Capítulo 23

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Viernes.

Estamos viernes.

Mi cabeza no deja de girar en torno al hecho de que ya pasaron casi 6 días. Pasaron casi 6 días y no he tenido ningún avance, ningún contacto con la Kendall en la camilla desde la otra vez. Debería ocuparme más de ello. Cosa que es casi imposible cuando, al aparecer en mi habitación, me encuentro con dos caras muy conocidas dentro: mi tía Amelia y Danielle, que parecía salir de la escuela. Aunque, bueno, tía Amelia no está literalmente dentro de mi cuarto de hospital, sino al frente, en el pasillo, yendo de un lado a otro mientras habla con alguien por teléfono.

Dani está sentada en el sofá al lado de mi cama, tomando mi mano e intentando ocultar su llanto en una mueca bastante fea. Ojalá mi rostro no se haya contraído así todas las veces que he llorado. Aunque, pensándolo bien, probablemente me haya visto peor.

Por ratos, veo sus labios moverse sin emitir nada más que ruido blanco. De nuevo ese bendito sonido sin sentido. Frustrante.

Hasta que sucede un milagro, y de repente puedo entender un par de frases.

— Perdón por no venir antes. De haber sabido... Ay, Kendall.

En otras circunstancias me hubiese centrado en lo que ha dicho, y lo más probable es que haya hecho todo en mi poder por consolarla, decirle que no estoy tan mal, no ahora; que quizá lo feo venga cuando intente regresar, pero que, aun así, no se preocupe por mí porque nos veremos pronto.

Sin embargo, ahora mismo acabo de empujar todo eso a lo más profundo y remoto de mi mente, dejándola concentrarse en el simple y sencillo hecho de que puedo escucharla. No más ruido blanco. Entendí cada palabra. Todas y cada una de ellas. Casi brinco de alegría. Casi. Aún las circunstancias no están para brincar de felicidad.

— Estaba en casa de mi abuela, en los suburbios, yo no... No tenía idea -continúa, aún veo el movimiento que produce su boca al pronunciar, pero eso es lo último que escucho antes de que vuelva ese ruido inteligible al que tenía que resignarme en algún momento.

A los segundos, tía Amelia entra a la habitación, le sonríe a una Danielle con la cara roja y los ojos hinchados, le sonríe con naturalidad maternal, e intercambian unas cuantas palabras que causan un gesto de asombro en Dani. Me pregunto qué le habrá dicho.

Me lo pregunto más seriamente cuando Dani centra su atención en mí y repentinamente no sabe qué decir. No obstante, no llega a decir nada pues, como buena O'Mell que es, mi tía se le adelanta.

— Hola, Maddie.

Sucede de nuevo: puedo escuchar palabras del plano viviente. ¿Cómo, si ella ni siquiera me dirige la mirada (solo ve a la Kendall durmiente)? Me acerco a mi tía, en busca de respuestas que sé ella no me dará, no puede. Aun así, hasta hace unos minutos, creí que jamás podría comunicarme con el otro lado, o, al menos, dejar que ellos se comuniquen conmigo. Así que esto me da esperanza, en parte.

Podría aludirlo a la habilidad extrasensorial de tía Amelia, pero su don no tiene que ver ni remotamente con la comunicación interdimensional, no, ella es capaz de percibir el aura de las personas a su al rededor. No estoy muy al tanto de cómo, mas sí recuerdo que mencionó colores, y algo sobre que el significado de ellos no viene con manual, o sea es de esas partes trabajosas que vienen con cada don.

— Había venido para quedarme todo el día contigo, dulzura, pero me temo que tengo que irme en un minuto -después de este par de frases, vuelve a hablar (generando únicamente ruido blanco) mirando a Dani, y más o menos se va formando en mi cabeza qué es lo que sucede respecto a lo que puedo escuchar y lo que no-. Te dejo en buenas manos, cariño; apenas pueda, vuelvo.

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