Capítulo 22: Esa es la verdad

87.5K 5.4K 725
                                    

Solté un bostezo, cuando pase por la habitación de las niñas revise y todavía seguían dormidas así que baje a la cocina.

Aún era temprano y andaba en pijama, pero tenía que ir un rato al despacho de mi padre a revisar cómo iban las cosas en New York en lo que se despertaban las niñas. Sabía a la perfección que la gente que había dejado a cargo de la empresa y la casa eran personas competentes, pero aun así quería supervisar como iban las cosas.

—Buenos días señor ¿se le ofrece algo?— me pregunto la ama de llaves con tono amable.

Le sonreí —Que prepare hot cakes para el desayuno y que me avise cuando las niñas se despierten.

—Claro señor.

Tomé una manzana y me fui al despacho, lo primerio que tendría que hacer seria llamar a mi secretario y ponerme al corriente de los asuntos de la empresa y luego ya llamaría a mi nana para ver cómo iban las cosas en la mansión.

—Evans Compay ¿En que lo puedo ayudar?

—Señorita Steel.

—¡Señor Evans? Dí-dígame.— tartamudeó al contestarme.

—Necesito que mande un informe detallado de todo lo ha sucedido en la empresa durante mi ausencia.

—Si, si señor enseguida.

Media hora después de leer todo, revisar y dar nuevas órdenes al fin llame a Elena, que contesto a la primera llamada.

—Hola nana.

—¡Mi niño!— se escuchaba emocionada —Que alegría escucharte ¿Cómo estás? ¿Cómo van las cosas por allá?

Sonreí, mi nana siempre se mostraba atenta conmigo —Muy bien nana, ¿y por allá? ¿qué tal van las cosas?

—En la casa esta todo tranquilo mi niño.

—¿Cómo está el pulgoso?

Desde la separación que habíamos tenido Emily y yo, había conservado a su pequeño pulgoso ahora no tan pequeño, ella lo había dejado en la casa cuando se fue y aunque al principio n0 quería conservarlo lo termine haciendo porque me recordaba a ella.

Durante todo ese tiempo siempre dije que no quería saber nada de ella ni que me la recordara, pero yo mismo me estaba engañando, aunque no lo quisiera admitir, y la prueba de ello es que había conservado a Bobby porque simplemente me recordaba a Emily.

—Bien, pero desde que te fuiste a estado deprimido.

—¿En serio?

—Ni siquiera muerde tus zapatos.

Solté una carcajada —Vaya, entonces si es serio.

Me quede pensando en lo feliz que se pondría Candy y Lía cuando lo conociera, se la pasarían jugando todo el día con él y suponía que Emily se pondría feliz al verlo de nuevo y saber que lo conserve.

—¿Y cuándo piensas regresar, mi niño?

—No lo sé aun nana, hay algo que no te he contado.

Con todo el ajetreo de los últimos días ni siquiera había podido contrale todo lo que había sucedido a Elena, pero era el momento perfecto para decírselo.

—Te escucho.

—Yo... desde que llegue aquí de una forma un tanto extraño termine reencontrándome con Emily.

Escuché un grito de emoción de su parte y reí —¡Hablas en serio? Cuéntame que paso.

—Al fin entendí todo y hay más ¡Tenemos dos hijas! Son gemelas.

De Vuelta a ti | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora