Capítulo 18

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— ¿No viene Thomas? —Noah, para sorpresa del público, es el primero en preguntar.

Nos encontramos caminando por la avenida que deriva a otra avenida que lleva a la calle donde está ubicada la casa de la hermana de Camille. Resulta que está cerca al lugar donde me accidenté. Ironías de la vida. Qué bello.

Niego con la cabeza sin explicar el porqué. Tampoco es que lo tenga muy claro, a menos que Tom de verdad sea un egoísta egocéntrico empedernido. Cosa que aún me rehúso a creer, aunque las palabras de Más hace unos minutos son de ese tipo de evidencia que te abofetea muy fuerte.

— ¿Tenemos que caminar? ¿No podemos solo...? —la sangre sube a mis mejillas. Rayos, para qué hablé. Iba a decir "teletransportarnos". Casi cierro los ojos con fuerza, esperando la carcajada.

Al parecer, Camille lo entendió de todas formas. Y no se rio, lo cual agradezco infinitamente.

— No sé hacer eso —responde simplemente.

— Thomas pudo habernos enseñado —llevo mi mano a mi frente, con las ganas de sacudir a Mas por los hombros con mucha fuerza. Creo que lo haré en cuanto lo encuentre.

— Podemos intentarlo de todas formas —sugiere Noah, antes de que yo vuelva a lanzar otro improperio contra cierta persona.

— Podemos —asiente Cam—, pero estamos cerca. Quince minutos más de caminata.

— ¿Contamos con quince minutos?

La veo morderse el labio, algo la está haciendo pensar en negativo.

— Si van a hacer lo que creo que van a hacer con mi niño, no.

— ¿Segura que son quince minutos, no más?  —es mi turno de mirarla, escéptica—. Sólo veo plantas y carretera.

Frunce el ceño pero guarda silencio; no está segura.

Habíamos aparecido en medio de la nada, en mi defensa; no es culpa enteramente mía pensar que quizá Camille no conozca el camino al revés y al derecho. Además, ¿no que ella y su hermana no eran cercanas?, ¿por qué saber el camino a la casa de la otra? Perdón si no le veo mucho sentido. Aunque, claro, también está el factor en el que Camille fue asesinada producto de un fraticidio en su propio hogar. Le daré el beneficio de la duda solo por eso: porque su hermana sí que sabía perfectamente el camino a casa de Cam.

— ¿Hay alguna forma de llegar más rápido que no sea —Noah se adelanta y utiliza palabras mejor pensadas que las que lancé yo— apareciendo sin más?

— Bueno... Sé el nombre del paradero en bus...

— ¿Sólo venías en bus?

No nos devuelve la mirada, solo sigue andando. Tomaré eso como una respuesta, y una absoluta confirmación de que no sabe cómo llegar a pie. Seguir la ruta de un vehículo caminando es más difícil de lo que parece.

— ¿Estamos cerca a un paradero? —continúa Noah, con su habitual tono tranquilo, de esos que utiliza cierto tipo de personas que quiere mantener a los demás en calma cuando sabe que la tormenta está a punto de estallar.

Eso, Noah, busca soluciones. No es por nada, pero tus puntos de carisma no han disminuido ni una sola vez, todo lo contrario, de hecho. No es que esté impresionada.

— ¿A cuánto... —empiezo a interrogar, pero Camille me corta de un grito.

— ¡Silencio! ¡No lo sé! ¡No sé en qué estaba pensando cuando dije que vendríamos hacia acá! ¡Agh! —sus puños suben hasta su coronilla con frustración, mientras sella sus párpados consigo mismos— No puedo pensar bien... Solo.... Ya dejen de hablar.

Noah y yo nos miramos cual par de niños pequeños en preescolar que son censurados por su maestra.
Pasó casi un minuto antes de que yo me animase a hablar.

— Dijiste que... —me aclaro la garganta, tratando de tomar con pinza lo que diría a continuación, no quería que suene a acusación— figuraríamos un plan en el camino.

— Lo sé, lo sé, perdón por exasperarme —vuelve a ser la usual Camille, la Camille que tiene todo bajo control y que, si no lo hace, pretende muy bien hacerlo—. Sí; en realidad, Noel y yo estábamos hablando sobre eso.

