Capítulo 17 -MAS (Parte II)

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— ¿Por qué miras al suelo? —Ben suelta un bufido de exasperación—. Ya sé por qué eras un buen oyente. No hablas, hombre. Debes mejorar eso.

Debo mejorar muchas cosas, Ben. La lista es interminable.

— Lo siento —digo, por fin, como si sientiese la necesidad de disculparme por no haberme ido el mismo día que lo conocí, por intentar interactuar con una persona como él.

— No, hombre, lo decía en broma —niega con la cabeza, creyendo que respondía a su comentario anterior.

— ¿No tienes... No sé, miedo? —vuelvo a verlo. Su postura es tan relajada y tan propia, que mis nervios bajan un par de rayas. Parece hablarle a un viejo amigo.

— ¿Miedo? ¿De ti? —se ríe— ¿Hablas en serio? ¿Cómo podría?

Esas fueron tantas preguntas en tan pocos segundos que me dan ganas de sonreír. Me las aguanto, porque sigo en alerta, esperando un gesto,un ademán, algo que delate que no se siente cómodo conmigo. Mi señal para dejarlo tranquilo y desaparecer para siempre. Ya lo dije, y lo repito:
Prefiero que sus recuerdos conmigo sean los de antaño, cuando reíamos de sus historias –a pesar de que Ben no podía ver que yo también reía–, cuando no dejaba de hablar y yo no dejaba de escuchar. Los buenos viejos tiempos.

— Dijiste que estaba rodeado de oscuridad.

Él asiente.

— Lo hice.

— Pero no me tienes miedo —afirmo, repitiendo lo que dijo, para estar seguro.

— En absoluto.

Una gota de esperanza cae sobre mi pecho; tal vez no tenga que desaparecer, después de todo.

— ¿Por qué?

— Porque eres mi Mas. Todo está exactamente igual.

— ¿Tu qué?

— Irradias lo mismo que antes —explica—, sólo que con mayor intensidad.

— ¿Lo mismo que antes?

— Pues eso —hace un círculo en el aire al rededor mío con su índice, señalando algo que ha de rodearme—, oscuridad, ansiedad, intranquilidad, etc, etc. Pero lo superé hace mucho. Soy inmune —sonríe con suficiencia, como lo haría un superhéroe que ha vuelto a usar su superpoder con éxito.

Intento no dejarme golpear por el peso de sus palabras, a pesar de su gesto amable.

Extrañamente, se me hace complicado ordenar mis ideas por culpa de todas las emociones que recorren mi cuerpo. Siento, y ni siquiera sé qué siento con exactitud, mi mente está sumida en una niebla espesa. Frustrante, dado que siempre he manejado todo el asunto emocional. Así que desvío la conversación antes de mi situación empeore.

— ¿Por qué me llamaste?

— Porque quería verte —respuestas típicas de Ben. Se va por lo obvio porque usualmente es gracioso.

— ¿Por qué querías verme? —intento de nuevo, esta vez dejándolo sin escapatoria de una respuesta directa.

— Porque tenía que despedirme de mi mejor amigo.

Me quedo estático en mi sitio, todo tipo de pensamiento o razonamiento en proceso en mi cabeza quedó en blanco. Así que solo lo miro sin saber muy bien qué responder, qué hacer. Seguía siendo su Mas, seguía siendo su compañero, su mejor amigo. Nada había cambiado, nada tenía que hacerlo. Quizás mis absurdas inseguridades fueron en vano.

Al inicio, fue muy duro para mí decidir que no permitiría a Ben conocer mi verdadero yo. Fue extremadamente difícil enterarme de su partida por alguien más y sentir que no podía acercarme a decirle adiós, a decirle "hey, mírate, muchacho, estás todo un campeón, estoy muy orgulloso de ti y de la persona que eres", de decirle "está bien tener miedo al principio, este tipo de cambios son aterradores, pero prometo acompañarte en el proceso, prometo hacer esto más llevadero".

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