Capítulo 33

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— No —ríe ligeramentemente, negando con la cabeza—, no sobre los dibujos. Camille me comentó que el dibujo era de suma importancia... Y, bueno, claro, es evidencia; ella dice que serviría para que sepan lo del niño y no sé qué tanto... Pero... ¿No se supone que ellos ya saben que ella tiene descendencia? Eso hacen cuando alguien muere, ¿no? Se le avisa a la familia. Quizá algún hermano o primo ya haya sacado el tema del niño a colación, ¿no? ¿Por qué la necesidad urgente de revelar su existencia? ¿Por qué la policía no sabría?

Mis ojos se pierden en los suyos mientras me aventuro en un irónico viaje astral directo al intrincado y alborotado mundo del pensamiento. Mi mente trabaja a toda prisa. ¿Por qué no encuentran al niño? ¿Por qué no saben del niño?

— Está con ella —suelto la primera idea medianamente ordenada y coherente que se me viene a la mente.

Entonces entiendo lo ridículo que se ha de haber escuchado.

— Quiero decir —me corrijo inmediatamente—, obviamente está con ella, eso ya lo sabemos, pero eso significa que, si ella se está escondiendo y lo tiene a él, no hay forma de saber de su existencia. Además, tiene sentido, dado que Camille no tiene más hermanas... O hermanos.

— De todas formas, tendrá familia, ¿no?

— Quizá no se hable con ellos.

— ¿Y los vecinos?

— Es algo introvertida.

Sacude su cabeza tal sutilmente que es casi imperceptible el movimiento, mientras me mira con algo de incertidumbre, tal vez curiosidad.

— ¿La estás defendiendo?

— No lo sé —respondo rápidamente, sin alterarme, pero algo insegura de mi comportamiento—, ¿la estás acusando?

Parpadea.

— No, yo... Eso parecía, ¿no? Solo divagaba. Ese día en casa de su hermana...

¡Es verdad! Los dejé solos esa vez.

— ¿Qué sucedió en casa de esa asesina?

— Estaba al borde del colapso, ¿recuerdas? Cuando te fuiste... después de... Pasó un rato antes de que se tranquilizara. Me acerqué, charlamos. Era muy evidente que sufría demasiado. Yo... No sé, yo confío en ella, es solo que hubieron ciertas cosas que ella dijo que me dejaron pensando.

— ¿Qué cosas?

— Fue una charla extensa, así que no recuerdo mucho, pero una de ellas fue el motivo de su asesinato. La primera vez que conversamos, me dijo que su hermana lo ideó todo porque era estéril y quería quitarle al hijo. Si eso de por sí es difícil de creer, aquí viene lo mejor: en su casa, me dijo que el niño era del esposo de su hermana.

Mi mano vuela a mi boca, cubriéndola completamente.

— Imposible.

— Por eso, Kendall... No sé qué pensar.

— ¿Te dijo por qué estaba tirada en el suelo llorando a voz viva?

Se rasca la nuca, inseguro. Cielos, luce tan apuesto cuando hace eso.

— Es una historia algo larga.

— Oh.

— Si tienes tiempo, podemos ir a algún lugar menos lúgubre y conversar mejor.

Sin darme tiempo a digerir su invitación, sonríe de la misma manera en que lo hizo esa tarde. Tímido, aun desbordando confianza en sí mismo. Simplemente irresistible.

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