Mi mirada vuela rápidamente hacia el mencionado, quien asiente en acuerdo. Corregiría la forma en que nombró a Noah, pero los nombres son totalmente irrelevantes en este punto.

— Para que no te sientas una intrusa en la operación, te haré un resumen —Noah sonríe en mi dirección, e involutariamente me encuentro sonriéndole de regreso. Qué boba he de verme—. Básicamente todo se trata de ir a casa de la hermana de Camille a buscar cualquier tipo de evidencia vinculante. Y si no la hay, crear una. Supongo que una ventaja de no tener cuerpo es que no puedes ir dejando huellas dactilares por todos lados.

Es verdad que ambos (Cam y Noah) pasaron un largo rato conversando. Tuvieron mucho tiempo para hacer incluso una lluvia de ideas respecto a cómo proceder, tuvieron el tiempo suficiente para iniciar y terminar un par de partidas de póquer. Es más, si me dijeran que jugaron al Blackjack mientras planeaban lo que sea que vayamos a hacer, les creería.  Y tiene bastante sentido la insistencia de ella para que se descubra, más que la fuente o motivo del crimen, que hay un hijo (que profetiza asesinatos) y problemas familiares de por medio, cosa que para los señores a cargo de averiguarlo aún no es clara. Sin embargo, no termina de cuadrarme el orden en que está llevando las cosas. "Prioridades", siempre me dijeron, aunque nunca hice especial caso. Si mal no recuerdo, el tiempo que (ella dijo) poseía su hijo no era precisamente mucho. Lo que me lleva al punto de toda esta parafarnalia. ¿Por qué no ir primero hacia allá? ¿Por qué preferir venir a una casa que no se va a mover, a la podemos volver después de buscar la manera de salvar al niño?

Camille no se da cuenta del gran signo de interrogación en el que se ha convertido mi cara, pero Noah sí lo hace.

— ¿Sucede algo? ¿No te agrada la idea?

— Es solo... Bueno, un par de cosas que no terminan de cuadrarme de su plan.

— ¿Qué cosas?

— Quiero decir —vuelve el problema de no encontrar las palabras adecuadas y quedarme corta de frases—, la idea es ir a buscar pruebas, y tal, supongo que con la intención de que la investigación sea más fácil y más rápido para ellos—Noah asiente, confirmándolo—, pero nada de eso tiene sentido si, al final, le pasa algo al niño, ¿no? ¿No era esa la prioridad?

Claro, era decir todo eso o solo gritar "¡Prioridades!", como hacía mi tía. Como de costumbre, escogí la opción más sutil.

Mi mirada se dirige a Camille, que después de varios minutos pensando en muchas otras cosas vuelve a concentrarse en mí, y espero pacientemente su respuesta.

— Kendall tiene razón —admite, al cabo de unos minutos—. De nada sirve si llegamos tarde. Tengo que ganar tiempo.

— Tenemos —corrijo.

Ella niega con la cabeza.

— Ustedes continúen con lo acordado, yo iré a por mi hijo —Noah va a reclamar, pero ella se adelanta—. Ustedes sigan de frente. Ya se están viendo otras avenidas pequeñas por aquí. No estamos en medio de la nada. Sigan caminando y llegarán a la parada de autobús. El paradero se llama Leaves. La casa es fácil de identificar. Dos aguas. Parece de ricachones. Probablemente desocupada ahora.

Entonces desaparece. Desaparece sin más ni más. Desaparece como si nos supiesemos de memoria todo lo que debemos hacer. Rayos contigo, Cam. Se supone que eras la cabeza del trío. Tengo la misma sensación de que falta algo importante de cuando faltaba una semana para una exposición importante y la persona más estudiosa de los tres (y la que organizó todo) nos abandona en medio de la nada, sin siquiera decirnos qué debemos hablar.

Entonces, en el hipotético caso de que llegáramos al paradero en menos de un minuto, ¿qué nos asegura de que el bus estará allí, esperándonos? ¿qué si no? ¿qué si perdemos más tiempo esperando a que llegue?

Reniego mentalmente un par de minutos más, hasta que Noah se aclara la garganta a mi lado, y el peso del nerviosismo cae de nuevo sobre mí al darme cuenta de ambos nos encontrábamos completamente solos, en medio de plantas y carreteras.

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