21: Sin comentarios

1.9K 197 22
                                    


21

-¿Y...o, yo? – tartamudeo sorprendida Kagome al escucharlo. Daichi los miro y supo, que está vez era momento de guardar silencio y presenciarlos.

-Sí, tú Kagome – Inuyasha se le había confesado al fin.

-Señor... yo, yo... es que yo – no podía parar de tartamudear, era la primera vez que no tenía algo para decir – Es que yo...

-Sé que gustas de alguien más, aun así, quise decirte lo que siento por ti.

-¿Enserio?

-Enserio que.

-¿Es verdad lo que dice? – se derrumbaría si aquello habría sido una simple broma para turbarla - ¿No es broma?

-No, no lo es. Lo que acabo de decir es completamente cierto, desde hace tiempo que tengo estos sentimientos fuertes por ti. Tu sencillez, tu amabilidad, lo hermosura de persona que eres y el amor que tienes por mi hijo... es lo que me gusta y amo de ti Kagome.

-Señor...- jadeo de sorpresa con una sonrisa, sus ojos se cristalizaron, quería responderle pero las palabras simplemente no le salían – Yo... yo...

-No digas nada, sé que tú no sientes nad...- fue callado por los labios carnosos y húmedos de Kagome.

Kagome se había inclinado hacia él para callarlo, en una respuesta sin palabras, no encontraba las palabras pero si tenía el coraje para actuar de acuerdo con sus sentimientos.

Movían sus labios a la par, con experiencia, conociéndose; como si ya se habrían besado antes. Suspiraban cuando se separaban del beso para seguir con cortos picos tratando de recuperar el aire. Inuyasha la tomo de la cintura y la acercó aún más a él mientras que Kagome se acercaba con sus manos alrededor del cuello del peli plata.

Se besaban con ansias, con suavidad y a la vez con desesperación, ambos habían deseado sentir lo que se sentía besar al otro, su imaginación había superado la realidad.

Porque la realidad era mucho mejor que la expectativa.

Jadeaban con sus frentes apoyadas en la otra, sus besos lo habían dejado sin aire... literalmente. Sus pechos subían y bajaban con sincronía, sí, ellos estaban destinados.

-Que... ¿Qué fue eso?

-Eh... - Kagome sonrió con nerviosismo – Mis sentimientos señor...- murmuro abriendo sus ojos y mirándolo fijamente – Usted es el hombre, de quien yo gusto.

Y eso basto para que Inuyasha-sin importar si habían o no recuperado la respiración- la volviera a besar con ansias. Los besos con Kagome eran perfectos, nunca antes había sentido electricidad y cosquilleo con alguna mujer y aquello le alegraba, Kagome era la primera mujer poseedora de sus primeros sentimientos.

Kagome era la primera mujer que amaba.

-¡Aghuuuuu! ¡Aghuuuuuuuu! – grito feliz Daichi al ver a su padre abrazando a Kagome, ambos detuvieron el beso al escucharlo – Apurrrr, bababaaaa

-Sí hijo, Kagome ya es nuestra – dijo al momento en que alzaba al pequeño y lo ponía en medio de ambos.

Daichi como si entendiera agito sus brazos y se río.

-Amo a Daichi... como te amo a ti – y al fin pudo Kagome decirlo con cortas pero claras palabras su sentir.

Inuyasha le sonrió enamorado y le dio un beso fugaz correspondiéndole en lo dicho.

-Pero a mí me amas más ¿Cierto? – y el ególatra Inuyasha Taisho ahí estaba.

Kagome junto con él se carcajearon.

°°°

-¡Con que aquí estaban! – grito Izayoi al cruzar la colina junto con su esposo, Sesshomaru y Rin.

-¡Uhm! – Kagome se volteó con la boca llena de durazno, se encontraba frente a un árbol de durazno teniendo el coche de Daichi a su lado quien mordía con sus encias un trozo de manzana.

-Vaya...- murmuró Izayoi carcajeándose – Creo que a esta medida me dejarás sin durazno querida.

-Y no te culpo Kagome ¡Son tan dulces!

-¡Muy cierto Inu No!

-¡¿Así que a mí padre si le tuteas?! ¡¿Eh?! – desde la altura la voz de Inuyasha se escuchó y todos empezaron a buscarlo con su mirada.

-¡Señor Taisho ya le dije que estoy tratando de tutearle! – exclamo al tragar el durazno.

-¡Ya dejen de gritar! – grito Sesshomaru poniendo en blanco sus ojos.

-¡Pero si tú estás gritando amor! – a su lado Rin también grito, dejándolo un poco aturdido – Uy, lo siento Sesshy – Rin hizo puntillas y le empezó a masajear su oreja.

-¡Inuyasha baja de donde sea que estés! – grito Izayoi nuevamente girando en su lugar mirando a lo alto, pero con la luz del sol en sus ojos se le dificultaba.

-Iza... está en aquel árbol... buscando moras – le murmuro Kagome despacio señalando cierto árbol.

-¡Gracias por delatarme Kagome! – con ironía comentó el peli plata.

-¡Baja ya mismo de ahí Inuyasha Touga Taisho! – ahora con un tono autoritario Izayoi se dirigió a su hijo, quien se encontraba trepado en un árbol de mora a metros de todos.

-¡No hasta que consiga mis moras!

-¡Inuyasha, baja ya mismo, te caerás!

Inuyasha había empezado a caminar por una rama no muy gruesa en busca de sus ansiadas moras.

En estos momentos Inuyasha era el espectáculo y centró de atención de todos. Sesshomaru, Inu No y Rin se acercaron a Kagome cogiendo un poco de la fruta que tenía separada en un táper ya lavadas.

-Prefiero las uvas – comentó Sesshomaru con un racimo de uvas blancas en sus manos.

-Duraznos, mil veces duraznos – Kagome y Rin dijeron al unísono ya con la boca llena.

-Niños, ustedes no saben nada de frutas, las naranjas son las mejores, dulces, liquidas y muy saludables.

-¡Ah!

-¡Inuyasha!

Todos voltearon al oír el grito de Inuyasha seguido de un golpe seco también, seguido del grito de la matriarca, pero ninguno se movió del lugar, solo observaban y seguían comiendo como sí nada. La única que estaba de los nervios y la que se había acercado era Izayoi.

-Hijo... hijo... ¿Vives?

-Ah... ¡Agh! mi brazo – gimió de dolor Inuyasha con su cuerpo de costado, con su brazo derecho debajo de todo su cuerpo.

-¡Querida! ¡¿Sigue vivo?! – grito Inu No a la lejanía junto con los demás siguiendo disfrutando de las frutas.

-¡¿Por qué carajos siguen ahí?! ¡Dejen de comer y vengan! – grito con enojo Izayoi.

-¡Primero dinos si sigue vivo! – volvió a pedir Inu No.

-¡Sí, está vivo!

-¡Agh! – exclamaron todos.

-¡Babaaaa! – Daichi siguió dejando de masticar por unos segundos su fruta.

°°°


ᴘᴀᴅʀᴇ ꜱᴏʟᴛᴇʀᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora