Capítulo 47

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Supongo que sería lo mejor explicar por qué me encuentro ahora en casa de Camille, temiendo despertar ciega del coma mientras me tapo desesperadamente los ojos con las manos y Noah deja hurgar entre las pertenencias de Camille para protegerme del ridículamente intenso rayo de luz que dio de lleno con mi rostro. ¿Debería? Sí... Creo que sí debería.

Supongo que, después de la demostración de sensibilidad y vulnerabilidad de Noah, después, también, de que me haya explicado el por qué me contó todo ello, bastó con un "no terminaste de contarme qué sucedió con Camille el otro día" para desencadenar una serie de conversaciones, relatos y sucesos que eventualmente terminaron en un "¿Crees que sería adecuado ir a investigar un poco?" por parte de Noah.

— Cuando pasé a buscarte a tu casa, me recibió una ... Niña... Adoles- Entre niña y adolescente —comentó, pero yo lo interrumpí antes de que continúe.

¿Puberta? —pregunté con mofa, él sonrió arrugando ligeramente su ceño, también divertido— ¿De qué edad?

— Entre... —escondió sus labios, pensativo— 10 y 25 años.

Abro enormemente los ojos. Inesperado.

— Wow — atiné a decir. Un rango bastante específico, si me permiten opinar.

— Algo escalofriante, ahora que lo recuerdo —concedió—, pero las conocía a ti y a Camille, así que pregunté dónde podía encontrarte y tal... Ese no es el punto, ya estoy llegando. El punto es que, cuando le pregunté si conocía a Camille, me dijo: sí, hasta su verdadero nombre. O algo así.

— ¿Su verdadero nombre? —me reí, sin entender la gracia del todo.

— Eso me dijo —se encogió levemente de un hombro y me miró—. Yo también estuve confundido. Supongo que se relaciona a lo que dijo después, algo sobre que todo está en su casa, si queremos saber algo de ella.

— Nosotros nunca estuvimos en su casa —concedí, reflexionando.

— Lo cual es extraño —continuó—, dado que fue asesinada allí. ¿Por qué llevarnos a casa de su hermana en su lugar?

— Bueno —tercié—, probablemente no quiera que invadamos su privacidad y pensó que sería mejor si ella se ocupaba de eso.

Me observó en silencio un momento. Luego sonrió un poco.

— ¿La estás defendiendo?

— No lo sé —respondí, arqueando una ceja, mientras tenía un claro deja —. ¿La estás acusando?

— Solo comento que me parece extraño que, de todos los lugares en los que podemos buscar o plantar evidencia, tuvo que llevarnos a casa de su hermana, ¿sabes?

Mordí mi uña, recordando la pequeña crisis que tuvo cuando fuimos a la morgue a ver el estado de su autopsia.

— Ella me dijo que su hermana tenía influencia. Si lo hizo parecer un suicidio, entonces ella ni siquiera entraría en la lista de sospechosos. Lo que significa...

— Que los detectives nunca irrumpirían en su hogar.

— No necesariamente nunca —repliqué, perdida en mis pensamientos—, quizá en algún interrogatorio...

— Tienes razón... ¿Crees que eso haya sido lo que ella esperaba? ¿Una visita ocasional del departamento de policía y que salten las evidencias a delatar a los asesinos? —soltó un pequeño suspiro—. ¿No es pedir mucho a la suerte?

— Bueno... Para una madre desesperada...

— Puede ser —asintió—, pero ella es una mujer inteligente —se lleva la mano a la barbilla, pensativo—. Si es tan madre como dice ser y está tan desesperada como parece, lo más sensato hubiese sido dejarnos plantar evidencia en la misma escena del crimen.

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