4. EN TODAS PARTES

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Cuarto año de primaria, dos más y se acababa todo.

Al inicio de ese ciclo escolar las ganas de ir a clases por parte de Leah eran mínimas; la maestra Carmen era de las más exigentes y regañonas de la institución, según muchos. Le daba miedo que siempre estuviese molesta con ella o algo así, siendo siempre tan torpe.

Por suerte eso nunca pasó.

Lo que sí pasó, y lo que no le sorprendía, era que María José fuese la favorita de la profesora. Nunca entendía por qué rayos ella era la preferida de todos; los maestros la querían solamente porque, años antes, su hermana mayor había cursado con ellos. Los méritos positivos de Daniela, su hermana, eran dados a María José. ¡Era tan estúpido que le hacía rabiar!

Esa maestra tomaba a una niña de entre todas (o un niño entre todos) para que fuese su mano derecha y le ayudara a ordenar exámenes, libros, cuadernos, a revisar los exámenes... Leah siempre era la segunda, la tercera o la cuarta opción; entre María José de primera y Atenas y Andrea que a veces las ponían en su lugar. Le daba celos, pues quería ser útil para la maestra y que se sintiese orgullosa de ella. Así pues, a la maestra que más temía, fue a la que más esperaba su aprobación en todo. Quería que la felicitara o que le dijera algo lindo de su trabajo.

Por otro lado estaba la clase de Lectura. Amaba esa materia y adoraba cómo el profesor explicaba tan apasionado las historias, aunque rumores tontos corrían sobre su orientación; como si eso fuese a afectar sus enseñanzas hacia el amor a los libros. Gracias a la forma en la cual se expresaba el maestro, Leah comenzó a despertar un tipo de atracción a leer y escribir; aunque nunca se dio el tiempo de hacerlo.

«—Y qué bueno. Hubiese sido vergonzoso ver cómo escribía antes, con tantos errores y fea letra.» Sería el actual comentario que la joven haría mientras soltaba alguna risa nerviosa.

Durante ese año participó junto a muchas niñas mayores en el baile navideño con la canción "Todo lo que quiero esta navidad eres tú." Para ella, María José y Atenas fue el mejor baile que les habían puesto para algún festival en esa institución. Era una coreografía tan linda y con tanto movimiento; ¡incluso el baile de los hombres parecía ser muy divertido!, aunque ese no tenía canciones navideñas. Ambos fueron dirigidos por el profesor de lectura, demostrando su exagerada paciencia con los niños. ¡Con mencionar que hasta se usó hielo seco y sombrillas para la escenografía! (Cosa que ni existía o era mínima para las presentaciones de otros años.)

—Qué feo aplaudes. —Le dijo María José a Leah durante un ensayo. En algún momento todas se debían de hincar y aplaudir suavemente de lado a lado, cosa que no sabía ella; aplaudía con la fuerza de siempre.

—Lo siento.

Durante ese mismo periodo escolar, para el festival del día de las madres y fin de cursos, también se presentó un muy buen baile en pareja. Ella recordaba la escena cuando fue nombrada para su equipo como si hubiese sido el día anterior.

—Bien. Alex con Dana, Atenas con Ismael, Andrea con Rodrigo... —De una a una la maestra fue nombrando a las parejas con sus respectivos integrantes, llegando por último con Leah—. Supongo que bailarás con Edgar. No vino porque está enfermo, pero no creo que sea problema.

¡Increíble mala noticia en su cumpleaños! Hermoso su regalo, la verdad. Justamente en el año donde ni siquiera le toleraba una broma y siempre terminaba rodando los ojos antes de irse de donde estuviera.

"Fabuloso" pensó en ese momento con ironía.

La interacción durante los ensayos fue, claramente, incómoda. Mientras que ella se quejaba porque el niño le encajaba las uñas siempre, él lo hacía porque le pegaba con su coleta al dar las vueltas; cuando ella renegaba que siempre apestaba a su perfume gracias a la cercanía, él se molestaba a causa de tener que tomarle de la mano durante casi todo el baile.

—¡Qué coqueta! —Exclamó con una sonrisa pícara María José antes de los ensayos, levantando un poco de la blusa de su amiga al notar su top colorido debajo de ella. Leah se moría de la vergüenza en ese momento. Odiaba tener que usar eso—. Es muy lindo.

En la actualidad posiblemente nadie, a excepción de unos cuantos, se acordará de todo lo que es representado a lo largo de la historia.

Fue en ese año y el siguiente cuando Leah descubrió una cosa que le encantaba en sus círculos de amigos: la competitividad sana. Intentaba no ser superada por Paquito, el cual sacaba tercer lugar en la escolta; también quería superar a Edgar y sacar primer lugar. Sin embargo, solo logró el primer punto y nunca salió mejor que él por lo que quedaba en la primaria.

Quinto año fue sumamente aburrido, descubriendo que las estupideces de Edgar contra los sentimientos de una niña seguían existiendo, cuando volvió a suceder lo de tiempo atrás; esta vez, en cambio, ella se lo esperó y no se decepcionó, dejándolo pasar. Siempre aceptaría que, durante un tiempo, incluso el odio que sentía hacia él era una forma para llamar su atención.

A inicios del curso Leah admitió, por fin, su obsesión máxima a los libros, llegando a leer todos sus libros viejos en menos de lo que alguien de su edad haría. Se enamoró de personajes ficticios por primera vez, leyó cómo morían unos, cómo las parejas que le gustaban no quedaban juntas, aprendió insultos que nadie conocía en ese entonces y, lo más importante, le ayudó a mejorar su ortografía y a su pobre redacción.

¡Ah! Algo que faltaba recordar, aunque no muy interesante: María José le ganó a Edgar, sacando primer lugar; pero Leah cayó a tercer lugar.


ENTRE SECRETOS Y ANHELOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora