— Y entonces le saltó a la cara y le dió un bonito par de arañazos —me río, de solo recordarlo.
— Por pesada —Tom ríe conmigo.
— Por pesada —le doy la razón.
Llevábamos un buen rato conversando de cosas banales, como aquel otro día en el que recién éramos conocidos, solo que ahora se sentía diferente. Más cercano. Me pregunto si esto habrá sentido Benjamin cuando hablaba con Mas. Lo poco que me dijo al inicio fue todo lo que escuché de él. Aún no me hago una idea entera y concisa sobre la relación de esos dos.
Nos encontramos sentados en el borde del abismo de concreto, de nuevo, esperando ya un buen rato a Camille y a Noah; aún podía escucharlos hacer planes detrás de nosotros. Ya no se trataba de compartir información, sino de buscar solución al problema más urgente de la Señora Sherlock.
— Hay una pregunta que no deja de rebanarme los sesos desde que nos conocimos.
— ¿Solo una? —inquiere él, decepcionado de sí mismo y del poco misterio en el que se cree sumergido.
— Muchas, en realidad. Pero una sobre todo. Si me respondes esta, no volveré a molestar con preguntas profundas.
— Preguntas profundas, dices —bufa, burlándose.
— Claro, porque profundizo en tu pasado.
— ¿Cuál es tu pregunta profunda de turno?
— La diré, pero nada de quedarse callado dramáticamente ni entrar en modo suicida.
— No prometo nada —sus ojos brillan con diversión.
— ¿Por qué me salvaste?
No despega sus iris de los míos cuando responde.
— Porque no podía dejarte morir.
Bien... Sí, eso no ayudaba mucho.
— ¿Por qué? —insisto.
— Porque soy un buen samaritano —sonríe. Obviamente lo hace sin querer, era evidente que no le gustaba estar de ese lado en los interrogatorios.
— No tiene sentido, Mas.
— ¿Cuántas veces vas diciéndome eso? No tiene sentido, Tom —imita mi voz en la última frase—. ¿Qué en la vida tiene sentido, Kendall? —eleva su cabeza, su mirada recurriendo a la misma acción. Seguramente buscando más maneras de escabullirse de mis preguntas. No obtendré más información que la anterior si sigue en ese plan.
— ¿Qué en la vida no lo tiene? —respondo a su pregunta retórica con otra, siguiendo su juego.
— Yo te puedo decir algo que no tiene sentido ahora —por fin me mira.
— ¿Que hayas evitado que el auto se haya aplastado como una lata conmigo dentro?
— Que estés ayudando a una desconocida a encontrar el descanso eterno —sentencia, estoico de repente.
Niego con la cabeza.
— ¿Qué quieres decir?
— Oh, vamos, Kendall. ¿Cuánto necesitas que Sherlock encuentre la paz que busca? ¿Qué ganas con eso? —su tono despreocupado había vuelto a aparecer.
— ¿Qué gano con eso? —repito, algo abrumada por el rumbo de la conversación. Buen samaritano mis ovarios.
— Así es como lo veo: Una extraña llega de la nada, te cuenta su triste historia y después de unas horas te pide acompañarla a ver su cuerpo para que termines siendo parte de su plan para decirle a los oficiales que su hijo está en juego.
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Fantasmas
Genç Kurgu»Amante del mundo paranormal o no, una chica en coma siempre terminará sumergida en él.« Con el esoterismo como marca de sangre en todo su linaje, Kendall está muy a gusto manteniendo su distancia con lo sobrenatural. Sin embargo, las cosas cambian...