Capítulo 2

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Sabía que este momento llegaría. Me refiero a tener que hablar de Noah. Probablemente no me creas, como Charlie, que agitaba su mano de un lado a otro, insistiendo en que me estaba inventando al chico perfecto, que quizá era yo idealizando a Noah. Yo no exagero. Nunca. Jamás de los jamases. No he exagerado nada desde que estuve en el útero de mi madre, y aún allí siempre procure tomar las cosas con objetividad al 100%.

Así que cuando digo que Noah podía haber sido un ángel que vino a iluminar la humanidad con su presencia, lo digo en serio.

Empezando por su vida amorosa, me atrevería a decir que pobre es la palabra que la describiría. Rala. Escasa. Era un tipo muy exigente. Noah Foley era la clase de chico que selecciona muy bien a sus amistades; era popular debido a su gran atractivo y a sus excelentes promedios, por lo que siempre estaba rodeado de gente. Pero yo misma lo he escuchado una vez decir que si tuviese que hablar de amigos, los contaría con los dedos. Y sobrarían dedos.

Volviendo al tema de la vida amorosa... Se lo vio ir de novio con una única chica; y vaya chica.

¿Esperabas una desteñida cabeza hueca que para lo único que es buena es las selfies con mucho filtro? No, señor, ella es la presidenta de la comisión estudiantil. Es aplicada, es hermosa, es otra muestra de perfección. Un buen partido. Parece algo nerd, pero no se trata de eso; sólo es una chica culta que disfruta de la soledad y de un buen libro (sobre todo de ciencias, supongo, porque es la materia en que más destaca) antes que las ruidosas fiestas adolescentes. Ella es un modelo a seguir, salvo porque es algo presumida. Tiende a caer en lo mismo que las personas que saben un poco más que el promedio: la soberbia y el orgullo. Eso opacaba su esplendorosidad.

En cambio, Noah estaba tan lleno de valores que era abrumador. No era una persona rica, ni mucho menos, pero eso no importaba cuando las universidades más importantes de este lado del país peleaban por tenerlo a bordo. Era un chico tan humilde, tan sencillo, tan risueño y lleno de sueños. Le gustaba hablar de temas tan triviales y lo hacía con tanta alevosía que, en un principio, no te parecía muy listo. Pero si le tocabas el tema de la política o la coyuntura a nivel mundial, se defendía como un profesional.

Noah era del tipo de personas románticas que acompañan a su novia a casa con la intención de verla unos minutos más para burlarse del tiempo, del tipo que compra comida para perros (a pesar de no tener uno) y se detiene en las calles a alimentar a aquellos a los que los demás no miran, del tipo que se da cuenta de las cosas rápidamente y, si te ve triste, hará hasta lo imposible por sonsacarte una sonrisa, del tipo que va a visitar a su abuela al asilo con globos en la mano y una nariz de payaso para hacer reír a quienes estuvieran allí, del tipo que va a los hospitales vestido de superhéroe para tomarse fotos con los pequeños internados. Y del tipo que se arrojaría incluso frente a un autobús para salvar al hijo de una desconocida.

Podría tomarme un buen rato explicar cómo sé todas esas cosas.
Sin embargo, no me tomaría tanto afirmar con total seguridad que él es capaz de empujar a un pequeño de 6 años fuera del camino de un bus porque acabo de verlo, como las otras 50 personas que pasaban por allí y que acaban de detenerse a sacar el teléfono y grabar.

Noah era. Era.

Noah está muerto.

Lo sé incluso antes de escuchar las sirenas de la ambulancia rugir hasta el lugar. Lo sé incluso antes de encontrarme corriendo en su dirección, sin pensar, sin razonar. Lo sé incluso antes de lograr abrirme camino entre la gente rodeando la escena a empujones. Lo sé incluso antes de verlo tirado en la pista, cubierto de sangre, con el brazo fracturado y torcido en la postura en la que estaría alguien que acaba de salvar una vida gracias a un empujón.

Noah está muerto.

Mi respiración empieza a fallar y de repente me encuentro ahogándome con mis propios sollozos, en brazos de alguna desconocida o algún desconocido, no lo sé, no me importa.

No lloro porque se hayan ido al retrete las oportunidades que tenía de que sea el padre mis hijos, ni porque estuve enamorada de él durante toda mi adolescencia. Lloro porque el mundo ha perdido una estrella, una de las mejores personas que pudieron haber pisado la faz de la Tierra. Lloro porque era un persona con un futuro excelente, una persona que podía cambiar vidas, si no lo estaba haciendo ya. Lloro porque una madre estará esperando para cenar a alguien que no habrá de llegar.

Las emociones de las personas al rededor son tan densas que me quedo inmóvil hasta que la multitud se va deshaciendo y la ambulancia se lleva al cadáver en el saco usual para gente que acabó su ciclo aquí.

Noah está muerto.

—Maddie, vamos— Charlie me ayuda a devolverme a la realidad, con ambos pies en la autopista, y toma mi mano, que sin querer había ido a parar a mi boca—. Camina, amiga, vamos.

Caminamos en silencio hacia un lugar que no reconozco, ni me esfuerzo por hacerlo; tal vez sea el camino a la parada de autobuses (el mismo que recorro todos los días), pero ya no importa. No importa. Creo que es la conmoción. Mi mente está en blanco, mas mis ojos no, ellos están llenos de sentimiento que sale a borbotones.

¿Cómo puede ser este el destino de las mejores personas? ¿Cuál es la razón?
De alguna forma llego a casa, con Charlize al lado hablando con alguien por teléfono; quizá su madre, quizá Chad, no importa.

No recuerdo mucho sobre la cena de Acción de Gracias, pero mi madre se las arregló por sí sola para consolarme. Me eché en el sofá, con una cálida sensación de protección y bienestar envolviendo el vacío en mi alma. No debería afectarme tanto, ¿verdad? La vida continúa, él ni siquiera se había fijado en mí, tampoco lo hubiese hecho en un futuro. Pero lo hace, me afecta, porque sé cuánto vale para los que lo rodean. Cuánto vale para mí.

Qué ridícula he de verme, llorando por mi crush muerto, cual niña de colegio. Mas, de nuevo, no me importa, ya no importa.

La última imagen que tengo en la memoria antes de caer en la inconsciencia producto de los sedantes es la mano de mi madre tomando la mía, sintiendo otra mano (totalmente diferente, podría apostar) acariciar mi cabello.

Noah está muerto.

——****——
Hola, hola.

Bueno, paso a decir que estuve pensando... Creo que quizá una actualización semanal para capítulos tan cortos no es algo justo.

Propongo esto: si en mi bloc me marca menos de 8000 letras, el capítulo siguiente lo publico en máximo tres días.

Eso era todo. Espero estés disfrutando de la lectura. TuT

Y lo dicho, dale un poco de amor a la autora dándole a la estrellita. Besos.

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