma humana.

- Nombre y manada de procedencia -exigió una voz grave con un tono de firmeza.

- ChangBin -respondió siendo presa del temor- Desterrado de la manada sur.

- ¿Cuál fue la razón? -preguntó de vuelta la misma voz.

Estaba tan asustado que no escuchó a los otros dos individuos en voz baja y conocía tan poco al alfa que no pudo notar la sorpresa en su voz al hacer esa pregunta.

- Ser un omega.

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