17: La primera...

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17 

-¡Pizza!

-¡Salchipapas!

-¡Lomito!

-¡Silencio! – grito Izayoi parando las sugerencias para la cena - ¡Hare un guiso y listo!

-¡Noooo!

-¿Querida? ¿Tú no quieres unas empanadas? – Inu No le sonrió con malicia, sabía que a aquella comida no le podía decir que no.

-Bueno está bien, pidan lo que quieran y las empanadas con ají por favor – Izayoi sonrió y salió de la sala principal.

El interior de la casa era grande, solo era de una planta, pero tenía mucho espacio y muchas habitaciones. Las paredes de piedra con barro, el techo de barro y cañas, manteniendo la temperatura adecuada en el interior. La sala era grande, con un juego de refinados sofás, un plasma en el medio una mesa de en el centro de madera cara y cuadros de pinturas y familiares en las paredes, muebles con libros, mesas de luz con lámparas y plantas naturales en cada esquina de la casa.

-¿Ustedes que pedirán? – Rin les pregunto al verlos a ambos ya en el interior de la lujosa casa. Ambos la miraron y le sonrieron.

-Hamburguesa – dijeron al mismo tiempo.

-¡Que compatibles! – con picardía exclamo Rin y seguido tomo el teléfono de la casa, marcando al restaurante de siempre.

Inuyasha se adentró y dejo la silla del bebé en el sofá de cuerpo entero, sentándose a su lado y empezando a despertarlo. Kagome tomo su mochila y empezó a sacar la leche y mamadera del pequeño Daichi y con curiosidad empezó a caminar por la casa, explorándola.

De camino a la cocina se encontró con muchos portas retratos de la familia Taisho y se detuvo en uno, uno en donde los señores Taisho eran más jóvenes y sus hijos más pequeños. Un Sesshomaru en los brazos de su padre de tres años con la mirada fastidiada y un Inuyasha de recientemente unos meses con un chupete en sus labios y la mirada en otro punto que no fuera la cámara.

Inuyasha era idéntico a Daichi, Daichi era igual que su padre.

Sus cabello largo plata hasta tocar sus pequeños hombros, su piel ligeramente bronceada y los ojos, esos ojos como dos soles alumbrando en un mañana. Cualquiera diría que era un clon y no un hijo que venía de otra mujer, porque, claramente físicamente era parecido en todo a su jefe. Y no olvidemos el humor, que al parecer se enojaba rápido... igual que su padre.

-Solo espero que no seas igual de orgulloso que tú padre – se río al pensar en voz alta.

-¿Me estás diciendo orgulloso? – la voz del peli plata la sobresalto por detrás, odiaba las noches en los campos.

-Usted sabe claramente que lo es – con burla le dijo, volteándose y quedando frente a frente.

-Igual que tú.

-Igual que yo – acepto con orgullo.

-E igual que toda mi familia, exceptuando a Rin y a papá – Kagome asintió de acuerdo. La esposa del hermano de su jefe era muy positiva y completamente abierta, no ocultaba la verdad ni la mentira.

-¿Me ayuda a buscar la cocina? – pidió levantando la mamadera y leche en ambas manos, agitándolas graciosamente, Inuyasha asintió y empezó a guiarla - ¿Daichi despertó?

-Está al cuidado de mi padre – la tranquilizó - ¡He aquí! ¡La cocina!

-Que humilde cocina – sarcástica le dijo adentrándose.

-Gracias, nos gusta lo simple – le siguió el juego recostándose en la pared con los brazos cruzados en su pecho, como un modelo casanova.

-Lo he notado – ambos se carcajearon.

Inuyasha toma la leche de las manos de la azabache y se dirigió a calentarla en una pequeña lechera y Kagome a lavar la mamadera. Una ventana estaba frente a ella y se tensó al verla con sus cortinas corridas, se tensó al ver la oscuridad del patio trasero, la sombra de los árboles y sus ramas siendo movidas por el ligero viento le estremecían.

Con rapidez y con la mirada hacia abajo cerró las cortinas y suspiro tres veces.

-Es algo serio...- comento Inuyasha, la había observado todo el tiempo.

-Es un impedimento para hacer lo que me gustaba.

-¿Qué es?

-Dormir bajo el cielo nocturno, pero claro, dentro de una carpa.

°°°

-¡Bueno, gracias! ¡Todo muy rico! – exclamo Rin estirándose y dando un bostezo sonoro, que fue contagiado por todos - ¡Ah dormir!

-¡Ah dormir! –le siguió Inu No estirándose ya de pie.

-¡Bababaaa! – río Daichi.

-¡Todos háganle caso a mi nieto! – exclamo Izayoi llevándose el último bocado de empanada – Mmm, querida – hablo con la boca llena y trago para seguir – Tú habitación está al lado de la de Inuyasha ¡Ah dormir! – y todos empezaron a marcharse a sus habitaciones, Kagome siguió a Inuyasha para conocer su habitación.

Mascullo, su habitación estaba muy lejos del baño, ella se levantaba a la madrugada para sus necesidades. Daichi dormiría junto con Inuyasha y por los visto su hora de viaje no había afectado nada en su horario de sueño, ya que había bostezado.

-Lo que necesites, estoy al lado ¿Bien? – ella asintió en silencio, aun con 27 años, cuando visitaba a su madre, seguía durmiendo con ella en las noches, está sería la primera vez que dormiría sola en el campo y no estaba del todo relajada.

Cerró la puerta tras ella y miro el interior, alumbrado y con las ventanas con cortinas, agradecía aquel adorno en la habitación. Miro su maleta al lado de la cama que la habían traído los muchachos mientras esperaban a los distintos delivery.

La abrió y se puso su ropa de dormir, un corto junto con una musculosa de seda. Se deshizo de su coleta dejándose el pelo suelto, también saco el cargador de su celular y lo conecto al lado de su cama en la mesita de luz y lo puso a cargar, milagrosamente había durado todo el viaje.

-¿Cómo estará Sango? ¿Estará cogiendo en mi cama con su nueva conquista? – con sarcasmo se preguntó ella misma recostándose en la cama de dos plazas con su celular en mano y empezando una conversación con su mejor amiga. 

°°°

¿Me han extrañado? ¿No? ¡Yo se que sí!

 Agh.. tal vez el ego de los Taisho se me este contagiando JAJA

Dato interesante: el titulo de este capítulo no esta completo mis queridos

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ᴘᴀᴅʀᴇ ꜱᴏʟᴛᴇʀᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora